lunes, 13 de diciembre de 2010
jueves, 9 de diciembre de 2010
sábado, 29 de mayo de 2010
BIENVENIDOS A CANOA
Finalmente llegó la hora de marcharse de la fiesta de Elizabeth, Roberto la trató de convencer de que se una al viaje. Ella le había dicho que sí, pero Roberto dudaba de que ella en realidad iría.
Pava Loca le había dicho a Lorena que se venga a Canoa con ellos, pero ella decía que para ir a Canoa, ella prefería un viaje más corto a Montañita. Y asunto concluido. Todos se fueron a sus casas. La fiesta había acabado. Doménica, nuevamente fue a dejar a Ballenita a los hermanos Russo, y quedaron en encontrarse a las cinco de la mañana para salir a Canoa.
Aquella noche, cuando los hermanos Russo llegaron a su casa en Ballenita, estaban excitados con la perspectiva del viaje y no tenían sueño.
Ni bien entraron en la casa, se fueron directamente al patio con la radio de pilas tronando a todo volumen una canción de Led Zeppelin, y encendieron en el centro de la duna, sobre los restos de anteriores fogatas, una gigantesco fuego, que los alumbre el máximo tiempo posible y que aleje los mosquitos. Luego cuando la fogata se extinguió, subieron a sus cuartos para acostarse y dejar fluir en la oscuridad de la noche sus pensamientos de manera ininterrumpida.
Tal vez aquella noche sería una de esas en que los dos hermanos se la pasaban toda la madrugada conversando sobre surf, chicas, fiestas, modas, playas desconocidas y sobre los misterios de la vida, como por ejemplo sobre la vida del filósofo griego Anaximandro, alumno de Tales, diestro cartógrafo que era el creador de magníficos mapas náuticos, inventor del reloj solar, y que había predicho un terremoto en Esparta, salvando la vida de sus habitantes y también hijo de Mileto.
Veinte años más joven que el maestro Tales, afirmaba que el origen de la vida no se hallaba en el agua porque de ser así, la primacía de este elemento hubiera sofocado la existencia de los demás como el fuego, la Tierra y el aire. Anaximandro afirmaba que el origen de la vida era el Super-elemento llamado ápeiron que funcionaba como una especie de árbitro y que ponía en su lugar al elemento que cruzaba sus límites con respecto a los demás.
De los muchos libros que escribió sólo quedó para la posteridad este fragmento:
El principio de los seres es el infinito...de donde viene la vida de los seres y donde se cumple también su destrucción, según la necesidad, porque todos pagan, el uno al otro, la pena y la expiación de la injusticia, según el orden del tiempo.
Pronto la luz de dedos rosa de la aurora los sorprendió en estas profundas cavilaciones y se aprestaron a bajar a la cocina para ver qué se preparaban para el desayuno.
Joey optó por poner a hervir en agua cuatro huevos. Y Danni fue al patio, habilitó una vieja parrilla y puso sobre las brazas unos pedazos de carne y empezó a asar sus grasas al carbón.
Joey también puso a calentar agua para preparar unos cafés para los dos. La madrugada era fría y empezó a garuar, despacio primero, y luego con mayor fuerza.
Los hermanos Russo comieron con fuerza y apetito, porque sabían que les esperaba un largo viaje. Luego se entregaron con energía a la solitaria labor de revisar las tablas para ver si tenían algún hueco que parchar con cinta impermeable o para colocarle una capa extra de cera antideslizante, sex wax.
Entonces en medio de la penumbra de la madrugada se escuchó el pito del Land Rover y las puertas del vehículo que se abrían y se cerraban de golpe. Pronto Doménica y Nicole estaban dentro de la casa de los hermanos Russo y en el porche, dejaron las grandes maletas con las ropas y Doménica le pidió de comer a Danni. El chico Russo, besó a su enamorada en la boca y rápidamente se dirigió a la cocina a preparar una olla de arroz con pedacitos de coliflor, frejolitos palito, que habían dejado remojabdo la noche anterior para que esté suave, y todo sazonado con albahaca y arverjitas, y luego abrió una lata de atún, también preparó una jarra de fresco solo.
Nicole cogió un periódico viejo y leyó un artículo de un tal J.G.G.:
El General Robert Lee, comandante en jefe del ejército confederado durante la guerra de secesión norteamericana, cierta vez elogió mucho a un oficial que lo había censurado. Su interlocutor, muy asombrado, dijo a Lee:
Mi general, probablemente no sabe las cosas que ese hombre ha dicho de usted.
Lo sé-replicó Lee-. Pero me preguntaron qué opinión tengo de él, no qué piensa él de mí.
Luego continuó con la lectura de otro artículo similar firmado por un tal A. P. y dijo:
El presidente norteamericano Gerald Ford, al observar un retrato suyo donde aparece con la mano izquierda en el bolsillo, comentó: “Como conservador en materia fiscal, siempre me agrada ver a un político que tenga la mano metida en su propio bolsillo”.
Mientras Danni preparaba el desayuno, Doménica se le acercó por detrás y lo abrazó con ternura. Este fue un sentimiento nuevo en la vida de Danni Russo. La única ternura que él conocía hasta entonces era la de su madre y la de su padre. Pero nunca había sentido la ternura de una mujer. Ella lo abrazó y apoyó su cabeza sobre su ancha espalda. Para Doménica todo un nuevo mundo le había abierto las puertas al conocer a Danni: el surf, los viajes, las fiestas.
Hasta entonces, para Doménica, Salinas no era más que un lugar desértico y caluroso que no tenía ningún interés, un lugar aburrido donde pasar las vacaciones mirando gente extraña y donde pasar encerrada viendo televisión.
Ahora, con Danni, conocía un lugar para ir a patinar, escuchar música, conversar con sus amigas, comer ricos hot dogs y ver la vida con nuevos ojos. ¿Era esto lo que sentía su mamá por su papá?, ¿era esto lo que los profesores de literatura en el Liceo Panamericano le hablaban cuando pronunciaban la palabra amor?
Con Danni, Doménica se sentí segura e independiente. Nunca sabía lo que iba a pasar en ese día. A diferencia de estar con sus padres donde siempre sabía lo que iba a pasar o lo que iban a hacer, con Danni todo era un misterio. El azar dominaba sus vidas. De pronto sus melancólicos pensamientos fueron interrumpidos por Joey y Nicole, que les dijeron:
¡Las carnes ya están listas!
Ok-dijo Danni-, sírvanlas pronto-.
Doménica se había levantado tan temprano para ese viaje como cuando se levantaba para ir al colegio, y no había tomado desayuno, por lo que se sentía hambrienta. Devoraba esos pedazos de carne con un hambre exquisita, ésta por ejemplo, era otra nueva sensación que descubría al conocer a Danni.
Después de las carnes asadas, vinieron los platos de arroz humeante y las chicas se servían la comida con impaciencia, lo devoraban todo hasta el último granito y luego se refrescaban al servirse sendos vasos de fresco solo.
Danni iba de la cocina al comedor con la premura y la perfección de un gran chef italiano. Sólo le faltaba la gorra de cocinero. Cuidaba de que todos estén bien servidos y luego se fue al patio para apagar bien el fuego y evitar un incendio.
El temor a un incendio en aquella casa de madera era la pesadilla constante de los hermanos Russo. Siempre estaban revisando las llaves del tanque de gas, las cenizas de las fogatas y mirando por todos lados para evitar cualquier chispa que provocara una flama mortal, que consumiera su preciosa casa de madera.
De pronto, afuera, se escuchó el claxon de la Station Wagon de Manuel Fernando que venía con Ingrid, Pava Loca y Roberto. Ellos también entraron muertos de hambre y Danni tuvo que poner aceite en la cacerola, hacer una mezcla de harina, huevos y aceite, y junto a su hermano ponerse a batir y batir hasta que la masa de los panqueques esté lista para poner a freír.
Pava Loca estaba bien sentado en la sala, leyendo en aquellos periódicos viejos y muriéndose de la risa cuando la pequeña Nicole le preguntó:
¿De qué te ríes?
Escucha esta noticia- le dijo Pava Loca-.
JOVEN GOLPEA A SU ESPOSA DE 77 AÑOS
Roma, (EFE).- Un joven de 28 años ha sido detenido en la localidad de Colobraro, en el sur de Italia, acusado de extorsionar y propinar frecuentes palizas a su esposa de 77 años, dijo la policía.
La propia anciana había denunciado a los agentes los malos tratos que sufría a manos de su violento esposo, Massimo Di Napoli, a quien habría entregado bajo amenazas más de cien millones de liras (cerca de cincuenta mil dólares), según declaró. La insólita pareja había contraído matrimonio hace dos años.
Uuyyy, ¡pero qué horror!-dijo Nicole-, ¿y eso te hace gracia?
¿Y a ti qué te pasa?, ¡claro que me produce risa!, ¿no te parece absurdo y chistoso esta locura?
A mí me parece horroroso y tremendo-dijo Nicole-, para empezar la diferencia de edad y luego las golpizas, a mí me parece un asunto de locura.
Sí, sí, pero no es para tanto.
Al rato apareció en la cocina Joey y Danni, todos sudados, con la bandeja de plástico llena de panqueques bañados en miel de caña.
Uyyy, ¡qué sabroso se ve eso!- dijo Roberto que era el más gordito y melenudo del grupo-.
Todos a comer- dijo Danni-, todos vengan a comer que ya está servido.
Miren, escuchen esto, se trata de un artículo del profesor Paul Samuelson, un economista famoso que mi papá siempre cita-dijo Nicole- y de inmediato se puso a leer:
AMOR
29 de diciembre de 1969
¿Un economista escribiendo sobre el amor? Después de eso, seguro que los fontaneros se pondrán a escribir sonetos sobre la belleza.
Me refiero, por supuesto, al amor no en el sentido griego de eros, sino más bien de ágape (que la tercera edición del Diccionario Webster define como “amor espontáneo y altruista que se expresa libremente sin cálculo de coste o ganancia para quien lo otorga o de mérito en quien lo recibe”). Pero no estoy seguro de que estos dos conceptos puedan divorciarse-ejem-del todo: puede que los problemas de Soames Forsyte en la cama tuviesen cierta relación con su arrogante sentido de la propiedad.
Si en las siete primeras ediciones de mi manual de introducción a la economía logré omitir la palabra amor en el índice, ¿por qué no puede la octava arreglárselas sola? No es que se me hayan reblandecido de pronto los sesos, de veras. Más bien se me ha despejado la cabeza con cierto retraso: para explicar los hechos científicos que tenemos que explicar, si no hubiese existido el amor habríamos tenido que inventarlo. Es evidente que contradigo lo que me enseñaron en la Universidad de Chicago como primera y única ley de la economía: “Todo tiene un precio”.
Sí, sí, ¡qué divertido!, ¿pero quién entendió lo que leyó Nicole?- dijo Manuel Fernando-.
Y todos los chicos rieron. Y después se quedaron unos instantes en silencio mientras comían los panqueques.
Nicole dijo interrumpiendo el silencio:
- ¡Acaba de pasar un ángel!
Cuando terminaron se dispusieron a coger las cosas y las tablas y meterlas en el Station Wagon de Manuel Fernando.
El viaje empezaba. Todos a bordo en el Station Wagon con rumbo a Jipijapa, Portoviejo, Tosagua, Bahía, pasar la Satation Wagon en la gabarra y de ahí de San Vicente a Canoa.
A los chicos los esperaba largas horas de viaje por una carretera fría, sinuosa y desértica. Horas y horas de viaje. Un viaje largo y perezoso, contemplando los hermosos paisajes desérticos.
En el momento en que salían de Chuyuipe se dieron cuenta que los padres de los hermanos Russo venían en sentido contrario, llegando del Guayas. Danni le dijo a Manuel Fernando que se detuviera y se bajó del vehículo para ir a hacer señales al otro, que venía en sentido contrario para que se detuviera. Danni habló con sus padres y consiguió sacarles algunos sucres, y luego volvió a embarcarse en el vehículo de Manuel Fernando.
Cuando llegaron a la playa de Bahía de Caráquez, ahí se estaba celebrando la fiesta de una chica de apellido Estrada. Todos estaban disfrazados y bebiendo canelazos dentro de una gran cabaña con techo de paja y construcción de caña y todo decorado con globitos y serpentinas.
Apenas pisaron suelo de Bahía fueron al mercado central para proveerse de tamales, bollos, empanadas de camarón, corviches, natillas, huevos fritos con bolón, cebiches de pulpo y mixtos. Todo el grupo comió con apetito después de tan largo viaje y Doménica y Nicole observaban a las chicas de Bahía de Caráquez y a sus habitantes como si fueran seres de otro planeta; una civilización más atrasada en el tiempo, como si en aquel lugar la moda se hubiera estancado en la época dorada de Bob Marley y la música jamaiquina de reggae.
Cuando terminaron de almorzar, subieron por la calle del parque del obelisco y se percataron de que a esa hora de la tarde, ya no funcionaba la gabarra o barcaza que los llevaría a San Vicente y por último a Canoa. Pero los chicos de Bahía no los querían aflojar y las chicas formaron un círculo alrededor de Ingrid, Doménica y Nicole. Todo el mundo bebía, bailaba y bailaba.
Manuel Fernando se enteró por boca de un chico de Bahía de Caráquez, que más allá de la playa de Canoa se encontraban unas cavernas llamadas LOS APOSENTOS, donde se efectuaban encuentros amorosos de todo tipo. Todo eso tenía que ocurrir en marea baja porque si a los amantes los sorprendía la marea llena quedarían atrapados de manera peligrosa. Manuel Fernando tomó nota del dato y se lo guardó para contarlo a los chicos más tarde.
Las chicas estaban cansadas por el largo viaje, así que de manera muy cortés se fueron abriendo del grupo de alocadas danzarinas, que las habían recibido como seres de otros planetas y se fueron directo a la Station Wagon a dormir en los colchones que estaban en su interior.
Roberto y Pava Loca se pusieron de acuerdo con Danni y Manuel de que no era justo que las chicas pasaran incomodidades, y se fueron despidiendo de los demás fiesteros y se fueron a ver si contrataban una lancha que los cruzara a San Vicente. Pero todo fue inútil. Tendrían que pernoctar en Bahía, así que se fueron al hotel VERA y se metieron todos en un cuarto para dos personas.
Aquel hotel de madera estaba provisto de corredores estrechos y paredes de madera pintadas de verde con blanco, que despedían un olor rancio a queroseno.
Las camas fueron ocupadas por las chicas. Por suerte las tablas de los chicos estaban forradas con fundas para dormir o sleepings bags, y el dormir no fue un problema.
En sus inicios, como surfistas, habían aprendido a dormir en carpas pequeñas para dos personas, carpas que se desarmaban con los ventarrones de las madrugadas, y que había que volver a armar medio dormidos, en medio de la noche. En definitiva estaban acostumbrados a pasar incomodidades con tal de correr olas grandes. Como las chicas estaban muertas de hambre, se sirvieron los corviches y las empanadas de camarón que habían comprado en el mercado central de Bahía y que habían guardado como reserva.
En medio de la noche, Manuel Fernando le comentó a Roberto, Pava Loca y Danni sobre el descubrimiento que había realizado sobre aquella playa del amor llamada LOS APOSENTOS, y sobre la advertencia que le habían dicho sobre la marea alta. Tarde o temprano tendrían que ir a conocer aquellas cuevas de rocas empinadas.
Ya era de madrugada y los chicos apagaron las luces y se hizo el silencio. De pronto Zeus, el que nubes reúne, desató una tempestad tropical y empezó a llover torrencialmente y de las paredes del hotel se desprendía una humedad dulce y fragante, que inundó el ambiente con olor a sándalo.
Los chicos se sentían protegidos en aquel pequeño cuarto de dos camas.
Nicole se puso a rezar el padre nuestro mentalmente. Mañana sería otro día.
El tiempo que pasaron durmiendo transcurrió raudo y casi no lo podían creer cuando llegó la madrugada y el amanecer. Todavía se sentían cansados.
Las chicas no se querían mover de sus camas, y Pava Loca estaba apurado porque todos se movieran y se vistieran de manera rápida.
Pronto estaban con destino a la gabarra, que los transportaría con Station Wagon y todo a San Vicente, y de ahí, por la playa, en marea baja, a Canoa. Pasaron por LA OLLA DE BRICEÑO, BRICEÑO y finalmente llegaron a CANOA.
El espectáculo que ofrecía el transporte de la gabarra, con sus aguas de color verde esmeralda y su viento fresco era tremendamente bello y salvaje. Muchos niños pobres se la pasaban lanzándose al agua desde los estribos de la gabarra hasta cuando esta arrancaba con destino a San Vicente.
Era un espectáculo folclórico de primera, el ver a las chicheras cargadas de gente, pollos y mercaderías deslizarse por la arena en marea baja, con rumbo a Canoa.
Cuando llegaron a Canoa lo primero que los asombró fueron el rugido del oleaje que reventaba con gigantescos tumbos de olas sobre las orillas.
Canoa asombraba con su malecón y su calle principal llena de gente y algo de comercio. Pero lo que más sorprendió a los muchachos fue el tremendo desfile que se desplazaba por la calle principal como si los locales se hubieran enterado de que llegaban ellos y lo hubieran ejecutado en su honor. En las esquinas había puestitos que vendían del fuerte canelazo.
El desfile estaba animado por cachiporreras, payasos, fuegos artificiales y la música de la banda local.
Al fondo de la avenida principal estaba el pico con sus olas de tres metros y de dos cuadras americanas de distancia.
Danni divisó una mancha de delfines, cabezas de tortugas marinas, que emergían de vez en cuando. Unos locales estaban jugando voley y los invitaron, pero la necesidad de meterse en el agua era tremenda.
Pronto, pronto, se quedaron en los pantalones de baño, cogieron las tablas y se metieron al agua.
Había que remar del putas, loco. Remar y remar a toda prisa, para evitar las barredoras que se les venían encima. En aquella playa de Canoa, dabas dos pasos dentro del agua y ya estaban mar adentro, vapuleado por fortísimas corrientes marinas. Los chicos se quedaron pasmados, cuando al llegar a la punta de Canoa se percataron que una mancha de delfines se encontraba en el punto de quiebre caracoleando sobre las olas.
El primero en llegar fue Pava Loca, que en el playero de Canoa le daba la espalda a la ola. Rápidamente se posicionó y se fue en una ola de tres metros. De inmediato puso las manos apropiadamente y doblando las rodillas se tubeó en medio de aquella mole de agua. Mientras se tubeaba, Joey iba remando y lo observaba todo hasta cuando él también llegó a la punta para esperar la llegada de las mamas rusas.
La ola de Canoa era un beach break, lo que significaba que no había un point fijo donde coger la ola, sino que era una multitud de picos que se formaban y que los surfistas tenían que remar de un lado para el otro para cazarlos e irse en una de sus olas.
Roberto, Manuel Fernando y Danni remaban despacio, como saboreando el bello momento que estaban viviendo. Cuando llegaron al punto no se apresuraban en coger olas como locos como hacían Joey y Pava Loca, que parecía que estaban en un mano a mano de alguna loca competición imaginaria.
Danni remó una ola de cuatro metros y se fue en ella, dejando una estela de agua en el aire. En la cabeza de Danni sólo había una idea: llegar hasta debajo de la ola y subir lo más aprisa posible.
Las chicas no podían creer lo que estaban viendo. Sus amigos parecían unos puntitos diminutos comparados con el tamaño de las olas que montaban.
Afuera las chicas se frotaban sus estilizados cuerpos con Coopertone, enterraban los pies en la arena, acomodaban el viejo parasol, se entretenían con la vista de la playa virgen y selvática de Canoa y comenzaron a hablar sobre las distintas formas de besar.
Después de un rato de conversación todo se interrumpió, cuando Danni salió del agua para ir directamente donde se encontraba recostada Doménica sobre una toalla. Y luego le preguntó:
-¿Quieres pasear al otro lado del cerro?
¿Qué hay por allá?-respondió inocente Doménica-.
Una playa para enamorados llamada LOS APOSENTOS, ¿quieres venir?
¡Bueno, vamos!
Danni y su enamorada pasaron un buen rato caminando por la playa abrazados hasta empezar a subir por el caminito entre la selva tupida, que los conduciría hasta las cuevas de LOS APOSENTOS.
Cuando llegaron, aprovecharon la marea baja para adentrarse entre el largo laberinto de rocas. Cuando llegaron a una pequeña duna entre la arena, Danni se acostó y le hizo señas a Doménica para que se recueste a su lado. Luego Danni le preguntó dulcemente a su morenita:
¿Hace cuánto que no me besas?
Hace una larga hora –respondió ella con una sonrisa pícara en sus labios-.
¡Déjame besarte!- le dijo Danni-.
¡Bueno!
Danni empezó por juntar sus labios a los de su enamoradita y ella se dejaba hacer tranquilamente, hasta parecía también disfrutar de aquel momento. Entonces Danni le dijo al oído:
Doménica, déjame besarte las tetitas, ¿sí?
¡Danni!- se quejó media asustada y escandalizada Doménica-.
Danni no esperó la respuesta, y suavemente le quitó el traje que cubría sus pequeños pezones. Y llevó sus labios hasta succionar aquellas mamas tiernas y suaves, mientras conseguía arrancar de Doménica suaves quejidos de secreto placer y lamentables ruegos:
No Danni, no, no me hagas daño, por favor.
Entonces Danni reaccionó y se sintió mal por haberse dejado arrastrar por la pasión. Los remordimientos católicos fueron tan grandes, que junto con el sabor amargo que los pezones de Doménica le habían dejado en la boca, se sintió preso de un fuerte malestar. Entonces, con lágrimas en los ojos le dijo:
¡Lo siento!, ¡lo siento mucho mi amor!, ¡perdóname!
¡Qué hiciste, Danni!, ¡qué hiciste!
Ambos muchachos de diez y siete años se sentían avergonzados como la primera pareja pecadora del Edén.
Mientras tanto en la punta de Canoa, Roberto estaba deleitando a las chicas con sus piruetas soul sobre las olas. Parecía que aquella ola de tres metros, tan larga como una cuadra americana, hubiera sido hecha para Roberto. Él bajaba las olas con una gracia y una determinación casi elástica. Tenía un fino sentido para seleccionar la ola que lo llevaría y para dejarse arrastrar por la espuma. Manuel Fernando se concentró en las olas de gran tamaño y de esa manera se sentía libre. Hubo un momento en que agarró una ola que parecía de cuatro metros, de lo grande y descomunal que era, y se fue en ella de lo más tranquilo, como si nada. Pava Loca y Joey se quedaron con la boca abierta, el corazón palpitante, y bien impresionados de semejante proeza.
Después de un rato Danni y Doménica regresaron de LOS APOSENTOS y venían entre preocupados y felices, porque habían abierto nuevas puertas en su vida, traían en sus labios un nuevo conocimiento sobre su sexualidad, y poseían en sus manos el gusto y el terror de un nuevo secreto entre ellos.
Ingrid de inmediato se dio cuenta que algo había pasado allá, porque en el rostro de Doménica se reflejaba algo, un misterio, había una cierta satisfacción que la preocupaba, una sensación agridulce.
El tiempo transcurrió apaciblemente y llegó la hora del crepúsculo. Los chicos empezaron a mostrar los signos del cansancio y del frío.
Cuando salieron del punto, empapados y hambrientos, las chicas los estaban esperando alrededor de una fogata que había realizado Danni con la ayuda de Doménica y todas estaban cubiertas con colchas por el frío producido por el viento de la tarde y la brisa marina.
De inmediato se fueron al hotel Palmeche y alquilaron una habitación con dos literas. Entonces Pava Loca los sorprendió con una noticia nueva y refrescante: había traído de Salinas un cassette con música de un concierto en vivo de Peter Frampton.
Los chicos esperaron que las chicas se bañen con agua dulce mientras se deleitaban con la música de Peter Frampton, su guitarra eléctrica y su sintetizador. Los chicos y las chicas después del baño se deleitaron con algunos manjares que habían comprado en la calle principal de Canoa.
Los chicos estaban muertos de cansancio y sólo querían quedarse, ahí, acostados en la cama sin hacer nada, pero las chicas estaban impacientes por salir a pasear por la avenida única de Canoa para ver qué había de nuevo. Al final tanto insistieron que Manuel Fernando, Danni y Joey accedieron a salir, menos Pava Loca y Roberto que decidieron quedarse acostados en el hotel.
La noche estaba transparente, las estrellas brillaban allá en lo alto del negro firmamento con un esplendor único y sorprendente. Manuel Fernando e Ingrid iban adelante caminando con las manos entrelazadas, Joey y Nicole los seguían de cerca y Danni y Doménica iban en la vanguardia caminando abrazados. De pronto Doménica le dijo a Danni en el oído y en voz bajita:
¡Espero que no le cuentes a tus amigos lo que me hiciste en LOS APOSENTOS!, ¿ok?
No, por supuesto que no, mi amor. Eso es un secreto entre tú y yo. Además si otras personas se enteraran, tendría que casarme contigo, ¿no?
¡No tendrías que casarte conmigo por eso!, además no fue nada, no pasó nada.
¿No pasó nada?- preguntó irónico Danni-. A mi me parece que te arranqué un pedacito de tu vida, ¿no?
¡Tonto de mi vida!- le dijo Doménica-.
De pronto, al final de la calle, llegaron a una cabaña de madera y caña de la que se escuchaba a todo volumen una canción de Bryan Adams, titulada: THE SUMMER OF 69, y resultaba que en aquella cabaña se encontraban cuatro amigos más de los hermanos Russo y se trataban de Jaime, Rod, Chechi y Gustavo.
Jaime estaba asomado en la ventana y los vio y de inmediato los llamó y los hizo pasar. Jaime tenía el brazo enyesado porque en una caída que sufrió en LA FAE, en marea baja, chocó su brazo con una filuda roca y se le partió el hueso.
Cuando Manuel Fernando, Danni y Joey entraron a la cabaña junto con las chicas no podían creer lo que estaban viendo. Sus cuatro amigos habían abierto un cartón de botellas de vino Concha & Toro y se la estaban pasando de lo lindo con la radio de pilas, el ambiente todo iluminado por las velas y el vino que corría como río desbordado por la lluvia. De pronto afuera se empezó a iluminar el firmamento y a escuchar fuertes estampidos provocados por los rayos, truenos y relámpagos y de inmediato se desató una fuertísima lluvia.
Adentro las chicas se acomodaron en el suelo de madera y Nicole las sorprendió al encontrar en un rincón de la cabaña unas cartas para que ella, y sus amigas se pongan a jugar para no aburrirse.
Los chicos empezaron a contarse historias de cuándo habían llegado y se pusieron a beber del dulcísimo vino rojo como la sangre. Todo al compás de los acordes de la música de la banda de Super Tramp, TOTO y de Bryan Adams.
Así pasaron toda la noche, bebiendo y hablando de tabla y de las olas grandes e interminables de Canoa.
Afuera la lluvia se había convertido en tempestad y el agua venía con viento. Manuel Fernando después de unos cuantos vasos de vino sintió caliente la sangre y se fue a acostar al altillo de la cabaña junto con Ingrid. Ahí se quedaron hablando sobre cómo estaría de crecida la marea mañana por la mañana, de cómo serían sus hijitos cuando los tengan, de cómo regresarían a Salinas después de tres días, de la gasolina para la Satation Wagon y del hambre. Ingrid tenía mucha hambre, así que Manuel tuvo que levantarse y bajar por la escalera para preguntarles a los chicos si tenían algo de comer y fue Chechi, quien les respondió:
Tenemos unos sánduches de atún de ahora en la tarde que sobraron y pescado seco con sal, ¿los quieres Ingrid?
¡Claro que sí!, estoy hambrienta, ¡cómo se te ocurre!
Y la enamorada de Manuel Fernando devoró los sánduches de atún con mayonesa con el placer de un náufrago. El hambre de Ingrid contagió a las otras chicas y ellas devoraron todo el pescado seco con sal que quedaba. El pescado seco era una exquisitez de la península y consistía en coger el pescado crudo, bañarlo en sal y dejarlo que se cocine al sol y de esa manera quedaba sabrosísimo al paladar de los turistas.
Después de comer los chicos se quedaron con los rostros iluminados por las velas y Danni empezó a contar la tenebrosa historia del encadenado de Santa Elena. El asunto consistía en que en Salinas en la época remota había un borrachín, que siempre se iba ebrio a la casa después de salir de su trabajo y en una ocasión lo apuñalearon y lo encadenaron en las vías del tren. Lógicamente, cuando el tren pasó, despedazó el cadáver. La tradición cuenta que desde entonces todas las noches, a las doce de la noche, los perros comienzan a ladrar desde Santa Elena hasta Salinas.
Curiosamente Manuel Fernando confirmaba aquella historia porque él era un gran trasnochador y siempre se había familiarizado con los aullidos fantasmagóricos y sin explicación de los perros a las doce de la noche salinera.
Las chicas después de oír tan tétrica historia se quedaron despiertas, con los ojos bien abiertos, mirándose las unas a las otras, hasta bien entrada la madrugada.
QUINTA PARTE
EL SEGUNDO DIA EN CANOA
Cuando terminó de llover y las chicas se hubieran aburrido de jugar y jugar cartas interminablemente, de jugar al acusado y al teléfono, los chicos decidieron regresar al hotel PALMECHE, y se despidieron de los cuatro amigos que estaban ya acurrucados en sus fundas de dormir, que también utilizaban como forros para las tablas.
Aquella noche en Canoa el clima era incomprensible. La noche lucía despejada, estrellada, y al momento del cielo se desprendía un aguacero, que ya casi parecía una tormenta eléctrica, y luego,, nuevamente volvía a escampar, pero ahora, la noche en aquel punto de la costa y fin del mundo, lucía nublada, fría y el ambiente estaba lleno de humedad.
La única calle principal estaba casi intransitable por el lodo provocado por la lluvia y cuando llegaron al hotel PALMECHE, tuvieron que sacarse los zapatos y llevarlos en la mano al cuarto.
Cuando entraron al cuarto todo estaba oscuro y tuvieron que encender la luz. Al ver que Pava Loca y Roberto estaban dormidos en sus respectivas fundas de dormir, dejaron para mañana la noticia de que habían llegado a Canoa Chechi, Jaime, Rod y Gustavo.
Esta vez Danni se acomodó en una litera junto a Doménica y Manuel Fernando se acomodó en la otra con Ingrid. Joey se metió en su funda de dormir y Nicole se fue a la cama de una de las literas.
Las noches en Canoa son silenciosas, muy silenciosas. La humedad hacía transpirar los cuerpos y Joey no podía dormir porque el vino le hacía hervir la sangre. De pronto se destapó, se levantó, cogió la radio de pilas con el cassette de Peter Frampton y se fue a la cama. Ahí la encendió para escuchar la música con volumen bajito y después de escuchar algunas canciones se quedó sumergido en el negro abismo del sueño.
Afuera los dioses observaban.
La aurora de dedos rosa pronto apareció por la ventana del hotel PALMECHE y el primero en levantarse hambriento fue Pava Loca. Con su cuerpo delgado, su larga melena a lo Marck Richards, de amplias espaldas, se dirigió al baño y se cepilló los dientes. Cuando salió, Roberto lo estaba esperando para entrar al baño pues tenía urgencia de orinar y evacuar.
Poco a poco se fueron levantando el resto de la gallada y de inmediato les empezó a rondar a todos una sola idea en la cabeza: ir a desayunar.
Las chicas se vistieron con sus trajes de baños y sus abrigos y se fueron a desayunar a un restaurant que quedaba junto a la playa. Las mesas eran de madera y sobre ellas los dueños habían colocado unos plásticos de diferentes colores que las cubrían completamente. Aquellos manteles estaban limpios, recién restregados para evitar a los turistas la molesta compañía de las moscas.
Desde donde estaban podían ver el punto de quiebre y se dieron cuenta que el mar estaba agitado, las olas estaban grandes después de la tormenta de anoche.
Los chicos bebieron rápidamente su taza de café y se comieron aprisa sus bolones de verde con tocino y se fueron directamente al mar.
Las chicas lo hicieron todo con más calma, masticaban despacio, con sus ojos se extasiaban de la hermosura del paisaje compuesto por arena amarilla, vegetación verde del cerro junto ala punta y el mar azul. Toda la atmósfera era salvaje y una borrachera de colores y olores primitivos, completamente diferentes a los de la gran ciudad con sus cloacas pestilentes, su ruido contaminante, el ajetréo y los alaridos de los choferes que siempre pitan...
Cuando los chicos llegaron a la orilla, descubrieron la figura alta y regordeta de Jaime con su brazo enyesado, y junto a él, se hallaba Rod, todo mojado y secándose con una toalla, ellos estaban impacientes por colocar la cera sobre la tabla y el cordón salvavidas en los tobillos.
Pronto se metieron en el agua sólo para descubrir que mar adentro estaban Chechi y Gustavo, remando contra la corriente.
Joey se quedó afuera un momento ayudando a las chicas a armar el parasol, haciendo compañía a Nicole y mirando el horizonte de la playa cubierto parcialmente por una neblina, rota apenas por el estruendo que producían las olas al reventar sobre el mar, olas gigantescas y feroces.
De pronto Rod y se dirigió a Joey y le dijo con tono solemne:
Oye pelado. Ven acá. Ténme este cigarrillo.
Y le puso en la mano a Joey un cigarrillo de marihuana. Y luego agregó:
Este cigarrillo es sólo para mí cuando salga de hacer tabla para ver el atardecer.
Bueno.-le contestó nervioso Joey-.
Después de un rato apareció fuera del agua la figura de Chechi y se le dirigió a Joey y le preguntó:
Rod te dejó un grifo, ¿no?
Sí, pero me dijo que no me lo fumara que era sólo para él para después de surfear y para ver la caída del sol.
No importa, no importa, dámelo que yo lo prendo, y si Rod te dice algo yo le digo que me lo fumé yo.
¡Estás loco, hermano, ese hijoputa es capaz de sacarme la chucha por ese bate!
No te preocupes pelado que yo hablo con él. Vamos, vamos, rápido enciéndelo ya, apúrate.
Además están las chicas, imagínate lo que van a pensar.
No te preocupes que yo me voy caminando por la playa y no se van a dar cuenta de nada.
Bueno, toma tu grifo, yo no sé nada de todo este asunto, yo me desentiendo de este lío que vas a formar.
Y efectivamente se fue Chechi por la playa con rumbo a las cuevas de LOS APOSENTOS, fumándose su grifo y disfrutando del paisaje, mientras las chicas se lo quedaban viendo con reprobación. Cuando Joey se acercó al grupo de las chicas éstas lo cogieron a cargo y lo interrogaron como si fuera un delincuente.
¿Y qué quería Chechi?-le dijo Ingrid a Joey-.
Nada quería que lo acompañe a conocer LOS APOSENTOS, pero le dije que allá sólo van las parejas de enamorados a toquetearse, ¿no?
Y cuando dijo esto, Doménica agachó la cabeza y se puso coloradita. Ingrid en seguida tomó nota de este asunto y se quedó pensativa mirando el horizonte marino donde se dibujaban las siluetas de los chicos cogiendo olas de manera automática y bajándolas desde una altura de vértigo. Ellos sí que sabían pasarla bien. A ellas sólo les tocaba echarse el bronceador y coger el poco sol que despuntaba aquella mañana en Canoa.
Pero justo atrás de ellas los locales habían improvisado una cancha de voley ball y a Nicole se le ocurrió la idea de echarse, con las muchachas, un partidito junto a Joey, que de inmediato dijo que sí.
Así que Doménica e Ingrid hicieron un equipo y Nicole y Joey hicieron pareja para enfrentárseles en un juego amistoso, teniendo como árbitro a Jaime con su brazo enyesado.
Mar adentro Gustavo y Danni se estaban disputando una ola gigantesca de tres metros que venía toda oscilante desde el horizonte. Cuando Danni la cogió ya estaba sobre ella Gustavo y éste le dijo:
Heeey, salte que esta ola es mía.
Y Danni se quedó pasmado viendo impotente como Gustavo se iba en una olota descomunal. Más atrás Manuel Fernando se iba en una ola que parecía de cuatro metros y en verdad os digo que este muchacho era un surfista de alto nivel.
Rod empezó a remar una ola que Pava Loca le cedió gustoso. En ese momento en Canoa había olas grandes hasta para regalar. Rod empezó a remar y remar aquella ola y finalmente la agarró hasta irse y bajar la concha que rápidamente se formó. Fue un descenso espectacular. Algunos locales de Canoa se empezaron a aglomerar en la playa para ver a estos turistas bañarse y hacer sus acrobacias sobre las olas furiosas.
Después de un rato Danni le puso el ojo a una ola grande, la remó y logró irse en ella. La ola era tan perfecta que una vez cogida la ola, de inmediato Danni logró tubearse dentro de ella.
Cuando pasaron las tandas de mama rusas a Pava Loca no le quedó más que conformarse con las olas que ya había corrido hasta que de pronto atrás en el horizonte empezaron a aparecer unas enanas blancas, que eran tubulares y rapidísimas y entonces Pava Loca decidió que era el momento y la oportunidad que estaba esperando.
Pava Loca remó con toda su fuerza una enana blanca que ni bien la cogió, el grueso labio del pico le reventó en la espalda y lo tubeó. Al mismo tiempo Pava Loca, con un equilibrio increíble, descendió por el filo de la ola salvando la peligrosa concha hueca que se había formado en esta olita rapidísima de dos metros.
Cuando Chechi terminó de fumarse el cigarrillo de marihuana de Rod, se detuvo en el camino selvático que lo conducía a través de las montañas con rumbo a los aposentos, y regresó a Canoa. Caminar por en medio del follaje grifote era toda una aventura, pero había que tener cuidado con las garrapatas que pululaban por entre esos montes. Aquellos bichos diminutos podían beberse tu sangre hasta crecer tres veces más de su tamaño normal.
Danni cansado de correr olas y deseoso de sentirse cerca de su enamorada, cerca del tierno calor de su cuerpo, cogió una ola y se fue a la orilla. Salió todo encharcado de agua salada, enterró la tabla hasta dejarla parada en la arena húmeda y caminó hasta donde estaba Doménica toda agitada y sudada mientras jugaba voley ball.
Con una sonrisa en los labios y con una mirada pícara le dijo mientras la miraba profundamente a los ojos:
¿Quieres ir de nuevo a LOS APOSENTOS?
Y ella le respondió aterrorizada, pero llena de entusiasmo:
¡Bueno!
Ingrid le dijo:
¡Doménica no te vayas que descompletas el equipo!
Pero Chechi, que estaba grifote de espectador del partido le dijo a Ingrid:
Déjalos a los tórtolos que se vayan a pasear por la playa. Yo ocuparé el lugar de Doménica. ¡A ver, a ver!, ¡juega!
Danni y Doménica se fueron abrazados por el viejo caminito en medio de la selva hacia las cuevas de LOS APOSENTOS. Sus corazones palpitaban aprisa porque ambos sentían una necesidad de tocarse, de besarse, de desnudarse y apretar sus cuerpos, de fundir sus almas.
Cuando entraron en las cuevas y estuvieron frente a la duna donde se habían tocado la vez anterior, Doménica fue la primera en acostarse sobre la arena y Danni se sentó junto a ella. Estaba sumamente nervioso. El corazón le latía poderosamente. Doménica le tocó el hombro en señal de que se relajara y Danni se acostó junto a ella y se volteó para mirarla. Entonces Doménica le dijo:
¿No quieres besarme?
Sí, tengo muchas ganas.
Entonces Danni juntó sus labios contra los de ella y luego le besó el cuello y Doménica esta vez no protestó para nada y cuando Danni llegó a sus pequeños y duros pechos, ella se quitó despacio el sujetador de baño, y Danni pudo succionar con más libertad aquellos pezoncitos morenos. Doménica se sentía aliviada porque desde la última vez que Danni la había tocado e interrumpido se había sentido angustiada, su entrepierna estaba siempre húmeda y no sabía lo que la excitaba tanto. Ahora que Danni había vuelto a depositar sus labios sobre sus chichis todo era mejor y ella sentía una tranquilidad y un placer que nunca antes había conocido.
Danni, en cambio, sentía un endurecimiento de su miembro viril, que lo molestaba tanto. Sentía como si una fuerza viva estuviera a punto de desbordarse fuera de él. De pronto decidió no detenerse en las chichis de su enamorada y con sus labios siguió bajando por el abdomen hasta llegar a su entrepierna. Y entonces fue cuando ella se asustó un poco porque nunca nadie la había tocado por ahí. Y decidió advertirle:
¡Cuidado Danni, piensa bien lo que vas a hacer!
Es que me gustas tanto- le respondió Danni-.
No ahí no, por favor- le dijo agónicamente Doménica-.
Pero Danni le fue bajando el pantalón de baño a su enamorada muy lentamente hasta dejar al descubierto su pequeña matita de vello púbico, que estaba empapada de deseo. Danni hundió muy suavemente sus labios en aquel oloroso matorral y restregó sus labios hasta que se decidió utilizar su lengua para explorar la virginidad de Doménica.
Aquellos pliegues de piel estaban saladitos y tenían un olor peculiar. Este proceder arrancaba quejidos a Doménica y unas lágrimas afloraron en los ojos de la niña. Pero Danni ajeno a este drama sólo estaba concentrado en saciar su sed de pasión. Con su lengua recorría de arriba abajo y de izquierda a derecha en aquella hendidura provocándole grandes estremecimientos a Doménica, que sentía que sus entrañas se le iban a salir por entre sus entrepiernas. De pronto se sentó y agarrando con las dos manos la cabeza de Danni le dijo:
¡Ya basta papito, nos estamos haciendo daño!
Y Danni le respondió:
Está bien, está bien. Discúlpame, pero siento que te amo mucho.
Yo sé, yo sé, pero tenemos que controlarnos.
Y de pronto Doménica se percató del miembro endurecido de Danni, que sobresalía por debajo de su pantalón de baño. Y entonces hizo algo sin pensar. Llevó su pequeña mano hasta allí y le apretó el falito endurecido y luego le dijo:
Quítate el pantalón, pronto.
Y Danni, todo tembloroso, se desabrochó el pantalón y su miembro duro como una roca brotó hacia fuera. Y Doménica se acercó y llevó sus labios hasta la cabeza del falo y se metió la pieza de carne en la boca hasta tragárselo todo. Esta vez fue Danni quien la detuvo y la abrazó bien fuerte. Luego le dijo:
¡Vámonos!
¿Hice algo malo?
No mi amor, todo está bien, pero tenemos que detenernos. Vámonos, caminemos hasta Canoa y respiremos el aire puro hasta tranquilizarnos.
Mientras tanto en la playa de Canoa, Rod salía de surfear y fue directamente adonde se encontraba Joey y le preguntó:
¿Dónde está mi bate?
Y al ver que Joey se ponía nervioso porque no aparecía Chechi, le preguntó amenazadoramente:
¿Te fumaste mi bate?
Entonces apareció Chechi y le dijo en tono amistoso a Rod y para que se calmara:
Ya tranquilo Rod, no le vas a pegar al pelado. Yo le dije que me lo diera- y Joey se apresuró a confirmar aquella noticia-.
Sí, sí, es verdad él me convenció de dárselo, fue él.
Y Chechi continuó:
Ya Rod, tranquilo, que no pasa nada, yo te doy ahora de noche de mi funda.
Sí, pero yo quería fumarme un grifo después de surfear para ver la caída del sol, ¿no?
Entonces aparecieron Ingrid y Nicole y al ver el rostro pálido de Joey les preguntaron:
¿Qué es lo que pasa, qué son todos esos gritos?
No pasa nada, no pasa nada-dijo Chechi-. Vamos a seguir jugando Voley, vamos.
Y Joey se fue a jugar Voley en el equipo de Nicole.
Últimamente se habían enfriado las cosas entre ellos. Cada cual andaba por su lado, aunque se acostaran juntos en la misma litera. Era como si Nicole le tuviera miedo y él no quisiera perturbarla para nada y pasar silencioso y desapercibido.
Al final el viaje no había resultado para Joey como él lo había pensado. Las olas eran demasiado grandes y demasiado largas. Y cada vez que cogía una ola tenía que correrla hasta la orila y eso significaba que terminaba a casi medio kilómetro de la playa donde estaban las chicas, y de ahí tenía que regresarse a pie por la playa. Simplemente era demasiado esfuerzo luchar contra la corriente y venirse remando por el mar. La corriente era de mar abierto y halaba durísimo.
Mientras Joey se encontraba en estos pensamientos aparecieron los tórtolos con cara de ser pecadores e Ingrid se la quedaba mirando a los ojos a Doménica como tratando de adivinar lo que estaban haciendo allá y Doménica con una sonrisa de picardía en los labios esquivaba aquella mirada inquisitiva que le dirigía su amiga.
Danni empezó a recoger leña y maderos secos que habían encallado en la arena, papel periódico y basura combustible para hacer una fogata. Cuando la encendió provocó una llamarada gigantesca que alumbró el cielo que empezaba a esconder al sol para dar paso a la noche.
Mar adentro el mar no paraba de generar olas gigantescas, pero los muchachos ya daban señales de agotamiento y frío. Así que, poco a poco, fueron saliendo a la playa a calentarse en la fogata de Danni.
Los chicos comentaban que no había mejor sensación que llegar a una playa que no tiene olas y que de pronto se empieza a picar y a generar olas tras olas hasta ponerse tuco y de gran tamaño.
Luego la sensación de poder de surfear todo el día, salir a comer, y volverse a meter al agua a seguir surfeando. Simplemente no había nada que se puede comparar a esa clase de felicidad.
Pava Loca se puso a contar a los chicos que en una ocasión al viajar a San Mateo se encontró con que la furia del invierno había arrastrado dos puentes entre Manta y San Mateo, y él y Roberto tuvieron que cruzar un río correntoso con el agua hasta el cuello agarrados a una poderosa soga.
Joey hablaba de que los adelantos que un surfista hace en el deporte son mágicos porque simplemente salen, aparecen, sin que uno los espere. Ni te enteras cuando te empiezan a salir las maniobras más inverosímiles e inesperadas.
Manuel Fernando hablaba de que lo que más le gustaba eran las fiestas de pueblo y los matrimonios porque se escuchaba una música ya pasada de moda en el Guayas, y la gente trataba a los turistas de una manera especial como si ellos fueran seres de otro planeta.
Rod y Chechi contaron que en una ocasión cuando regresaban de noche del pueblo a la punta de San Mateo, donde tenían la carpa armada, les salieron unos policías, que les pidieron documentos, y ellos a pesar de que les dijeron que eran surfistas, ante la necedad e insistencia de los policías, tuvieron que decirles que si querían ver papeles, tenían que subir el cerro hasta las carpas, porque ahí estaban sus papeles y en medio del camino-dijo Chechi asombrado y cabreado-, éste hijoputa de Rod salió corriendo...
- Y yo tuve que convertirme en fugitivo de la ley, y salir corriendo también hasta perdernos en el desierto. Y dormimos en medio de la nada, soportando el frío y los policías estuvieron buscándonos toda la noche y gritando. Cuando amaneció, fuimos a la carpa. Los policías ya se habían ido. El cuerpo nos dolía tremendamente por haber dormido en la arena y los matorrales del desierto, y cuando llegamos al cementerio donde estaban armadas las carpas nos dimos cuenta que había una fiesta escandalosa en el cementerio, que los locales, pescadores de San Mateo, habían organizado por el día de los difuntos. Luego Rod dijo:
¿Te acuerdas cuando en una ocasión llegamos a Montañita grifotes y lo hicimos en el momento en que caía el sol?
Sí, sí me acuerdo, estábamos trepados en el techo de la chichera y presenciamos un espectáculo incomparable.
¿Por qué los surfistas fuman marihuana?-preguntó Ingrid-.
No lo sé-contestó Rod-.
Tal vez la marihuana forma parte del estilo de vida de un deportista que continuamente experimenta grandes descargas de adrenalina-se atrevió a opinar Nicole-.
¡Vaya Danni!, ¿de dónde han sacado a esta niña prodigio?- dijo Chechi-.
No deberían fumar marihuana, así todos drogados en medio de las olas furiosas se pueden ahogar-dijo Doménica, preocupada por Danni-.
Lo que pasa es que es super divertido fumar marihuana. Te mueres de la risa. En una ocasión nos fuimos grifotes a visitar una hacienda ganadera por Canoa, y cuando nos sentamos sobre unos maderos, todos alucinados, para ver las vacas, a mí y a Chechi nos dio la impresión de que todas las vacas nos estaban mirando y que sabían que estábamos grifotes. Y fue una idea que a se nos ocurrió a mí y a Chechi al mismo tiempo- dijo Rod sin que se le pueda ocurrir una explicación más intelectual para responderles a las chicas-.
La marihuana no es inofensiva del todo. Tiene radicales libres que son muy irritantes y provocan cáncer al pulmón y a la garganta. Pero por otro lado su consumo está tan generalizado que muchos intelectuales hippies quieren legalizarla- dijo Danni-.
Además hasta ahora no hay un solo registro de una muerte por sobredosis de marihuana, ¿sabían?- dijo Jaime y se frotó su brazo enyesado-.
Bueno, será mejor terminemos esta conversación y nos vayamos a descansar y a bañarnos. Me pica todo el cuerpo por la arena-dijo Ingrid-
De esa manera concluyó el segundo día en Canoa.
Cuando Danni y sus amigos llegaron al hotel PALMECHE estaban sumamente cansados y desesperados. Las chicas estaban impacientes por meterse en la ducha y los chicos estaban hambrientos, pero agotados. Sucios pero felices. La corrida había sido sensacional. Manuel Fernando tenía hinchadas las piernas y los brazos de tanto correr olas gigantescas. Joey le contó a Danni sobre el incidente con Rod y su grifo de yerba y el escándalo que le hizo en la playa. Danni tenía la mente clavada en todo lo que estaba haciendo con Doménica y lo que más le preocupaba era que quería más, y muy en el fondo, sabía que ella también quería más. Roberto y Pava Loca se peleaban el turno de tener la radio para escuchar las canciones de Peter Frampton, pues no había más música que escuchar en todo el maldito pueblo.
Cuando las chicas terminaron de bañarse y acicalarse nuevamente, quisieron salir a pasear por el pueblo ya que desde el hotel se escuchaba el ruido que hacían los locales al celebrar una fiesta. Y esta vez todos los chicos quisieron salir a ver qué pasaba.
Ingrid no la dejaba en paz a Doménica con sus preguntas sobre qué era lo que hacían en aquella playa para los enamorados llamada LOS APOSENTOS. Nicole prefería no enterarse de nada y cada vez que se acostaba en una de las literas se sorprendía de la cantidad de arena que tenían, en una ocasión dijo:
UF, aquí hay más arena que en la playa.
Porque los chicos se acostaban después de llegar de la playa. Toda esta sensación de libertad era algo nuevo para Nicole y la mareaba un poco cuando lo Empezaba a razonar todo. El tener que vivir con aquellos chicos mayores y sus amigas le había abierto la mente un poco y le había ensanchado su horizonte. Pero extrañaba la privacidad y la meticulosa limpieza de su hogar y de su habitación.
Cuando salieron a la avenida única de Canoa fueron testigos del desfile y el ambiente de fiesta. El canelazo campeaba por sus respetos en cada esquina de aquella calle. Todo era una locura y cuando llegaron a la cabaña donde estaban alojados los otros amigos de Danni se alegraron mucho al ver que ellos sí tenían algo que comer. Jaime había conseguido un balde de queso fresco y todos estaban rebanándolo para comerlo. De pronto se escuchó una gran explosión y se fue la luz en todo el pueblo de Canoa. Para rematar se empezó a escuchar tronar el cielo y de pronto empezó a caer un tremendo aguacero. Las chicas se sentaron juntas en el altillo y entre risas nerviosas de complicidad se iban comiendo sus porciones de queso fresco. Para sus paladares hambrientos aquellas porciones de queso eran las cosas más exquisitas del mundo. Abajo Chechi y Rod empezaron a descorchar una botella de vino Concha y Toro y al juntar el rojo líquido con las porciones de queso se sentían los hombres más dichosos del mundo. Manuel Fernando encontró en una funda de dormir un cassette del grupo Rush y se puso feliz de tener otra clase de música aparte de Peter Frampton. Lo colocó en la casetera y ahora sí el ambiente estaba completamente loco con la música esquizofrénica de RED BARCHETA.
Cuando quedaron hartos de comida y bebida se empezaron a acurrucar en sus fundas de dormir y los hermanos Russo y sus amigas comprendieron que era la hora de marcharse, era increíble como todo había transcurrido tan rápido.
SEXTA PARTE
EL TERCER DIA EN CANOA
Danni y sus amigos se estaban quedando sin ropa limpia y sin dinero. Toda la noche había llovido en el pueblo y la humedad se filtraba en la pequeña habitación del hotel. La noche transcurría lentamente y Danni no podía dormir y como estaba acostado junto a Doménica le susurró al oído:
¿Estás dormida?
No puedo dormir con este calor, ¿y tú?
Tengo muchas cosas en la cabeza. No dejo de pensar en ti y en mí.
¿Te preocupa todo lo que hemos hecho?
No sé, no sé. Es una sensación extraña el sexo prematrimonial. Tengo tantas ganas de tenerte, pero luego tengo miedo y me entran muchas dudas. Lo peor de todo es el arrepentimiento. Mis padres no son una pareja ejemplar, ¿sabes? Todo el tiempo se la pasan peleando y discutiendo y parecería que ya no se aman y que se odian. No quiero que eso nos pase a nosotros.
Y Doménica se viró en la cama para abrazar a su afligido enamorado y le dijo con ternura:
No te preocupes por eso, mi amor. Nosotros somos diferentes y nada de eso nos va a pasar. Ya quédate tranquilo, nosotros vamos a ser felices como mis padres, que llevan muchos años de casados, y no necesitan nada en el mundo aparte de ellos dos. Yo soy una mujer muy fiel como mi madre.
Además me preocupa Joey. Hoy pasó un susto terrible. Rod lo amenazó con caerle a puñetes porque creía que se le había fumado su bate.
¿Qué pasa con Joey? Déjalo en paz que se haga hombre. Además hoy estuvo todo el tiempo con nosotras sin despegársele a Nicole. Y Nicole, me parece que ya está harta de Canoa y se quiere regresar a Salinas. La vida vagabunda y nómada del surf no le llama mucho la atención.
Bueno, por suerte, mañana es el último día. Surfeamos en la mañana y nos vamos. Es una maldita desgracia porque las olas están tremendamente poderosas.
Sí, pero estamos completamente chiros. Sin un sucre partido por la mitad y vamos a pasar hambre. A Ingrid no le importa, por lo que veo, ella es como la sombra de Manuel Fernando. Esa sí que es una pareja de enamorados ejemplar. Y a propósito de Ingrid, ¡no para de preguntarme y de sonsacarme lo que hemos hecho en LOS APOSENTOS!
¿Y le dijiste algo?
¡No, qué estás loco!
¡Por Dios no se te ocurra decirle nada porque todo el mundo se enteraría y se armaría un escándalo! Tendríamos que casarnos.
Nadie se va a enterar de nada, papito. Todo eso es un secreto entre tú y yo.
De pronto en medio de la oscuridad de la noche se escuchó una queja:
SSSSHHHH, por favor dejen de cuchichear, cállense y dejen dormir.
Aquella segunda noche en Canoa estuvo llena de humedad acompañada por el ruido que las gotas de agua hacían en el techo del hotel. Rayos y truenos estallaban en el negro firmamento y Danni comprendió que en el mundo existían fuerzas poderosas e inimaginables. Comprobó la existencia de Zeus el que nubes reúne.
Cuando amaneció la aurora de dedos de rosa se posicionó sobre el pueblo de Canoa con su máximo esplendor. La primera en despertarse fue Nicole que no sabía el momento en que los chicos regresaran a Salinas para quedarse metida en el baño una hora y sacarse toda la arena y el sudor pegajoso que la incordiaba.
Se moría de hambre y fue a despertar a Doménica para que se levantara rápido y la llevara a tomar desayuno como si ella fuera su madre y la culpable de todo aquel lioso viaje al fin del mundo.
Pronto las chicas se levantaron y se turnaron para meterse en el baño para lavarse los dientes, orinar y peinarse.
Pava Loca se levantó de buen humor aquella mañana y ya estaba impaciente por meterse al agua a remar y seguir cogiendo olas, el hijoputa era una máquina de surfear.
Cuando los chicos estuvieron listos empezaron a hacer la vaca para reunir todos lo sucres que les quedaban para pagar un buen desayuno. Con el importe del dinero se fueron al mismo saloncito junto al mar de mesas cubiertas de plástico para desayunar huevos duros con café puro.
Pava Loca fue el primero en llegar al punto de quiebre y de inmediato se percató de que la punta estaba repleta de pequeñas manta rayas. Sus rabos ponzoñosos eran un peligro para los deportistas y esto lo puso inquieto. Joey no sabía cómo remar entre tanta manta raya sin llegar a tocar una de las espinas venenosas que llevan en el rabo.
Las olas habían perdido poder, pero seguían siendo grandes y tubulares y Roberto sentía verdadero placer de irse en cada una de ellas y bajarlas con su estilo suave, carente de movimientos bruscos, un estilo soul, donde la elegancia de los movimientos era el lenguaje con que se transmitían las sensaciones que el observador captaba.
Cuando Danni se percató del congestionamiento de manta rayas en el agua, de inmediato le dijo a su hermano que se saliera del agua, pero éste le respondió que como hoy era el último día de surf no se lo quería perder por nada del mundo.
Afuera las chicas recibían la ayuda de Manuel Fernando para colocarles el parasol, para que les untara en las requemadas espaldas las porciones de Coopertone y para conversar un rato. Manuel Fernando se dio cuenta de inmediato que las olas habían perdido altura y a él no le gustaba correr olas sin fuerza. Había traído la radio de pilas y se deleitaba escuchando una y otra vez las canciones de Peter Frampton, Donna Summer, Kool & The Gang y sobre todo la canción RED BARCHETA del grupo RUSH.
Ingrid disfrutaba las pocas ocasiones en que su fiel y eterno enamorado se quedaba en la playa junto a ella. Y en estas raras ocasiones ella le leía interesantes artículos del Selecciones del Reader’s Digest, que tanto le gustaban a ella. Ingrid siempre llevaba unas dos o tres revistas a la playa para leer mientras cogía sol, aunque sólo podía leer cuando el tiempo estaba nublado porque el resplandor del sol le dañaba las retinas.
De pronto Manuel Fernando le dijo a Ingrid:
¿Quieres ir a conocer las cuevas de LOS APOSENTOS?
¡Bueno!- le dijo ella-.
Y Doménica se puso colorada y se sonrió. En aquellos momentos soñaba despierta con Danni y con la forma como la tocaba y se unía a ella. La pasión la atormentaba y quería que Danni de verdad hiciera algo para que ella vuelva a sentir que las entrañas se le escapaban del cuerpo. Pero por otro lado tenía miedo de que alguien los viera. Aunque era imposible que la pequeña y aburrida Nicole los siguiera y los atisbara. Pero sería vergonzoso ser sorprendidos por otros turistas que también iban a aquella playa a tocarse y besarse.
Manuel Fernando e Ingrid se deleitaron con el paisaje al subir por el estrecho sendero selvático a la pequeña loma para llegar a LOS APOSENTOS y ver desde ahí la magnificencia soleada y apabullante del mar.
Cuando llegaron se quedaron verdaderamente impresionados de la altura de aquellas cuevas y pronto se fueron adentrando por los túneles hasta llegar a unas dunas de arena donde se sentaron. Entonces Manuel Fernando le dijo a su enamorada:
-¡Bueno, aquí es donde comienza lo bueno!
¡Estás loco, qué me quieres decir!- le dijo asustada Ingrid-. Será mejor que regresemos, ¿no hay peligro de que suba la marea y nos quedemos atrapados?
Espérate un momento bomboncito, que quiero darte un besito-le dijo Manuel Fernando-.
No seas loco, alguien puede venir. Ya déjate de esas cosas que para eso tenemos el cuarto de mi casa, ¿no?
Y Manuel Fernando creyó escuchar algo, unos pasos, que no eran en realidad nada más que el ruido, el eco de las olas al golpear contra las rocas y se le quitaron todas las ganas de hacer cariñitos a su enamorada. Así que pronto se encaminaron para la salida sin dejar de admirar las formaciones rocosas, que con la fuerza del viento y del agua de mar habían formado aquellas cavernas.
Mientras tanto Roberto, Danni, Joey y Pava Loca habían llegado a la conclusión de que el surf en Canoa había llegado a su fin. Las olas eran cada vez más débiles y el agua estaba infestada de manta rayas, así que decidieron marcharse a Salinas.
Cuando salieron a la orilla se percataron que las chicas habían iniciado una fogata con papeles de periódico, maderas sueltas y basura combustible. Allí estaban sentadas alrededor de aquella fogata, tratando de protegerse del viento helado y de la brisa que venía del mar. Después de un rato llegaron Manuel Fernando e Ingrid y se unieron al grupo. El cielo estaba completamente nublado, el día era gris y amenazaba con lluvia. Nicole estaba desesperada por regresar a Salinas y Doménica se ponía nerviosa por sus silencios prolongados y por su cara de malestar. De pronto Manuel Fernando dijo:
¡Bueno ha llegado el momento de regresar a Salinas!, así que nos vamos.
YUUUpiii-dijo Nicole-.
Sí, estuvo chévere la corrida en Canoa-dijo Danni-.
Adiós, adiós, Canoa, playa salvaje e increíble-dijo Joey-.
Nunca en mi vida he corrido olas tan largas-dijo Roberto-.
¿Cuándo organizaremos otro viaje para acá?-preguntó Pava Loca-.
Cuando tengamos dinero- respondió rápido Danni-. Ya sabemos que para venir acá hay que traer dinero.
Entonces Danni le empezó a hablar a Doménica sobre el buceo y le preguntó si ella quería acompañarlo a una excursión subamarina en los restos de un gran barco de carga que se hallaba sumergido en la playa sur de Chuyuipe, y Doménica lo pensó un rato, pero estaba tan enamorada de Danni que no le podía negar nada y le contestó que sí.
Y ella le dijo que sí porque lo amaba.
Y pronto todos recogieron sus tablas, sus toallas y se dirigieron al hotel de PALMECHE para embarcar sus cosas en la Station Wagon y regresar a Salinas.
FIN
Finalmente llegó la hora de marcharse de la fiesta de Elizabeth, Roberto la trató de convencer de que se una al viaje. Ella le había dicho que sí, pero Roberto dudaba de que ella en realidad iría.
Pava Loca le había dicho a Lorena que se venga a Canoa con ellos, pero ella decía que para ir a Canoa, ella prefería un viaje más corto a Montañita. Y asunto concluido. Todos se fueron a sus casas. La fiesta había acabado. Doménica, nuevamente fue a dejar a Ballenita a los hermanos Russo, y quedaron en encontrarse a las cinco de la mañana para salir a Canoa.
Aquella noche, cuando los hermanos Russo llegaron a su casa en Ballenita, estaban excitados con la perspectiva del viaje y no tenían sueño.
Ni bien entraron en la casa, se fueron directamente al patio con la radio de pilas tronando a todo volumen una canción de Led Zeppelin, y encendieron en el centro de la duna, sobre los restos de anteriores fogatas, una gigantesco fuego, que los alumbre el máximo tiempo posible y que aleje los mosquitos. Luego cuando la fogata se extinguió, subieron a sus cuartos para acostarse y dejar fluir en la oscuridad de la noche sus pensamientos de manera ininterrumpida.
Tal vez aquella noche sería una de esas en que los dos hermanos se la pasaban toda la madrugada conversando sobre surf, chicas, fiestas, modas, playas desconocidas y sobre los misterios de la vida, como por ejemplo sobre la vida del filósofo griego Anaximandro, alumno de Tales, diestro cartógrafo que era el creador de magníficos mapas náuticos, inventor del reloj solar, y que había predicho un terremoto en Esparta, salvando la vida de sus habitantes y también hijo de Mileto.
Veinte años más joven que el maestro Tales, afirmaba que el origen de la vida no se hallaba en el agua porque de ser así, la primacía de este elemento hubiera sofocado la existencia de los demás como el fuego, la Tierra y el aire. Anaximandro afirmaba que el origen de la vida era el Super-elemento llamado ápeiron que funcionaba como una especie de árbitro y que ponía en su lugar al elemento que cruzaba sus límites con respecto a los demás.
De los muchos libros que escribió sólo quedó para la posteridad este fragmento:
El principio de los seres es el infinito...de donde viene la vida de los seres y donde se cumple también su destrucción, según la necesidad, porque todos pagan, el uno al otro, la pena y la expiación de la injusticia, según el orden del tiempo.
Pronto la luz de dedos rosa de la aurora los sorprendió en estas profundas cavilaciones y se aprestaron a bajar a la cocina para ver qué se preparaban para el desayuno.
Joey optó por poner a hervir en agua cuatro huevos. Y Danni fue al patio, habilitó una vieja parrilla y puso sobre las brazas unos pedazos de carne y empezó a asar sus grasas al carbón.
Joey también puso a calentar agua para preparar unos cafés para los dos. La madrugada era fría y empezó a garuar, despacio primero, y luego con mayor fuerza.
Los hermanos Russo comieron con fuerza y apetito, porque sabían que les esperaba un largo viaje. Luego se entregaron con energía a la solitaria labor de revisar las tablas para ver si tenían algún hueco que parchar con cinta impermeable o para colocarle una capa extra de cera antideslizante, sex wax.
Entonces en medio de la penumbra de la madrugada se escuchó el pito del Land Rover y las puertas del vehículo que se abrían y se cerraban de golpe. Pronto Doménica y Nicole estaban dentro de la casa de los hermanos Russo y en el porche, dejaron las grandes maletas con las ropas y Doménica le pidió de comer a Danni. El chico Russo, besó a su enamorada en la boca y rápidamente se dirigió a la cocina a preparar una olla de arroz con pedacitos de coliflor, frejolitos palito, que habían dejado remojabdo la noche anterior para que esté suave, y todo sazonado con albahaca y arverjitas, y luego abrió una lata de atún, también preparó una jarra de fresco solo.
Nicole cogió un periódico viejo y leyó un artículo de un tal J.G.G.:
El General Robert Lee, comandante en jefe del ejército confederado durante la guerra de secesión norteamericana, cierta vez elogió mucho a un oficial que lo había censurado. Su interlocutor, muy asombrado, dijo a Lee:
Mi general, probablemente no sabe las cosas que ese hombre ha dicho de usted.
Lo sé-replicó Lee-. Pero me preguntaron qué opinión tengo de él, no qué piensa él de mí.
Luego continuó con la lectura de otro artículo similar firmado por un tal A. P. y dijo:
El presidente norteamericano Gerald Ford, al observar un retrato suyo donde aparece con la mano izquierda en el bolsillo, comentó: “Como conservador en materia fiscal, siempre me agrada ver a un político que tenga la mano metida en su propio bolsillo”.
Mientras Danni preparaba el desayuno, Doménica se le acercó por detrás y lo abrazó con ternura. Este fue un sentimiento nuevo en la vida de Danni Russo. La única ternura que él conocía hasta entonces era la de su madre y la de su padre. Pero nunca había sentido la ternura de una mujer. Ella lo abrazó y apoyó su cabeza sobre su ancha espalda. Para Doménica todo un nuevo mundo le había abierto las puertas al conocer a Danni: el surf, los viajes, las fiestas.
Hasta entonces, para Doménica, Salinas no era más que un lugar desértico y caluroso que no tenía ningún interés, un lugar aburrido donde pasar las vacaciones mirando gente extraña y donde pasar encerrada viendo televisión.
Ahora, con Danni, conocía un lugar para ir a patinar, escuchar música, conversar con sus amigas, comer ricos hot dogs y ver la vida con nuevos ojos. ¿Era esto lo que sentía su mamá por su papá?, ¿era esto lo que los profesores de literatura en el Liceo Panamericano le hablaban cuando pronunciaban la palabra amor?
Con Danni, Doménica se sentí segura e independiente. Nunca sabía lo que iba a pasar en ese día. A diferencia de estar con sus padres donde siempre sabía lo que iba a pasar o lo que iban a hacer, con Danni todo era un misterio. El azar dominaba sus vidas. De pronto sus melancólicos pensamientos fueron interrumpidos por Joey y Nicole, que les dijeron:
¡Las carnes ya están listas!
Ok-dijo Danni-, sírvanlas pronto-.
Doménica se había levantado tan temprano para ese viaje como cuando se levantaba para ir al colegio, y no había tomado desayuno, por lo que se sentía hambrienta. Devoraba esos pedazos de carne con un hambre exquisita, ésta por ejemplo, era otra nueva sensación que descubría al conocer a Danni.
Después de las carnes asadas, vinieron los platos de arroz humeante y las chicas se servían la comida con impaciencia, lo devoraban todo hasta el último granito y luego se refrescaban al servirse sendos vasos de fresco solo.
Danni iba de la cocina al comedor con la premura y la perfección de un gran chef italiano. Sólo le faltaba la gorra de cocinero. Cuidaba de que todos estén bien servidos y luego se fue al patio para apagar bien el fuego y evitar un incendio.
El temor a un incendio en aquella casa de madera era la pesadilla constante de los hermanos Russo. Siempre estaban revisando las llaves del tanque de gas, las cenizas de las fogatas y mirando por todos lados para evitar cualquier chispa que provocara una flama mortal, que consumiera su preciosa casa de madera.
De pronto, afuera, se escuchó el claxon de la Station Wagon de Manuel Fernando que venía con Ingrid, Pava Loca y Roberto. Ellos también entraron muertos de hambre y Danni tuvo que poner aceite en la cacerola, hacer una mezcla de harina, huevos y aceite, y junto a su hermano ponerse a batir y batir hasta que la masa de los panqueques esté lista para poner a freír.
Pava Loca estaba bien sentado en la sala, leyendo en aquellos periódicos viejos y muriéndose de la risa cuando la pequeña Nicole le preguntó:
¿De qué te ríes?
Escucha esta noticia- le dijo Pava Loca-.
JOVEN GOLPEA A SU ESPOSA DE 77 AÑOS
Roma, (EFE).- Un joven de 28 años ha sido detenido en la localidad de Colobraro, en el sur de Italia, acusado de extorsionar y propinar frecuentes palizas a su esposa de 77 años, dijo la policía.
La propia anciana había denunciado a los agentes los malos tratos que sufría a manos de su violento esposo, Massimo Di Napoli, a quien habría entregado bajo amenazas más de cien millones de liras (cerca de cincuenta mil dólares), según declaró. La insólita pareja había contraído matrimonio hace dos años.
Uuyyy, ¡pero qué horror!-dijo Nicole-, ¿y eso te hace gracia?
¿Y a ti qué te pasa?, ¡claro que me produce risa!, ¿no te parece absurdo y chistoso esta locura?
A mí me parece horroroso y tremendo-dijo Nicole-, para empezar la diferencia de edad y luego las golpizas, a mí me parece un asunto de locura.
Sí, sí, pero no es para tanto.
Al rato apareció en la cocina Joey y Danni, todos sudados, con la bandeja de plástico llena de panqueques bañados en miel de caña.
Uyyy, ¡qué sabroso se ve eso!- dijo Roberto que era el más gordito y melenudo del grupo-.
Todos a comer- dijo Danni-, todos vengan a comer que ya está servido.
Miren, escuchen esto, se trata de un artículo del profesor Paul Samuelson, un economista famoso que mi papá siempre cita-dijo Nicole- y de inmediato se puso a leer:
AMOR
29 de diciembre de 1969
¿Un economista escribiendo sobre el amor? Después de eso, seguro que los fontaneros se pondrán a escribir sonetos sobre la belleza.
Me refiero, por supuesto, al amor no en el sentido griego de eros, sino más bien de ágape (que la tercera edición del Diccionario Webster define como “amor espontáneo y altruista que se expresa libremente sin cálculo de coste o ganancia para quien lo otorga o de mérito en quien lo recibe”). Pero no estoy seguro de que estos dos conceptos puedan divorciarse-ejem-del todo: puede que los problemas de Soames Forsyte en la cama tuviesen cierta relación con su arrogante sentido de la propiedad.
Si en las siete primeras ediciones de mi manual de introducción a la economía logré omitir la palabra amor en el índice, ¿por qué no puede la octava arreglárselas sola? No es que se me hayan reblandecido de pronto los sesos, de veras. Más bien se me ha despejado la cabeza con cierto retraso: para explicar los hechos científicos que tenemos que explicar, si no hubiese existido el amor habríamos tenido que inventarlo. Es evidente que contradigo lo que me enseñaron en la Universidad de Chicago como primera y única ley de la economía: “Todo tiene un precio”.
Sí, sí, ¡qué divertido!, ¿pero quién entendió lo que leyó Nicole?- dijo Manuel Fernando-.
Y todos los chicos rieron. Y después se quedaron unos instantes en silencio mientras comían los panqueques.
Nicole dijo interrumpiendo el silencio:
- ¡Acaba de pasar un ángel!
Cuando terminaron se dispusieron a coger las cosas y las tablas y meterlas en el Station Wagon de Manuel Fernando.
El viaje empezaba. Todos a bordo en el Station Wagon con rumbo a Jipijapa, Portoviejo, Tosagua, Bahía, pasar la Satation Wagon en la gabarra y de ahí de San Vicente a Canoa.
A los chicos los esperaba largas horas de viaje por una carretera fría, sinuosa y desértica. Horas y horas de viaje. Un viaje largo y perezoso, contemplando los hermosos paisajes desérticos.
En el momento en que salían de Chuyuipe se dieron cuenta que los padres de los hermanos Russo venían en sentido contrario, llegando del Guayas. Danni le dijo a Manuel Fernando que se detuviera y se bajó del vehículo para ir a hacer señales al otro, que venía en sentido contrario para que se detuviera. Danni habló con sus padres y consiguió sacarles algunos sucres, y luego volvió a embarcarse en el vehículo de Manuel Fernando.
Cuando llegaron a la playa de Bahía de Caráquez, ahí se estaba celebrando la fiesta de una chica de apellido Estrada. Todos estaban disfrazados y bebiendo canelazos dentro de una gran cabaña con techo de paja y construcción de caña y todo decorado con globitos y serpentinas.
Apenas pisaron suelo de Bahía fueron al mercado central para proveerse de tamales, bollos, empanadas de camarón, corviches, natillas, huevos fritos con bolón, cebiches de pulpo y mixtos. Todo el grupo comió con apetito después de tan largo viaje y Doménica y Nicole observaban a las chicas de Bahía de Caráquez y a sus habitantes como si fueran seres de otro planeta; una civilización más atrasada en el tiempo, como si en aquel lugar la moda se hubiera estancado en la época dorada de Bob Marley y la música jamaiquina de reggae.
Cuando terminaron de almorzar, subieron por la calle del parque del obelisco y se percataron de que a esa hora de la tarde, ya no funcionaba la gabarra o barcaza que los llevaría a San Vicente y por último a Canoa. Pero los chicos de Bahía no los querían aflojar y las chicas formaron un círculo alrededor de Ingrid, Doménica y Nicole. Todo el mundo bebía, bailaba y bailaba.
Manuel Fernando se enteró por boca de un chico de Bahía de Caráquez, que más allá de la playa de Canoa se encontraban unas cavernas llamadas LOS APOSENTOS, donde se efectuaban encuentros amorosos de todo tipo. Todo eso tenía que ocurrir en marea baja porque si a los amantes los sorprendía la marea llena quedarían atrapados de manera peligrosa. Manuel Fernando tomó nota del dato y se lo guardó para contarlo a los chicos más tarde.
Las chicas estaban cansadas por el largo viaje, así que de manera muy cortés se fueron abriendo del grupo de alocadas danzarinas, que las habían recibido como seres de otros planetas y se fueron directo a la Station Wagon a dormir en los colchones que estaban en su interior.
Roberto y Pava Loca se pusieron de acuerdo con Danni y Manuel de que no era justo que las chicas pasaran incomodidades, y se fueron despidiendo de los demás fiesteros y se fueron a ver si contrataban una lancha que los cruzara a San Vicente. Pero todo fue inútil. Tendrían que pernoctar en Bahía, así que se fueron al hotel VERA y se metieron todos en un cuarto para dos personas.
Aquel hotel de madera estaba provisto de corredores estrechos y paredes de madera pintadas de verde con blanco, que despedían un olor rancio a queroseno.
Las camas fueron ocupadas por las chicas. Por suerte las tablas de los chicos estaban forradas con fundas para dormir o sleepings bags, y el dormir no fue un problema.
En sus inicios, como surfistas, habían aprendido a dormir en carpas pequeñas para dos personas, carpas que se desarmaban con los ventarrones de las madrugadas, y que había que volver a armar medio dormidos, en medio de la noche. En definitiva estaban acostumbrados a pasar incomodidades con tal de correr olas grandes. Como las chicas estaban muertas de hambre, se sirvieron los corviches y las empanadas de camarón que habían comprado en el mercado central de Bahía y que habían guardado como reserva.
En medio de la noche, Manuel Fernando le comentó a Roberto, Pava Loca y Danni sobre el descubrimiento que había realizado sobre aquella playa del amor llamada LOS APOSENTOS, y sobre la advertencia que le habían dicho sobre la marea alta. Tarde o temprano tendrían que ir a conocer aquellas cuevas de rocas empinadas.
Ya era de madrugada y los chicos apagaron las luces y se hizo el silencio. De pronto Zeus, el que nubes reúne, desató una tempestad tropical y empezó a llover torrencialmente y de las paredes del hotel se desprendía una humedad dulce y fragante, que inundó el ambiente con olor a sándalo.
Los chicos se sentían protegidos en aquel pequeño cuarto de dos camas.
Nicole se puso a rezar el padre nuestro mentalmente. Mañana sería otro día.
El tiempo que pasaron durmiendo transcurrió raudo y casi no lo podían creer cuando llegó la madrugada y el amanecer. Todavía se sentían cansados.
Las chicas no se querían mover de sus camas, y Pava Loca estaba apurado porque todos se movieran y se vistieran de manera rápida.
Pronto estaban con destino a la gabarra, que los transportaría con Station Wagon y todo a San Vicente, y de ahí, por la playa, en marea baja, a Canoa. Pasaron por LA OLLA DE BRICEÑO, BRICEÑO y finalmente llegaron a CANOA.
El espectáculo que ofrecía el transporte de la gabarra, con sus aguas de color verde esmeralda y su viento fresco era tremendamente bello y salvaje. Muchos niños pobres se la pasaban lanzándose al agua desde los estribos de la gabarra hasta cuando esta arrancaba con destino a San Vicente.
Era un espectáculo folclórico de primera, el ver a las chicheras cargadas de gente, pollos y mercaderías deslizarse por la arena en marea baja, con rumbo a Canoa.
Cuando llegaron a Canoa lo primero que los asombró fueron el rugido del oleaje que reventaba con gigantescos tumbos de olas sobre las orillas.
Canoa asombraba con su malecón y su calle principal llena de gente y algo de comercio. Pero lo que más sorprendió a los muchachos fue el tremendo desfile que se desplazaba por la calle principal como si los locales se hubieran enterado de que llegaban ellos y lo hubieran ejecutado en su honor. En las esquinas había puestitos que vendían del fuerte canelazo.
El desfile estaba animado por cachiporreras, payasos, fuegos artificiales y la música de la banda local.
Al fondo de la avenida principal estaba el pico con sus olas de tres metros y de dos cuadras americanas de distancia.
Danni divisó una mancha de delfines, cabezas de tortugas marinas, que emergían de vez en cuando. Unos locales estaban jugando voley y los invitaron, pero la necesidad de meterse en el agua era tremenda.
Pronto, pronto, se quedaron en los pantalones de baño, cogieron las tablas y se metieron al agua.
Había que remar del putas, loco. Remar y remar a toda prisa, para evitar las barredoras que se les venían encima. En aquella playa de Canoa, dabas dos pasos dentro del agua y ya estaban mar adentro, vapuleado por fortísimas corrientes marinas. Los chicos se quedaron pasmados, cuando al llegar a la punta de Canoa se percataron que una mancha de delfines se encontraba en el punto de quiebre caracoleando sobre las olas.
El primero en llegar fue Pava Loca, que en el playero de Canoa le daba la espalda a la ola. Rápidamente se posicionó y se fue en una ola de tres metros. De inmediato puso las manos apropiadamente y doblando las rodillas se tubeó en medio de aquella mole de agua. Mientras se tubeaba, Joey iba remando y lo observaba todo hasta cuando él también llegó a la punta para esperar la llegada de las mamas rusas.
La ola de Canoa era un beach break, lo que significaba que no había un point fijo donde coger la ola, sino que era una multitud de picos que se formaban y que los surfistas tenían que remar de un lado para el otro para cazarlos e irse en una de sus olas.
Roberto, Manuel Fernando y Danni remaban despacio, como saboreando el bello momento que estaban viviendo. Cuando llegaron al punto no se apresuraban en coger olas como locos como hacían Joey y Pava Loca, que parecía que estaban en un mano a mano de alguna loca competición imaginaria.
Danni remó una ola de cuatro metros y se fue en ella, dejando una estela de agua en el aire. En la cabeza de Danni sólo había una idea: llegar hasta debajo de la ola y subir lo más aprisa posible.
Las chicas no podían creer lo que estaban viendo. Sus amigos parecían unos puntitos diminutos comparados con el tamaño de las olas que montaban.
Afuera las chicas se frotaban sus estilizados cuerpos con Coopertone, enterraban los pies en la arena, acomodaban el viejo parasol, se entretenían con la vista de la playa virgen y selvática de Canoa y comenzaron a hablar sobre las distintas formas de besar.
Después de un rato de conversación todo se interrumpió, cuando Danni salió del agua para ir directamente donde se encontraba recostada Doménica sobre una toalla. Y luego le preguntó:
-¿Quieres pasear al otro lado del cerro?
¿Qué hay por allá?-respondió inocente Doménica-.
Una playa para enamorados llamada LOS APOSENTOS, ¿quieres venir?
¡Bueno, vamos!
Danni y su enamorada pasaron un buen rato caminando por la playa abrazados hasta empezar a subir por el caminito entre la selva tupida, que los conduciría hasta las cuevas de LOS APOSENTOS.
Cuando llegaron, aprovecharon la marea baja para adentrarse entre el largo laberinto de rocas. Cuando llegaron a una pequeña duna entre la arena, Danni se acostó y le hizo señas a Doménica para que se recueste a su lado. Luego Danni le preguntó dulcemente a su morenita:
¿Hace cuánto que no me besas?
Hace una larga hora –respondió ella con una sonrisa pícara en sus labios-.
¡Déjame besarte!- le dijo Danni-.
¡Bueno!
Danni empezó por juntar sus labios a los de su enamoradita y ella se dejaba hacer tranquilamente, hasta parecía también disfrutar de aquel momento. Entonces Danni le dijo al oído:
Doménica, déjame besarte las tetitas, ¿sí?
¡Danni!- se quejó media asustada y escandalizada Doménica-.
Danni no esperó la respuesta, y suavemente le quitó el traje que cubría sus pequeños pezones. Y llevó sus labios hasta succionar aquellas mamas tiernas y suaves, mientras conseguía arrancar de Doménica suaves quejidos de secreto placer y lamentables ruegos:
No Danni, no, no me hagas daño, por favor.
Entonces Danni reaccionó y se sintió mal por haberse dejado arrastrar por la pasión. Los remordimientos católicos fueron tan grandes, que junto con el sabor amargo que los pezones de Doménica le habían dejado en la boca, se sintió preso de un fuerte malestar. Entonces, con lágrimas en los ojos le dijo:
¡Lo siento!, ¡lo siento mucho mi amor!, ¡perdóname!
¡Qué hiciste, Danni!, ¡qué hiciste!
Ambos muchachos de diez y siete años se sentían avergonzados como la primera pareja pecadora del Edén.
Mientras tanto en la punta de Canoa, Roberto estaba deleitando a las chicas con sus piruetas soul sobre las olas. Parecía que aquella ola de tres metros, tan larga como una cuadra americana, hubiera sido hecha para Roberto. Él bajaba las olas con una gracia y una determinación casi elástica. Tenía un fino sentido para seleccionar la ola que lo llevaría y para dejarse arrastrar por la espuma. Manuel Fernando se concentró en las olas de gran tamaño y de esa manera se sentía libre. Hubo un momento en que agarró una ola que parecía de cuatro metros, de lo grande y descomunal que era, y se fue en ella de lo más tranquilo, como si nada. Pava Loca y Joey se quedaron con la boca abierta, el corazón palpitante, y bien impresionados de semejante proeza.
Después de un rato Danni y Doménica regresaron de LOS APOSENTOS y venían entre preocupados y felices, porque habían abierto nuevas puertas en su vida, traían en sus labios un nuevo conocimiento sobre su sexualidad, y poseían en sus manos el gusto y el terror de un nuevo secreto entre ellos.
Ingrid de inmediato se dio cuenta que algo había pasado allá, porque en el rostro de Doménica se reflejaba algo, un misterio, había una cierta satisfacción que la preocupaba, una sensación agridulce.
El tiempo transcurrió apaciblemente y llegó la hora del crepúsculo. Los chicos empezaron a mostrar los signos del cansancio y del frío.
Cuando salieron del punto, empapados y hambrientos, las chicas los estaban esperando alrededor de una fogata que había realizado Danni con la ayuda de Doménica y todas estaban cubiertas con colchas por el frío producido por el viento de la tarde y la brisa marina.
De inmediato se fueron al hotel Palmeche y alquilaron una habitación con dos literas. Entonces Pava Loca los sorprendió con una noticia nueva y refrescante: había traído de Salinas un cassette con música de un concierto en vivo de Peter Frampton.
Los chicos esperaron que las chicas se bañen con agua dulce mientras se deleitaban con la música de Peter Frampton, su guitarra eléctrica y su sintetizador. Los chicos y las chicas después del baño se deleitaron con algunos manjares que habían comprado en la calle principal de Canoa.
Los chicos estaban muertos de cansancio y sólo querían quedarse, ahí, acostados en la cama sin hacer nada, pero las chicas estaban impacientes por salir a pasear por la avenida única de Canoa para ver qué había de nuevo. Al final tanto insistieron que Manuel Fernando, Danni y Joey accedieron a salir, menos Pava Loca y Roberto que decidieron quedarse acostados en el hotel.
La noche estaba transparente, las estrellas brillaban allá en lo alto del negro firmamento con un esplendor único y sorprendente. Manuel Fernando e Ingrid iban adelante caminando con las manos entrelazadas, Joey y Nicole los seguían de cerca y Danni y Doménica iban en la vanguardia caminando abrazados. De pronto Doménica le dijo a Danni en el oído y en voz bajita:
¡Espero que no le cuentes a tus amigos lo que me hiciste en LOS APOSENTOS!, ¿ok?
No, por supuesto que no, mi amor. Eso es un secreto entre tú y yo. Además si otras personas se enteraran, tendría que casarme contigo, ¿no?
¡No tendrías que casarte conmigo por eso!, además no fue nada, no pasó nada.
¿No pasó nada?- preguntó irónico Danni-. A mi me parece que te arranqué un pedacito de tu vida, ¿no?
¡Tonto de mi vida!- le dijo Doménica-.
De pronto, al final de la calle, llegaron a una cabaña de madera y caña de la que se escuchaba a todo volumen una canción de Bryan Adams, titulada: THE SUMMER OF 69, y resultaba que en aquella cabaña se encontraban cuatro amigos más de los hermanos Russo y se trataban de Jaime, Rod, Chechi y Gustavo.
Jaime estaba asomado en la ventana y los vio y de inmediato los llamó y los hizo pasar. Jaime tenía el brazo enyesado porque en una caída que sufrió en LA FAE, en marea baja, chocó su brazo con una filuda roca y se le partió el hueso.
Cuando Manuel Fernando, Danni y Joey entraron a la cabaña junto con las chicas no podían creer lo que estaban viendo. Sus cuatro amigos habían abierto un cartón de botellas de vino Concha & Toro y se la estaban pasando de lo lindo con la radio de pilas, el ambiente todo iluminado por las velas y el vino que corría como río desbordado por la lluvia. De pronto afuera se empezó a iluminar el firmamento y a escuchar fuertes estampidos provocados por los rayos, truenos y relámpagos y de inmediato se desató una fuertísima lluvia.
Adentro las chicas se acomodaron en el suelo de madera y Nicole las sorprendió al encontrar en un rincón de la cabaña unas cartas para que ella, y sus amigas se pongan a jugar para no aburrirse.
Los chicos empezaron a contarse historias de cuándo habían llegado y se pusieron a beber del dulcísimo vino rojo como la sangre. Todo al compás de los acordes de la música de la banda de Super Tramp, TOTO y de Bryan Adams.
Así pasaron toda la noche, bebiendo y hablando de tabla y de las olas grandes e interminables de Canoa.
Afuera la lluvia se había convertido en tempestad y el agua venía con viento. Manuel Fernando después de unos cuantos vasos de vino sintió caliente la sangre y se fue a acostar al altillo de la cabaña junto con Ingrid. Ahí se quedaron hablando sobre cómo estaría de crecida la marea mañana por la mañana, de cómo serían sus hijitos cuando los tengan, de cómo regresarían a Salinas después de tres días, de la gasolina para la Satation Wagon y del hambre. Ingrid tenía mucha hambre, así que Manuel tuvo que levantarse y bajar por la escalera para preguntarles a los chicos si tenían algo de comer y fue Chechi, quien les respondió:
Tenemos unos sánduches de atún de ahora en la tarde que sobraron y pescado seco con sal, ¿los quieres Ingrid?
¡Claro que sí!, estoy hambrienta, ¡cómo se te ocurre!
Y la enamorada de Manuel Fernando devoró los sánduches de atún con mayonesa con el placer de un náufrago. El hambre de Ingrid contagió a las otras chicas y ellas devoraron todo el pescado seco con sal que quedaba. El pescado seco era una exquisitez de la península y consistía en coger el pescado crudo, bañarlo en sal y dejarlo que se cocine al sol y de esa manera quedaba sabrosísimo al paladar de los turistas.
Después de comer los chicos se quedaron con los rostros iluminados por las velas y Danni empezó a contar la tenebrosa historia del encadenado de Santa Elena. El asunto consistía en que en Salinas en la época remota había un borrachín, que siempre se iba ebrio a la casa después de salir de su trabajo y en una ocasión lo apuñalearon y lo encadenaron en las vías del tren. Lógicamente, cuando el tren pasó, despedazó el cadáver. La tradición cuenta que desde entonces todas las noches, a las doce de la noche, los perros comienzan a ladrar desde Santa Elena hasta Salinas.
Curiosamente Manuel Fernando confirmaba aquella historia porque él era un gran trasnochador y siempre se había familiarizado con los aullidos fantasmagóricos y sin explicación de los perros a las doce de la noche salinera.
Las chicas después de oír tan tétrica historia se quedaron despiertas, con los ojos bien abiertos, mirándose las unas a las otras, hasta bien entrada la madrugada.
QUINTA PARTE
EL SEGUNDO DIA EN CANOA
Cuando terminó de llover y las chicas se hubieran aburrido de jugar y jugar cartas interminablemente, de jugar al acusado y al teléfono, los chicos decidieron regresar al hotel PALMECHE, y se despidieron de los cuatro amigos que estaban ya acurrucados en sus fundas de dormir, que también utilizaban como forros para las tablas.
Aquella noche en Canoa el clima era incomprensible. La noche lucía despejada, estrellada, y al momento del cielo se desprendía un aguacero, que ya casi parecía una tormenta eléctrica, y luego,, nuevamente volvía a escampar, pero ahora, la noche en aquel punto de la costa y fin del mundo, lucía nublada, fría y el ambiente estaba lleno de humedad.
La única calle principal estaba casi intransitable por el lodo provocado por la lluvia y cuando llegaron al hotel PALMECHE, tuvieron que sacarse los zapatos y llevarlos en la mano al cuarto.
Cuando entraron al cuarto todo estaba oscuro y tuvieron que encender la luz. Al ver que Pava Loca y Roberto estaban dormidos en sus respectivas fundas de dormir, dejaron para mañana la noticia de que habían llegado a Canoa Chechi, Jaime, Rod y Gustavo.
Esta vez Danni se acomodó en una litera junto a Doménica y Manuel Fernando se acomodó en la otra con Ingrid. Joey se metió en su funda de dormir y Nicole se fue a la cama de una de las literas.
Las noches en Canoa son silenciosas, muy silenciosas. La humedad hacía transpirar los cuerpos y Joey no podía dormir porque el vino le hacía hervir la sangre. De pronto se destapó, se levantó, cogió la radio de pilas con el cassette de Peter Frampton y se fue a la cama. Ahí la encendió para escuchar la música con volumen bajito y después de escuchar algunas canciones se quedó sumergido en el negro abismo del sueño.
Afuera los dioses observaban.
La aurora de dedos rosa pronto apareció por la ventana del hotel PALMECHE y el primero en levantarse hambriento fue Pava Loca. Con su cuerpo delgado, su larga melena a lo Marck Richards, de amplias espaldas, se dirigió al baño y se cepilló los dientes. Cuando salió, Roberto lo estaba esperando para entrar al baño pues tenía urgencia de orinar y evacuar.
Poco a poco se fueron levantando el resto de la gallada y de inmediato les empezó a rondar a todos una sola idea en la cabeza: ir a desayunar.
Las chicas se vistieron con sus trajes de baños y sus abrigos y se fueron a desayunar a un restaurant que quedaba junto a la playa. Las mesas eran de madera y sobre ellas los dueños habían colocado unos plásticos de diferentes colores que las cubrían completamente. Aquellos manteles estaban limpios, recién restregados para evitar a los turistas la molesta compañía de las moscas.
Desde donde estaban podían ver el punto de quiebre y se dieron cuenta que el mar estaba agitado, las olas estaban grandes después de la tormenta de anoche.
Los chicos bebieron rápidamente su taza de café y se comieron aprisa sus bolones de verde con tocino y se fueron directamente al mar.
Las chicas lo hicieron todo con más calma, masticaban despacio, con sus ojos se extasiaban de la hermosura del paisaje compuesto por arena amarilla, vegetación verde del cerro junto ala punta y el mar azul. Toda la atmósfera era salvaje y una borrachera de colores y olores primitivos, completamente diferentes a los de la gran ciudad con sus cloacas pestilentes, su ruido contaminante, el ajetréo y los alaridos de los choferes que siempre pitan...
Cuando los chicos llegaron a la orilla, descubrieron la figura alta y regordeta de Jaime con su brazo enyesado, y junto a él, se hallaba Rod, todo mojado y secándose con una toalla, ellos estaban impacientes por colocar la cera sobre la tabla y el cordón salvavidas en los tobillos.
Pronto se metieron en el agua sólo para descubrir que mar adentro estaban Chechi y Gustavo, remando contra la corriente.
Joey se quedó afuera un momento ayudando a las chicas a armar el parasol, haciendo compañía a Nicole y mirando el horizonte de la playa cubierto parcialmente por una neblina, rota apenas por el estruendo que producían las olas al reventar sobre el mar, olas gigantescas y feroces.
De pronto Rod y se dirigió a Joey y le dijo con tono solemne:
Oye pelado. Ven acá. Ténme este cigarrillo.
Y le puso en la mano a Joey un cigarrillo de marihuana. Y luego agregó:
Este cigarrillo es sólo para mí cuando salga de hacer tabla para ver el atardecer.
Bueno.-le contestó nervioso Joey-.
Después de un rato apareció fuera del agua la figura de Chechi y se le dirigió a Joey y le preguntó:
Rod te dejó un grifo, ¿no?
Sí, pero me dijo que no me lo fumara que era sólo para él para después de surfear y para ver la caída del sol.
No importa, no importa, dámelo que yo lo prendo, y si Rod te dice algo yo le digo que me lo fumé yo.
¡Estás loco, hermano, ese hijoputa es capaz de sacarme la chucha por ese bate!
No te preocupes pelado que yo hablo con él. Vamos, vamos, rápido enciéndelo ya, apúrate.
Además están las chicas, imagínate lo que van a pensar.
No te preocupes que yo me voy caminando por la playa y no se van a dar cuenta de nada.
Bueno, toma tu grifo, yo no sé nada de todo este asunto, yo me desentiendo de este lío que vas a formar.
Y efectivamente se fue Chechi por la playa con rumbo a las cuevas de LOS APOSENTOS, fumándose su grifo y disfrutando del paisaje, mientras las chicas se lo quedaban viendo con reprobación. Cuando Joey se acercó al grupo de las chicas éstas lo cogieron a cargo y lo interrogaron como si fuera un delincuente.
¿Y qué quería Chechi?-le dijo Ingrid a Joey-.
Nada quería que lo acompañe a conocer LOS APOSENTOS, pero le dije que allá sólo van las parejas de enamorados a toquetearse, ¿no?
Y cuando dijo esto, Doménica agachó la cabeza y se puso coloradita. Ingrid en seguida tomó nota de este asunto y se quedó pensativa mirando el horizonte marino donde se dibujaban las siluetas de los chicos cogiendo olas de manera automática y bajándolas desde una altura de vértigo. Ellos sí que sabían pasarla bien. A ellas sólo les tocaba echarse el bronceador y coger el poco sol que despuntaba aquella mañana en Canoa.
Pero justo atrás de ellas los locales habían improvisado una cancha de voley ball y a Nicole se le ocurrió la idea de echarse, con las muchachas, un partidito junto a Joey, que de inmediato dijo que sí.
Así que Doménica e Ingrid hicieron un equipo y Nicole y Joey hicieron pareja para enfrentárseles en un juego amistoso, teniendo como árbitro a Jaime con su brazo enyesado.
Mar adentro Gustavo y Danni se estaban disputando una ola gigantesca de tres metros que venía toda oscilante desde el horizonte. Cuando Danni la cogió ya estaba sobre ella Gustavo y éste le dijo:
Heeey, salte que esta ola es mía.
Y Danni se quedó pasmado viendo impotente como Gustavo se iba en una olota descomunal. Más atrás Manuel Fernando se iba en una ola que parecía de cuatro metros y en verdad os digo que este muchacho era un surfista de alto nivel.
Rod empezó a remar una ola que Pava Loca le cedió gustoso. En ese momento en Canoa había olas grandes hasta para regalar. Rod empezó a remar y remar aquella ola y finalmente la agarró hasta irse y bajar la concha que rápidamente se formó. Fue un descenso espectacular. Algunos locales de Canoa se empezaron a aglomerar en la playa para ver a estos turistas bañarse y hacer sus acrobacias sobre las olas furiosas.
Después de un rato Danni le puso el ojo a una ola grande, la remó y logró irse en ella. La ola era tan perfecta que una vez cogida la ola, de inmediato Danni logró tubearse dentro de ella.
Cuando pasaron las tandas de mama rusas a Pava Loca no le quedó más que conformarse con las olas que ya había corrido hasta que de pronto atrás en el horizonte empezaron a aparecer unas enanas blancas, que eran tubulares y rapidísimas y entonces Pava Loca decidió que era el momento y la oportunidad que estaba esperando.
Pava Loca remó con toda su fuerza una enana blanca que ni bien la cogió, el grueso labio del pico le reventó en la espalda y lo tubeó. Al mismo tiempo Pava Loca, con un equilibrio increíble, descendió por el filo de la ola salvando la peligrosa concha hueca que se había formado en esta olita rapidísima de dos metros.
Cuando Chechi terminó de fumarse el cigarrillo de marihuana de Rod, se detuvo en el camino selvático que lo conducía a través de las montañas con rumbo a los aposentos, y regresó a Canoa. Caminar por en medio del follaje grifote era toda una aventura, pero había que tener cuidado con las garrapatas que pululaban por entre esos montes. Aquellos bichos diminutos podían beberse tu sangre hasta crecer tres veces más de su tamaño normal.
Danni cansado de correr olas y deseoso de sentirse cerca de su enamorada, cerca del tierno calor de su cuerpo, cogió una ola y se fue a la orilla. Salió todo encharcado de agua salada, enterró la tabla hasta dejarla parada en la arena húmeda y caminó hasta donde estaba Doménica toda agitada y sudada mientras jugaba voley ball.
Con una sonrisa en los labios y con una mirada pícara le dijo mientras la miraba profundamente a los ojos:
¿Quieres ir de nuevo a LOS APOSENTOS?
Y ella le respondió aterrorizada, pero llena de entusiasmo:
¡Bueno!
Ingrid le dijo:
¡Doménica no te vayas que descompletas el equipo!
Pero Chechi, que estaba grifote de espectador del partido le dijo a Ingrid:
Déjalos a los tórtolos que se vayan a pasear por la playa. Yo ocuparé el lugar de Doménica. ¡A ver, a ver!, ¡juega!
Danni y Doménica se fueron abrazados por el viejo caminito en medio de la selva hacia las cuevas de LOS APOSENTOS. Sus corazones palpitaban aprisa porque ambos sentían una necesidad de tocarse, de besarse, de desnudarse y apretar sus cuerpos, de fundir sus almas.
Cuando entraron en las cuevas y estuvieron frente a la duna donde se habían tocado la vez anterior, Doménica fue la primera en acostarse sobre la arena y Danni se sentó junto a ella. Estaba sumamente nervioso. El corazón le latía poderosamente. Doménica le tocó el hombro en señal de que se relajara y Danni se acostó junto a ella y se volteó para mirarla. Entonces Doménica le dijo:
¿No quieres besarme?
Sí, tengo muchas ganas.
Entonces Danni juntó sus labios contra los de ella y luego le besó el cuello y Doménica esta vez no protestó para nada y cuando Danni llegó a sus pequeños y duros pechos, ella se quitó despacio el sujetador de baño, y Danni pudo succionar con más libertad aquellos pezoncitos morenos. Doménica se sentía aliviada porque desde la última vez que Danni la había tocado e interrumpido se había sentido angustiada, su entrepierna estaba siempre húmeda y no sabía lo que la excitaba tanto. Ahora que Danni había vuelto a depositar sus labios sobre sus chichis todo era mejor y ella sentía una tranquilidad y un placer que nunca antes había conocido.
Danni, en cambio, sentía un endurecimiento de su miembro viril, que lo molestaba tanto. Sentía como si una fuerza viva estuviera a punto de desbordarse fuera de él. De pronto decidió no detenerse en las chichis de su enamorada y con sus labios siguió bajando por el abdomen hasta llegar a su entrepierna. Y entonces fue cuando ella se asustó un poco porque nunca nadie la había tocado por ahí. Y decidió advertirle:
¡Cuidado Danni, piensa bien lo que vas a hacer!
Es que me gustas tanto- le respondió Danni-.
No ahí no, por favor- le dijo agónicamente Doménica-.
Pero Danni le fue bajando el pantalón de baño a su enamorada muy lentamente hasta dejar al descubierto su pequeña matita de vello púbico, que estaba empapada de deseo. Danni hundió muy suavemente sus labios en aquel oloroso matorral y restregó sus labios hasta que se decidió utilizar su lengua para explorar la virginidad de Doménica.
Aquellos pliegues de piel estaban saladitos y tenían un olor peculiar. Este proceder arrancaba quejidos a Doménica y unas lágrimas afloraron en los ojos de la niña. Pero Danni ajeno a este drama sólo estaba concentrado en saciar su sed de pasión. Con su lengua recorría de arriba abajo y de izquierda a derecha en aquella hendidura provocándole grandes estremecimientos a Doménica, que sentía que sus entrañas se le iban a salir por entre sus entrepiernas. De pronto se sentó y agarrando con las dos manos la cabeza de Danni le dijo:
¡Ya basta papito, nos estamos haciendo daño!
Y Danni le respondió:
Está bien, está bien. Discúlpame, pero siento que te amo mucho.
Yo sé, yo sé, pero tenemos que controlarnos.
Y de pronto Doménica se percató del miembro endurecido de Danni, que sobresalía por debajo de su pantalón de baño. Y entonces hizo algo sin pensar. Llevó su pequeña mano hasta allí y le apretó el falito endurecido y luego le dijo:
Quítate el pantalón, pronto.
Y Danni, todo tembloroso, se desabrochó el pantalón y su miembro duro como una roca brotó hacia fuera. Y Doménica se acercó y llevó sus labios hasta la cabeza del falo y se metió la pieza de carne en la boca hasta tragárselo todo. Esta vez fue Danni quien la detuvo y la abrazó bien fuerte. Luego le dijo:
¡Vámonos!
¿Hice algo malo?
No mi amor, todo está bien, pero tenemos que detenernos. Vámonos, caminemos hasta Canoa y respiremos el aire puro hasta tranquilizarnos.
Mientras tanto en la playa de Canoa, Rod salía de surfear y fue directamente adonde se encontraba Joey y le preguntó:
¿Dónde está mi bate?
Y al ver que Joey se ponía nervioso porque no aparecía Chechi, le preguntó amenazadoramente:
¿Te fumaste mi bate?
Entonces apareció Chechi y le dijo en tono amistoso a Rod y para que se calmara:
Ya tranquilo Rod, no le vas a pegar al pelado. Yo le dije que me lo diera- y Joey se apresuró a confirmar aquella noticia-.
Sí, sí, es verdad él me convenció de dárselo, fue él.
Y Chechi continuó:
Ya Rod, tranquilo, que no pasa nada, yo te doy ahora de noche de mi funda.
Sí, pero yo quería fumarme un grifo después de surfear para ver la caída del sol, ¿no?
Entonces aparecieron Ingrid y Nicole y al ver el rostro pálido de Joey les preguntaron:
¿Qué es lo que pasa, qué son todos esos gritos?
No pasa nada, no pasa nada-dijo Chechi-. Vamos a seguir jugando Voley, vamos.
Y Joey se fue a jugar Voley en el equipo de Nicole.
Últimamente se habían enfriado las cosas entre ellos. Cada cual andaba por su lado, aunque se acostaran juntos en la misma litera. Era como si Nicole le tuviera miedo y él no quisiera perturbarla para nada y pasar silencioso y desapercibido.
Al final el viaje no había resultado para Joey como él lo había pensado. Las olas eran demasiado grandes y demasiado largas. Y cada vez que cogía una ola tenía que correrla hasta la orila y eso significaba que terminaba a casi medio kilómetro de la playa donde estaban las chicas, y de ahí tenía que regresarse a pie por la playa. Simplemente era demasiado esfuerzo luchar contra la corriente y venirse remando por el mar. La corriente era de mar abierto y halaba durísimo.
Mientras Joey se encontraba en estos pensamientos aparecieron los tórtolos con cara de ser pecadores e Ingrid se la quedaba mirando a los ojos a Doménica como tratando de adivinar lo que estaban haciendo allá y Doménica con una sonrisa de picardía en los labios esquivaba aquella mirada inquisitiva que le dirigía su amiga.
Danni empezó a recoger leña y maderos secos que habían encallado en la arena, papel periódico y basura combustible para hacer una fogata. Cuando la encendió provocó una llamarada gigantesca que alumbró el cielo que empezaba a esconder al sol para dar paso a la noche.
Mar adentro el mar no paraba de generar olas gigantescas, pero los muchachos ya daban señales de agotamiento y frío. Así que, poco a poco, fueron saliendo a la playa a calentarse en la fogata de Danni.
Los chicos comentaban que no había mejor sensación que llegar a una playa que no tiene olas y que de pronto se empieza a picar y a generar olas tras olas hasta ponerse tuco y de gran tamaño.
Luego la sensación de poder de surfear todo el día, salir a comer, y volverse a meter al agua a seguir surfeando. Simplemente no había nada que se puede comparar a esa clase de felicidad.
Pava Loca se puso a contar a los chicos que en una ocasión al viajar a San Mateo se encontró con que la furia del invierno había arrastrado dos puentes entre Manta y San Mateo, y él y Roberto tuvieron que cruzar un río correntoso con el agua hasta el cuello agarrados a una poderosa soga.
Joey hablaba de que los adelantos que un surfista hace en el deporte son mágicos porque simplemente salen, aparecen, sin que uno los espere. Ni te enteras cuando te empiezan a salir las maniobras más inverosímiles e inesperadas.
Manuel Fernando hablaba de que lo que más le gustaba eran las fiestas de pueblo y los matrimonios porque se escuchaba una música ya pasada de moda en el Guayas, y la gente trataba a los turistas de una manera especial como si ellos fueran seres de otro planeta.
Rod y Chechi contaron que en una ocasión cuando regresaban de noche del pueblo a la punta de San Mateo, donde tenían la carpa armada, les salieron unos policías, que les pidieron documentos, y ellos a pesar de que les dijeron que eran surfistas, ante la necedad e insistencia de los policías, tuvieron que decirles que si querían ver papeles, tenían que subir el cerro hasta las carpas, porque ahí estaban sus papeles y en medio del camino-dijo Chechi asombrado y cabreado-, éste hijoputa de Rod salió corriendo...
- Y yo tuve que convertirme en fugitivo de la ley, y salir corriendo también hasta perdernos en el desierto. Y dormimos en medio de la nada, soportando el frío y los policías estuvieron buscándonos toda la noche y gritando. Cuando amaneció, fuimos a la carpa. Los policías ya se habían ido. El cuerpo nos dolía tremendamente por haber dormido en la arena y los matorrales del desierto, y cuando llegamos al cementerio donde estaban armadas las carpas nos dimos cuenta que había una fiesta escandalosa en el cementerio, que los locales, pescadores de San Mateo, habían organizado por el día de los difuntos. Luego Rod dijo:
¿Te acuerdas cuando en una ocasión llegamos a Montañita grifotes y lo hicimos en el momento en que caía el sol?
Sí, sí me acuerdo, estábamos trepados en el techo de la chichera y presenciamos un espectáculo incomparable.
¿Por qué los surfistas fuman marihuana?-preguntó Ingrid-.
No lo sé-contestó Rod-.
Tal vez la marihuana forma parte del estilo de vida de un deportista que continuamente experimenta grandes descargas de adrenalina-se atrevió a opinar Nicole-.
¡Vaya Danni!, ¿de dónde han sacado a esta niña prodigio?- dijo Chechi-.
No deberían fumar marihuana, así todos drogados en medio de las olas furiosas se pueden ahogar-dijo Doménica, preocupada por Danni-.
Lo que pasa es que es super divertido fumar marihuana. Te mueres de la risa. En una ocasión nos fuimos grifotes a visitar una hacienda ganadera por Canoa, y cuando nos sentamos sobre unos maderos, todos alucinados, para ver las vacas, a mí y a Chechi nos dio la impresión de que todas las vacas nos estaban mirando y que sabían que estábamos grifotes. Y fue una idea que a se nos ocurrió a mí y a Chechi al mismo tiempo- dijo Rod sin que se le pueda ocurrir una explicación más intelectual para responderles a las chicas-.
La marihuana no es inofensiva del todo. Tiene radicales libres que son muy irritantes y provocan cáncer al pulmón y a la garganta. Pero por otro lado su consumo está tan generalizado que muchos intelectuales hippies quieren legalizarla- dijo Danni-.
Además hasta ahora no hay un solo registro de una muerte por sobredosis de marihuana, ¿sabían?- dijo Jaime y se frotó su brazo enyesado-.
Bueno, será mejor terminemos esta conversación y nos vayamos a descansar y a bañarnos. Me pica todo el cuerpo por la arena-dijo Ingrid-
De esa manera concluyó el segundo día en Canoa.
Cuando Danni y sus amigos llegaron al hotel PALMECHE estaban sumamente cansados y desesperados. Las chicas estaban impacientes por meterse en la ducha y los chicos estaban hambrientos, pero agotados. Sucios pero felices. La corrida había sido sensacional. Manuel Fernando tenía hinchadas las piernas y los brazos de tanto correr olas gigantescas. Joey le contó a Danni sobre el incidente con Rod y su grifo de yerba y el escándalo que le hizo en la playa. Danni tenía la mente clavada en todo lo que estaba haciendo con Doménica y lo que más le preocupaba era que quería más, y muy en el fondo, sabía que ella también quería más. Roberto y Pava Loca se peleaban el turno de tener la radio para escuchar las canciones de Peter Frampton, pues no había más música que escuchar en todo el maldito pueblo.
Cuando las chicas terminaron de bañarse y acicalarse nuevamente, quisieron salir a pasear por el pueblo ya que desde el hotel se escuchaba el ruido que hacían los locales al celebrar una fiesta. Y esta vez todos los chicos quisieron salir a ver qué pasaba.
Ingrid no la dejaba en paz a Doménica con sus preguntas sobre qué era lo que hacían en aquella playa para los enamorados llamada LOS APOSENTOS. Nicole prefería no enterarse de nada y cada vez que se acostaba en una de las literas se sorprendía de la cantidad de arena que tenían, en una ocasión dijo:
UF, aquí hay más arena que en la playa.
Porque los chicos se acostaban después de llegar de la playa. Toda esta sensación de libertad era algo nuevo para Nicole y la mareaba un poco cuando lo Empezaba a razonar todo. El tener que vivir con aquellos chicos mayores y sus amigas le había abierto la mente un poco y le había ensanchado su horizonte. Pero extrañaba la privacidad y la meticulosa limpieza de su hogar y de su habitación.
Cuando salieron a la avenida única de Canoa fueron testigos del desfile y el ambiente de fiesta. El canelazo campeaba por sus respetos en cada esquina de aquella calle. Todo era una locura y cuando llegaron a la cabaña donde estaban alojados los otros amigos de Danni se alegraron mucho al ver que ellos sí tenían algo que comer. Jaime había conseguido un balde de queso fresco y todos estaban rebanándolo para comerlo. De pronto se escuchó una gran explosión y se fue la luz en todo el pueblo de Canoa. Para rematar se empezó a escuchar tronar el cielo y de pronto empezó a caer un tremendo aguacero. Las chicas se sentaron juntas en el altillo y entre risas nerviosas de complicidad se iban comiendo sus porciones de queso fresco. Para sus paladares hambrientos aquellas porciones de queso eran las cosas más exquisitas del mundo. Abajo Chechi y Rod empezaron a descorchar una botella de vino Concha y Toro y al juntar el rojo líquido con las porciones de queso se sentían los hombres más dichosos del mundo. Manuel Fernando encontró en una funda de dormir un cassette del grupo Rush y se puso feliz de tener otra clase de música aparte de Peter Frampton. Lo colocó en la casetera y ahora sí el ambiente estaba completamente loco con la música esquizofrénica de RED BARCHETA.
Cuando quedaron hartos de comida y bebida se empezaron a acurrucar en sus fundas de dormir y los hermanos Russo y sus amigas comprendieron que era la hora de marcharse, era increíble como todo había transcurrido tan rápido.
SEXTA PARTE
EL TERCER DIA EN CANOA
Danni y sus amigos se estaban quedando sin ropa limpia y sin dinero. Toda la noche había llovido en el pueblo y la humedad se filtraba en la pequeña habitación del hotel. La noche transcurría lentamente y Danni no podía dormir y como estaba acostado junto a Doménica le susurró al oído:
¿Estás dormida?
No puedo dormir con este calor, ¿y tú?
Tengo muchas cosas en la cabeza. No dejo de pensar en ti y en mí.
¿Te preocupa todo lo que hemos hecho?
No sé, no sé. Es una sensación extraña el sexo prematrimonial. Tengo tantas ganas de tenerte, pero luego tengo miedo y me entran muchas dudas. Lo peor de todo es el arrepentimiento. Mis padres no son una pareja ejemplar, ¿sabes? Todo el tiempo se la pasan peleando y discutiendo y parecería que ya no se aman y que se odian. No quiero que eso nos pase a nosotros.
Y Doménica se viró en la cama para abrazar a su afligido enamorado y le dijo con ternura:
No te preocupes por eso, mi amor. Nosotros somos diferentes y nada de eso nos va a pasar. Ya quédate tranquilo, nosotros vamos a ser felices como mis padres, que llevan muchos años de casados, y no necesitan nada en el mundo aparte de ellos dos. Yo soy una mujer muy fiel como mi madre.
Además me preocupa Joey. Hoy pasó un susto terrible. Rod lo amenazó con caerle a puñetes porque creía que se le había fumado su bate.
¿Qué pasa con Joey? Déjalo en paz que se haga hombre. Además hoy estuvo todo el tiempo con nosotras sin despegársele a Nicole. Y Nicole, me parece que ya está harta de Canoa y se quiere regresar a Salinas. La vida vagabunda y nómada del surf no le llama mucho la atención.
Bueno, por suerte, mañana es el último día. Surfeamos en la mañana y nos vamos. Es una maldita desgracia porque las olas están tremendamente poderosas.
Sí, pero estamos completamente chiros. Sin un sucre partido por la mitad y vamos a pasar hambre. A Ingrid no le importa, por lo que veo, ella es como la sombra de Manuel Fernando. Esa sí que es una pareja de enamorados ejemplar. Y a propósito de Ingrid, ¡no para de preguntarme y de sonsacarme lo que hemos hecho en LOS APOSENTOS!
¿Y le dijiste algo?
¡No, qué estás loco!
¡Por Dios no se te ocurra decirle nada porque todo el mundo se enteraría y se armaría un escándalo! Tendríamos que casarnos.
Nadie se va a enterar de nada, papito. Todo eso es un secreto entre tú y yo.
De pronto en medio de la oscuridad de la noche se escuchó una queja:
SSSSHHHH, por favor dejen de cuchichear, cállense y dejen dormir.
Aquella segunda noche en Canoa estuvo llena de humedad acompañada por el ruido que las gotas de agua hacían en el techo del hotel. Rayos y truenos estallaban en el negro firmamento y Danni comprendió que en el mundo existían fuerzas poderosas e inimaginables. Comprobó la existencia de Zeus el que nubes reúne.
Cuando amaneció la aurora de dedos de rosa se posicionó sobre el pueblo de Canoa con su máximo esplendor. La primera en despertarse fue Nicole que no sabía el momento en que los chicos regresaran a Salinas para quedarse metida en el baño una hora y sacarse toda la arena y el sudor pegajoso que la incordiaba.
Se moría de hambre y fue a despertar a Doménica para que se levantara rápido y la llevara a tomar desayuno como si ella fuera su madre y la culpable de todo aquel lioso viaje al fin del mundo.
Pronto las chicas se levantaron y se turnaron para meterse en el baño para lavarse los dientes, orinar y peinarse.
Pava Loca se levantó de buen humor aquella mañana y ya estaba impaciente por meterse al agua a remar y seguir cogiendo olas, el hijoputa era una máquina de surfear.
Cuando los chicos estuvieron listos empezaron a hacer la vaca para reunir todos lo sucres que les quedaban para pagar un buen desayuno. Con el importe del dinero se fueron al mismo saloncito junto al mar de mesas cubiertas de plástico para desayunar huevos duros con café puro.
Pava Loca fue el primero en llegar al punto de quiebre y de inmediato se percató de que la punta estaba repleta de pequeñas manta rayas. Sus rabos ponzoñosos eran un peligro para los deportistas y esto lo puso inquieto. Joey no sabía cómo remar entre tanta manta raya sin llegar a tocar una de las espinas venenosas que llevan en el rabo.
Las olas habían perdido poder, pero seguían siendo grandes y tubulares y Roberto sentía verdadero placer de irse en cada una de ellas y bajarlas con su estilo suave, carente de movimientos bruscos, un estilo soul, donde la elegancia de los movimientos era el lenguaje con que se transmitían las sensaciones que el observador captaba.
Cuando Danni se percató del congestionamiento de manta rayas en el agua, de inmediato le dijo a su hermano que se saliera del agua, pero éste le respondió que como hoy era el último día de surf no se lo quería perder por nada del mundo.
Afuera las chicas recibían la ayuda de Manuel Fernando para colocarles el parasol, para que les untara en las requemadas espaldas las porciones de Coopertone y para conversar un rato. Manuel Fernando se dio cuenta de inmediato que las olas habían perdido altura y a él no le gustaba correr olas sin fuerza. Había traído la radio de pilas y se deleitaba escuchando una y otra vez las canciones de Peter Frampton, Donna Summer, Kool & The Gang y sobre todo la canción RED BARCHETA del grupo RUSH.
Ingrid disfrutaba las pocas ocasiones en que su fiel y eterno enamorado se quedaba en la playa junto a ella. Y en estas raras ocasiones ella le leía interesantes artículos del Selecciones del Reader’s Digest, que tanto le gustaban a ella. Ingrid siempre llevaba unas dos o tres revistas a la playa para leer mientras cogía sol, aunque sólo podía leer cuando el tiempo estaba nublado porque el resplandor del sol le dañaba las retinas.
De pronto Manuel Fernando le dijo a Ingrid:
¿Quieres ir a conocer las cuevas de LOS APOSENTOS?
¡Bueno!- le dijo ella-.
Y Doménica se puso colorada y se sonrió. En aquellos momentos soñaba despierta con Danni y con la forma como la tocaba y se unía a ella. La pasión la atormentaba y quería que Danni de verdad hiciera algo para que ella vuelva a sentir que las entrañas se le escapaban del cuerpo. Pero por otro lado tenía miedo de que alguien los viera. Aunque era imposible que la pequeña y aburrida Nicole los siguiera y los atisbara. Pero sería vergonzoso ser sorprendidos por otros turistas que también iban a aquella playa a tocarse y besarse.
Manuel Fernando e Ingrid se deleitaron con el paisaje al subir por el estrecho sendero selvático a la pequeña loma para llegar a LOS APOSENTOS y ver desde ahí la magnificencia soleada y apabullante del mar.
Cuando llegaron se quedaron verdaderamente impresionados de la altura de aquellas cuevas y pronto se fueron adentrando por los túneles hasta llegar a unas dunas de arena donde se sentaron. Entonces Manuel Fernando le dijo a su enamorada:
-¡Bueno, aquí es donde comienza lo bueno!
¡Estás loco, qué me quieres decir!- le dijo asustada Ingrid-. Será mejor que regresemos, ¿no hay peligro de que suba la marea y nos quedemos atrapados?
Espérate un momento bomboncito, que quiero darte un besito-le dijo Manuel Fernando-.
No seas loco, alguien puede venir. Ya déjate de esas cosas que para eso tenemos el cuarto de mi casa, ¿no?
Y Manuel Fernando creyó escuchar algo, unos pasos, que no eran en realidad nada más que el ruido, el eco de las olas al golpear contra las rocas y se le quitaron todas las ganas de hacer cariñitos a su enamorada. Así que pronto se encaminaron para la salida sin dejar de admirar las formaciones rocosas, que con la fuerza del viento y del agua de mar habían formado aquellas cavernas.
Mientras tanto Roberto, Danni, Joey y Pava Loca habían llegado a la conclusión de que el surf en Canoa había llegado a su fin. Las olas eran cada vez más débiles y el agua estaba infestada de manta rayas, así que decidieron marcharse a Salinas.
Cuando salieron a la orilla se percataron que las chicas habían iniciado una fogata con papeles de periódico, maderas sueltas y basura combustible. Allí estaban sentadas alrededor de aquella fogata, tratando de protegerse del viento helado y de la brisa que venía del mar. Después de un rato llegaron Manuel Fernando e Ingrid y se unieron al grupo. El cielo estaba completamente nublado, el día era gris y amenazaba con lluvia. Nicole estaba desesperada por regresar a Salinas y Doménica se ponía nerviosa por sus silencios prolongados y por su cara de malestar. De pronto Manuel Fernando dijo:
¡Bueno ha llegado el momento de regresar a Salinas!, así que nos vamos.
YUUUpiii-dijo Nicole-.
Sí, estuvo chévere la corrida en Canoa-dijo Danni-.
Adiós, adiós, Canoa, playa salvaje e increíble-dijo Joey-.
Nunca en mi vida he corrido olas tan largas-dijo Roberto-.
¿Cuándo organizaremos otro viaje para acá?-preguntó Pava Loca-.
Cuando tengamos dinero- respondió rápido Danni-. Ya sabemos que para venir acá hay que traer dinero.
Entonces Danni le empezó a hablar a Doménica sobre el buceo y le preguntó si ella quería acompañarlo a una excursión subamarina en los restos de un gran barco de carga que se hallaba sumergido en la playa sur de Chuyuipe, y Doménica lo pensó un rato, pero estaba tan enamorada de Danni que no le podía negar nada y le contestó que sí.
Y ella le dijo que sí porque lo amaba.
Y pronto todos recogieron sus tablas, sus toallas y se dirigieron al hotel de PALMECHE para embarcar sus cosas en la Station Wagon y regresar a Salinas.
FIN
PUNTA CARNERO
Danni y Joey se levantaron temprano ese día para desayunar café con leche y verdes asados. Joey se fue a la despensa de la playa a comprar pan, y regresó con unos pancitos pequeños, con forma de pez y olor a leña, que estaban sabrosos.
Cuando Joey regresó, y entró en la casa, los hermanos se sentaron a desayunar, y Danni le leyó unas noticias curiosas que habían aparecido en el periódico:
PERRO DISPARO CONTRA CABEZA DE CAZADOR
STRAENGNAES, Suecia, (AFP).- Un perro hirió a un cazador de un disparo en la cabeza, que le produjo la pérdida de un ojo, anunció la radio sueca.
El propietario del arma, otro cazador, puso su fusil cargado en el suelo y se retiró tras unos arbustos a cumplir con un llamado de la naturaleza. El perro, buscando a su amo, llegó corriendo y pisó el arma, disparándola.
El dueño del perro ha sido acusado de intento de homicidio involuntario. Ambos hombres tienen 60 años de edad. Se ignora la edad del can.
Luego de reírse por un buen rato, desayunaron, a veces en silencio, a veces hablaban, y de lo que hablaban era de lo mismo de siempre: que cuándo llegarán los papis; si ya se habrán reconciliado; si siempre seguirán peleando por todo y nada; que ojalá mejore el carácter de la mami. Los padres de los hermanos Russo eran una pareja completamente disfuncional. Aquel matrimonio nunca estaba del todo bien, siempre los aquejaba un resentimiento, siempre había de por medio alguna disputa. El padre, Sam Russo era un hombre que no le gustaba recibir órdenes de nadie y menos de su esposa cuando ella estaba colérica. Doris, en cambio, tenía un carácter de pocas pulgas, y montaba en cólera por todo y nada. Aquel matrimonio vivía en una constante pugna de poderes.
De todo este enredo lo que único que resultaba es que los hermanos Russo habían decidido utilizar el surf para escapar de casa, conocer la libertad, hacer deporte y vivir la vida lo más independientemente que se pueda. Escapar a la playa era para los chicos enfrentar la vida de una manera diferente, fuerte, pero era el antídoto para olvidar su miserable y traumática realidad familiar.
En ese momento Joey se levantó de la mesa, cogió la radio de pilas y empezó a escuchar una canción de ELTON JOHN, titulada: Bennie and the jets.
¡Ah!-dijo Danni-. Eso era lo que faltaba aquí.
¿Cómo vas a hacer para conseguir que Doménica vaya a Canoa contigo?, tienes que decírmelo para ver si te copio la estrategia y yo le saco el permiso a Nicole. A propósito, ¿qué piensas de Nicole?
Que está esperando el momento de que te le declares, esa chiquita se muere por ti-dijo Danni-.
Y en ese momento comenzó, por coincidencia, a sonar la canción de ELTON JOHN y KIKI DI, titulada: Don’t go breaking my Heart.
Y Joey comenzó a hacer mímica y a cantar la misma canción junto a la melodía que sonaba en la radio.
Y Danni se reía a carcajadas de ver las manifestaciones del amor representadas en las locuras de su hermano menor.
Entonces le dijo:
Huuuuuu, parece que tenemos otro perro que ya está calzoneado, ¿ah?
Y Joey le contestó:
Sí estoy perro, estoy perro, estoy perro. Y lo más bacán es que estoy a punto de llevármela a Punta Carnero y a Canoa y ¿sabes qué hermano?, ELLA QUIERE IR, ella quiere ir.
De pronto afuera se empezó a escuchar el ruido de los motores de los filibusteros. Se trataba del volskwagen de Manuel Fernando acompañado sólo con Ingrid y el Land Rover del padre de Doménica con las dos chiquillas.
Los hermanos Russo salieron al porche y recibieron a la gente. Aquella mañana el sol brillaba con una fuerza inusual y calentaba la arena del desierto, las rocas y más allá en el horizonte se adivinaba el mar azul, cubierto apenas por una densa neblina, que contrastaba con el sol que iluminaba la casa de madera.
Danni les preguntó a sus amigos si querían desayunar y Manuel Fernando le contestó:
-¡Qué desayuno ni qué desayuno, vámonos a Punta Carnero, ahoritita mismo!
Y los chicos Russo se metieron en la casa para coger las cosas que necesitaban, las toallas, la ropa seca, las ceras para las tablas y por supuesto la radio de pilas, que en ese momento estaban tocando un especial de ELTON JOHN, y en ese preciso momento estaba tocando la canción titulada: Your song.
¡Qué linda música!-dijo Nicole-, ¿qué radio es esa?
No lo sé-dijo Joey-, pero siempre tocan música para los jóvenes.
En un momento estaban los chicos Russo colocando las tablas en una parrilla portátil en el techo del Land Rover de Doménica.
Enseguida Danni se le acercó a Doménica y se puso frente a frente a ella y le dijo:
He estado esperando este momento con gran ansiedad, vengo por mi beso-dijo Danni-.
Y Doménica se le sonrió, inclinó la cabeza, con la mano liberó su rostro de un largo mechón de pelo, y le acercó sus labios hasta que se fundieron con los de Danni. Y ahí se quedaron un buen rato hasta que ella le dijo:
¡OOOyeee!, ¿qué te pasa hoy?
Nada, es que estoy feliz, eso es todo. Al tenerte a ti... lo tengo todo.
¡Vivan los novios!, ¡por favor échenles arroz, échenles arroz - gritó Ingrid desde el volkswagen-.
Y Manuel Fernando mostraba en su rostro una sonrisa de oreja a oreja. Y después dijo:
Bueno, bueno, ¡viva el amor, viva el amor!, pero ya vámonos a surfear.
Y Joey miraba a Nicole como, completamente avergonzada, y roja, se tapaba el rostro con la mano como queriendo esquivar los rayos del sol.
Así que luego emprendieron el viaje por la carretera desértica con rumbo a Punta Carnero. Danni le dijo a Doménica que se le colocara junto al volkswagen de Manuel para preguntarle algo y cuando ella lo hizo, él habló:
Hey, ¿qué pasó con Roberto y Pava Loca?
Ellos ya están allá-dijo Manuel-, Roberto sacó su volkswagen y se fue a ver a Pava Loca, venían con nosotros, pero en lugar de entrar para verlos a ustedes, ellos se fueron directamente para allá.
Y prosiguieron por la carretera ardiente y sinuosa hasta llegar, y Danni les empezó a contar a todos una historia sobre monstruos marinos, pescadores desaparecidos, fantasmas y espectros. El encadenado de Santa Elena. Y las chicas no le creían nada.
Cuando llegaron, efectivamente, al fondo en el agua, se podía ver la figura fornida de Roberto y la figura atlética y estilizada de Pava Loca, que estaban sentados sobre sus tablas al nivel de un mar picado, esperando olas.
Pronto los tres jóvenes entraron al agua y empezaron a remar hasta la punta donde se encontraban Roberto y Pava Loca.
El mar azul profundo, estaba picado por el viento y era muy difícil estarse quieto, sentado sobre la tabla, todo era puro movimiento. De vez en cuando corrían ráfagas de viento que les ponía a los chicos la carne de gallina.
Roberto le preguntó a Danni.
¿Cuándo vas a ir a hablar con los padres de Doménica sobre el viaje a Canoa?
Hoy en la noche después de ver en la televisión LA TRIBU BRADY- fue la respuesta de Danni-.
¿Y qué van a hacer con Nicole?-preguntó Manuel Fernando-.
Vamos a utilizar la misma estrategia y vamos a ir en masa con Doménica, Ingrid y Joey para hablar con sus padres y pedir permiso-.
Je, je, je, je, ¡estás loco!
No me queda otra opción que frentear la situación desde el principio. Lo único que nos puede pasar es que nos digan que no y eso es todo.
¡Buena, esa es!-dijo Roberto-, mientras salpicaba de agua helada a Pava Loca, que se lo quedaba mirando desafiante.
¡Ponte pilas que allá se vienen las mama rusas!-dijo Pava Loca y empezó a remar-.
Una tanda de diez olas, de metro y medio, venían acercándose rápidamente y los muchachos empezaron a remar para colocarse en el lugar exacto en que las masas de agua los pudiera empujar para irse con ellas.
Nuevamente Joey, con su perfecto estado físico, fue el primero en montarse sobre una ola y se fue por en medio del agua y la muralla de granito que sirve de rompeola.
Luego fue Pava Loca quien cogió una ola rápida y se fue en ella sin desaprovechar la oportunidad de pegar de inmediato un roler, y sacar una estela por encima de la pared de agua.
Roberto y Danni se quedaron en busca de la ola perfecta que los lleve, y Roberto fue el primero en encontrar una ola a su medida, la remó y se fue en ella con su estilo soul, sin movimientos bruscos y más bien suaves.
Danni fue el último en irse en aquella tanda de olas y tuvo la suerte de que le tocara una ola hueca que de inmediato lo tubeó, hasta lograr salir fuera del tubo expulsado junto a una fuerte explosión de vapor que provenía dentro de la ola.
Afuera Ingrid y Nicole conversaban sobre el permiso para ir a Canoa, y Nicole le contaba a Ingrid, que ya había estado tanteando a su madre y que ésta se mostraba con buena disposición a que su hija de doce años tuviera amigos y que pasara largos ratos con ellos para así dejarla disfrutar de las vacaciones en compañía de sus amigas de té y de juegos de naipes. El padre de Nicole se la pasaba en el Yacht veleando o pescando, y de ahí se iba a jugar squash. Casi nunca pasaba en casa y cuando llegaba era para la hora de ver las noticias en televisión o para dormir.
Ingrid le deseo suerte y le aseguró que todo saldría bien si iban todos juntos a pedirle permiso a la familia esta noche.
Doménica, en cambio, estaba más preocupada porque sus padres la habían regañado la mañana después de que regresó tan tarde de Chuyuipe y se mostraron muy preocupados de que anduviera con Nicole en el Land Rover hasta tan altas horas de la noche. Tal vez a ella no le iban a dar el permiso para viajar a Canoa.
El paisaje de aquella mañana en Punta Carnero era delicioso. El sol flotaba, brillante en lo alto del cielo y entre el cielo y la arena las gaviotas volaban raudas de un lado para otro, hasta terminar posándose en alguna duna cercana, para ponerse a caminar insolentes en la orilla de la playa. Los cangrejos rojos se movían esquivos y furiosos en medio de la soledad, y cuando alguna gaviota se acercaba, corrían a sus agujeros en la arena para proceder a desaparecer luego.
Doménica le pidió Coopertone a Ingrid, pero quien tenía el bloqueador solar era Nicole y ésta se lo pasó. Entonces Doménica empezó el ritual de frotarse aquel aceite para proteger su piel morenita.
De un bolso tejido con paja y de color azul, Ingrid sacó una botella de plástico con agua, se la llevó a sus labios y empezó a beber para calmar la sed.
El parasol bajo el que las chicas estaban acostadas ofrecía poca protección contra el viento que a veces arrastraba pequeñas nubes de arena.
Las chicas sentían verdadero placer al enterrar los dedos de los pies y parte de los mismos en la arena, pues ésta se encontraba a menor temperatura que la arena de la superficie que se hallaba expuesta al sol.
Adentro los chicos se turnaban para coger aquellas olitas de metro y medio. Y una y otra vez se deslizaban sobre ellas con pequeña gracia y estilo, repitiendo los mismos movimientos, una y otra vez, hasta lograr conseguir alguna mejora más radical en su estilo.
Este deporte del surfing era muy difícil de practicar hasta alcanzar el nivel en que se podía decir que el deportista está disfrutando del surf.
De pronto, al fondo, mar adentro, una escuela de delfines hizo aparición mostrando sus aletas de punta redondeada.
Así transcurrieron las horas con aquellos chicos en el agua, pasando el tiempo sin mucho que decir y sí mucho que remar porque la corriente estaba jalando hacia las rocas y los muchachos a cada rato tenían que remar y volverse a colocar en la posición adecuada y justa, para remar en dirección de las olas y cogerlas.
Una y otra vez se repetía la misma escena: las olas venían desde el magno horizonte y los muchachos se ponían alertas para remar hacia ellas, posicionarse en el lugar exacto para cogerlas, y luego montarlas para hacer toda clase de maniobras y piruetas.
Mar adentro el silencio era absoluto. Sólo estaban los muchachos, la poesía del mar y de vez en cuando, la cabeza de alguna tortuga, que salía a la superficie para respirar.
El viento mantenía el mar picado y cuando los chicos bajaban una ola, las tablas saltaban sobre la onda de agua, debido a las grandes escamas que el viento formaba sobre la pared de agua. El mar estaba picado.
Roberto y Manuel Fernando, como expertos corredores de olas en LA FAE, una playa generalmente de mar picado, aprovechaban al máximo aquellas olas de mar picado por el viento y subían y bajaban por las paredes de agua sacando estelas con verdadero placer.
A Danni no le gustaba mucho surfear en olas de mar picado y remaba las olas de Punta Carnero con desgana. Además su cabeza estaba totalmente copada con el obsesivo pensamiento de cómo conseguir que los padres de Doménica y Nicole autorizaran que las chicas viajaran con la gallada a Canoa. Esto lo volvía un poco torpe y en algunas ocasiones no coordinaba bien la cogida de la ola y se quedaba. O se iba en la ola con mal tiempo y se caía dejándose revolcar por la espuma. Lo que no era algo de temer por el tamaño de la ola que era de metro y medio, cuando Danni estaba acostumbrado también a correr en LA FAE y Montañita donde las barredoras, y en LA FAE, especialmente, los remolinos son cosa verdaderamente seria.
Pava Loca y Joey se habían puesto de acuerdo en competir para saber quién era el que más olas cogía ya que los dos eran los que más vicio sentían por el surf. Pava Loca, viejo y experimentado hippie, que no perdonaba el menor error de su contrincante, y que se empecinaba en competir con un crío como Joey. Y Joey, un niño verdaderamente superdotado por los dioses, con un estado físico tremendo y una pasión desmedida por la tabla hawaiana, corriendo, y de la misma manera implacable, al no perdonar algún mal cálculo de Pava Loca, que le permitiera robarle la ola mejor.
Ambos bajaban las olas con una maestría y un dinamismo digno de ser retratados por una revista internacional. Pava Loca imitando el estilo del campeón Mark Richards y Joey, con un estilo apretado, igual que el de Cheyene Horan.
Así transcurrió el tiempo hasta que llegó la tarde y con ella el hambre y la hora de salir para prepararse a ver la espectacular caída del sol. Era un show portentoso donde el gran círculo de hierro candente se ponía de color naranja intenso y luego, poco a poco, se iba hundiendo hasta perderse completamente en el oscuro horizonte del mar y dejando toda la atmósfera con un reflejo de color púrpura brillante para luego ser seguido por la oscuridad.
Cuando los muchachos salieron se fueron directo a los autos y sacaron el gran bidón de agua y se sacaron la sal de los ojos y bebieron agua con la sed de los náufragos.
Cada muchacho, a medida que su permanencia en la playa se iba alargando, su cuerpo acusaba un estilizamiento, una pérdida de peso que iba consumiendo las grasas de exceso hasta dejarlos puros huesos y músculos. Sus pieles en cambio se iban oscureciendo por los efectos de los rayos del sol, que quemaban la piel sobre lo ya quemado, hasta conseguir que el tejido se oscurezca.
Danni había salido del agua y abrazaba a Doménica mientras se deleitaban observando cómo el sol descendía y descendía, todo color rojo y naranja hasta manchar el océano de rosa y púrpura.
Pava Loca, Roberto y Manuel Fernando conversaban sobre las maniobras que habían realizado y la dura batalla que le había dado el pequeño Joey. Joey y Nicole estaban ocupados en tomar agua y en sentirse contentos por estar juntos en Punta Carnero. En la radio de pilas sonaba una canción de ELTON JOHN, titulada: DANIEL.
Cuando el sol portentoso se evaporó del firmamento vino la oscuridad, y Roberto y Pava Loca se metieron en su volkswagen, Manuel e Ingrid se metieron en su volkswagen y los hermanos Russo y las chicas se metieron en el LAND ROVER.
Cuando ya se iban Manuel Fernando acercó el carro a la ventanilla del Land Rover donde iba sentado Danni y les dijo:
-¡Buena suerte, loco!
Cuando el Land Rover entró a Salinas el malecón estaba saturado de gente que caminaba por las calles, surfistas con sus tablas se paseaban de un lado para el otro y se dirigían al restaurante Super Fausto o al Saavedra’s para llenarse la barriga con un buen arroz con pescado o con un lomo a lo pobre.
Eran las siete de la noche, y aquella hora, tanto los turistas nacionales como los internacionales estaban en sus hoteles viendo televisión, bañándose o vistiéndose y preparándose para salir a pasear por el malecón o para asistir a la misa en la iglesia de Chipipe.
Cuando los chicos llegaron a la casa de Doménica, les abrió la puerta la empleada, porque la señora de la casa estaba en un té con sus amigas. Sólo estaba el padre en la cancha de squash de la casa, dándole y dándole a la pelota contra la pared.
Los chicos y las niñas entraron hasta la cancha donde se encontraba el padre y Doménica le dijo que ellos querían decirle algo.
Entonces el padre detuvo el juego un instante y prestó atención. Su rostro estaba sudoroso y en la cabeza lucía una apretada sudadera de color blanco.
¡Qué!, ¿qué es lo que pasa?
Señor-dijo Danni nervioso-, hemos venido para pedirle su permiso para llevar a Doménica a un viaje de tres días a una playa de Manabí, llamada Canoa. Allá llegaremos a un hotel de un amigo llamado Palmeche y todo estará bien, tendremos suficiente agua y comida para los tres días.
Si todo es como ustedes dicen por mí no hay ningún problema, ¿a propósito en qué se van a ir?, pero creo que deberían también consultar con la madre de Doménica, ¿no?
¿En serio me dejas ir papi?-dijo alegre Doménica-.
Sí-contestó el padre-.
Luego se dirigió a Danni y le preguntó a quemarropa:
Muchacho sabes jugar squash, ¿qué tal eres para el squash?
Bueno, señor, en el Guayas juego todos los jueves por la noche, sin falta.
Entonces, déjame invitarte a jugar unos cuantos minutos para ver de qué madera estás hecho.
¡Excelente!-respondió Danni- y de inmediato se fue a colocar unos zapatos de caucho.
Así estuvieron un rato dándole a la pelota y el viejo pronto se dio cuenta que estaba ante un rival fantástico y que iba a hacer el ridículo compitiendo con la ventaja que le llevaba el muchacho en habilidad, fuerza y juventud.
Entonces agotado y empezando a sentir ahogos, todo transpirado, decidió dar por terminado el juego y empezó a dirigirse al baño. Entonces en el camino se despidió de los chicos.
Entonces los chicos recibieron la invitación de Doménica de quedarse a comer antes de partir a la casa de Nicole para utilizar la misma estrategia y ver si lograban salirse con la suya.
Entonces los chicos se sentaron en la mesa y Doménica, imitando el estilo enérgico de la mamá, entraba y salía de la cocina y le daba instrucciones a la empleada para que sirviera sendos platos de seco de pollo, cebiches de camarones, jugos Guayas, y platos de sopa marinera.
Cuando los muchachos estuvieron satisfechos con la comilona, se levantaron y se dirigieron al Land Rover, para dirigirse a la casa de los padres de Nicole. Pero antes se acordaron de pasar por la casa de Ingrid, y ahí todavía estaba Manuel Fernando y tanto Doménica como Danni los persuadieron de que los acompañaran para hacer más fuerza a la hora de conseguir que los padres de Nicole le dieran permiso para viajar a Canoa. Entonces Ingrid y Manuel Fernando se subieron al Land Rover y juntos se fueron para allá.
Nuevamente los chicos empezaron a rodar por el malecón de Salinas y eran testigos del bullicio de los turistas, en una ocasión tuvieron que ir despacio detrás de veinte motociclistas que iban en línea por el malecón, sin dejar pasar a nadie. Otras veces eran testigos de los turistas que se ponían a pasear en sus tricars o en sus motos a toda velocidad, de las gentes vestidas con la elegancia de un desfile de modas, que se dejaban ver en los balcones de los restaurantes para servirse alguna especialidad típica compuesta por mariscos frescos, cerveza o colas. Una de las grandes fallas que tenía Salinas era que aquel balneario no disponía de un centro comercial dotado de cine. De vez en cuando la Comisión de Tránsito hacía batidas a los motociclistas y los rodeaban con sus escarbajos celestes con puertas blancas y sus Fords LTDS para luego de emboscarlos meterse en una puñetiza con los motociclistas donde no siempre salían bien parados.
Cuando llegaron a la casa de los padres de Nicole les salió a recibir la mamá y los hizo pasar adentro. Entonces los chicos le dejaron a Doménica que hable por su amiguita Nicole y le preguntó a la mamá, que si la podía dejar viajar a Manabí a una playa remota y llena de olas llamada Canoa, con todos ellos. Ingrid le prometió a la mamá de Nicole que todo estaría bien y que su hija estaría bien cuidada.
La madre no sabía qué pensar, su hija apenas tenía doce años y los chicos surfistas, ¡se la querían llevar a Manabí!, pero así era la juventud de ahora. Entonces Danni le sacó un mapa a la mamá de Nicole y le dijo:
Mire señora, salimos de Chuyuipe en Ballenita y nos vamos hasta Canoa en Manabí y tenemos que pasar por: EL MANSITO, CAPAES, COITO, Playa BRUJA, MONTAÑITA, LAS TUNAS, RIO CHICO, PUERTO CAYO, LA TINOZA, SAN MATEO, EL MURCIÉLAGO, LA BELLACA y finalmente CANOA.
¿Y van a correr olas en todas esas playas?-preguntó asombrada la mamá de Nicole-.
No, señora-dijo Ingrid-, sólo vamos a pasar por ahí, pero nuestro destino y donde vamos a pernoctar es en Canoa.
Eso queda por Bahía de Caráquez, ¿no?
Sí-dijo Manuel Fernando-, hay que pasar en una barcaza o gabarra de Bahía a San Vicente, pasar por Briceño, una serie de playitas y finalmente llegar a Canoa.
¿Y qué tiene de especial esa playa?-preguntó la mamá de Nicole toda ella llena de dudas-.
Hay olas de tres metros de alto y del largo de dos cuadras americanas-le respondió de inmediato Manuel Fernando-.
¡Uyyyy, Dios mío, por favor tengan cuidado!-dijo asustada la mamá de Nicole-.
No se preocupe, señora-dijo Danni-, nosotros hemos corrido olas en LA FAE y en Montañita y sabemos lo que hacemos cuando nos metemos al agua.
Entonces salió del cuarto de billar el padre de Nicole y vio a todos esos chiquillos de diez y siete años junto a su pequeña bebe, y le preguntó con la mirada a su esposa que qué era lo que pasaba y ella, le tomó del brazo y se lo llevó aparte y le enseñó el mapa que le habían proporcionado los chicos y le empezó a susurrar al oído.
Entonces se produjo un momento tenso entre los muchachos. Joey tenía el corazón en la boca y tenía unas ganas tremendas de cogerle la mano a Nicole, pero algo en el ánimo, una vergüenza se lo impedía. Manuel Fernando ya estaba aburrido de estar ahí y se quería largar de inmediato a rodar por el malecón para verse con sus amigos y tomarse una cerveza en lata. Ingrid y Doménica estaban cogidas de la mano, esperando ansiosas la respuesta del ceñudo y bigotón padre de Nicole. Aquel señor lucía como un oso, con todo ese vello en el pecho y portando orgulloso una gran calva que contrastaba con su espeso bigote.
Entonces el padre se volteó desesperado hacia los chicos y les preguntó:
¡Bueno, bueno!, ¿y quién es el que se va a hacer cargo específicamente de cuidar a mi bebe?-preguntó el papá de Nicole-.
Ese soy yo-dijo Joey-.
¿Tú?
En realidad somos todos los varones, señor-dijo Danni-, con nosotros vienen dos muchachos más que tienen un estado físico como de salvavidas, aunque las chicas van a permanecer en la orilla, bronceándose, y nada más.
¡Bueno, qué se le puede hacer!, así es como los hijos empiezan a abandonar el hogar-dijo apesadumbrado el papá de Nicole-.
Y ella se fue junto a su padre y se le colgó del cuello y le dijo toda modosita:
- No te preocupes, papito, que Joey y los muchachos me van a cuidar muy bien. Sólo que las chicas y los chicos surfistas quieren estar todo el tiempo juntos y conocer nuevas playas con olas cada vez más grandes y feroces. ¿Te das cuenta?, ¡eso es todo!
Y Manuel Fernando y Danni se quedaron pasmados porque desde el principio hubieran dejado hablar a Nicole ya que ella lo expresó con palabras verdaderamente inteligentes.
Cuando salieron de la casa de los padres de Nicole, Ingrid los invitó a los hermanos Russo y a sus chicas a una fiesta que daba el Liceo Panamericano, el colegio donde ella estudiaba. Así que se treparon todos en el Land Rover y se fueron de largo por el malecón hasta llegar a una casa atrás del balneario de Chipipe. En el camino se encontraron con Roberto y Pava Loca y también los treparon. Ya antes de llegar, casi a dos cuadras de distancia, se escuchaba el estruendo de la música que salía de los parlantes que habían colocado en el patio de la villa.
Toda la casa había sido acondicionada para la fiesta heavy y los muebles habían sido desalojados y colocados en el patio, las luces habían sido sustituidas por focos de colores, en las paredes se habían colocado posters de bandas de rock como The Doors, Jimmy Hendricks, The Monkeys y Rolling Stones. Sólo había una gran mesa en el comedor con toda clase de bocaditos como pequeñas salchichas junto a pozos de salsas, cachitos, bandejas con colitas seven up, bandejas con pequeños sánduches de mortadela y de atún.
La anfitriona de la fiesta era Elizabeth, una amiga de Ingrid y compañera del colegio, y fue ella que los dejó pasar a los hermanos Russo, a Roberto y Pava Loca, ya que no habían sido invitados.
Para Roberto, una vez dentro de la fiesta, el asunto principal, todo consistía en buscar una pareja de baile.
Lo primero que hizo Pava Loca fue empezar a devorar pastelillos de dulce, que estaban en la gran mesa del buffet. Eran los nervios de tener que buscar una pareja de baile lo que lo impulsaba a prácticamente devorar con manos nerviosas los panecillos dulces. Entonces vino Ingrid acompañada de Elizabeth en su rescate y le presentaron a Lorena, que estaba loca por conocer un surfista pesado de Salinas. Así que por fin Pava Loca ya tenía pareja para bailar y todo había resultado casi sencillo para él. Ella le preguntó:
¿Cuál es tu verdadero nombre?, ¿me imagino que no te has de llamar Pava Loca, verdad?
Me llamo Xavier, ¿esta fiesta de qué año es?
De quinto. Ya todos estamos creciditos, ¿es cierto que todos los surfistas son marihuaneros?
No, no es cierto. Lo que pasa es que este nuevo deporte, como lo denominó el escritor Jack London, apareció justo en la temporada de la revolución hippie y todo el asunto se mezcló, ¿ves?
Y así continuaron mientras bailaban canciones de Journey y baladas de los Bee Gees como la de Staying Alive y canciones del grupo POP, mexicano llamado MAGNETO.
Danni tuvo su segunda oportunidad de bailar un bolerazo con Doménica bajo los acordes de OPEN ALL NIGHT de los HALL & OATES. Esta vez las luces del Yacht sólo eran un mal recuerdo y en medio de la penumbra, ella se derretía por bailar tan pegaditos y bajo los acordes de aquella música tan linda. Era como si Danni tuviera un gusto exquisito para elegir las canciones a la hora de sacarla a bailar.
Danni le susurró al oído:
¿Te gusta esa canción, niña?
¡Tú me inquietas demasiado, Danni!
La primera vez que escuché esa canción me quedé enamorado de ella y pensé que algún día la iba a bailar con la chica que conquiste mi corazón y finalmente lo he logrado…
¡Calla!- le dijo ella y le puso su pequeña manita morena en la boca-.
Al final de la canción Danni no se pudo aguantar y al juntar sus labios sobre los de ella, apenas le metió la lenguita hasta sentir sus preciosos dientecitos…
Ella le repitió al oído:
- ¡Danni, tú me inquietas demasiado!
En un momento en que se cansaron de bailar Pava Loca y Roberto se salieron de la fiesta, medio borrachos y se fueron caminando de regreso al malecón y entre LA POSADA y el Yacht, se detuvieron en la casa de una amiga llamada Carolina, y se dieron cuenta que ella había convertido parte de su casa en una galería de arte. Así, todo borrachos, se quedaron admirados de ver tantos cuadros de Enrique Tabarra, guindados sobre las paredes. En ellos se mostraban prostitutas en posiciones seductoras y medias desnudas, exhibiendo sus encantos. En aquella galería de arte les brindaron más vino, salchichas frankfurt, y los chicos se fueron a la una de la madrugada, borrachos y cuando se aburrieron de los cuadros, de los vasitos de vino y de la gente perfumada y elegante se salieron y se fueron de regreso a la fiesta de Elizabeth, pero como estaban tan borrachos se perdieron y terminaron caminando perdidos por el cementerio y los pozos de sal. Al pasar por una bandada de gallinazos se pegaron un susto de muerte cuando éstos animales alzaron el vuelo. Y lo más aterrador fue el ver al loco Emilio, sentado contra una pared del cementerio de Salinas, supuestamente haciéndole guardia a sus familiares difuntos. En este punto, entre los turistas del Guayas, se había vuelto una costumbre ir hasta el cementerio a ver al loco Emilio y luego salir pitando porque las chicas se ponían histéricas de espanto.
Después de caminar borrachos y locos finalmente llegaron de nuevo a la fiesta de Elizabeth que estaba muy alegre contándole a todo el mundo que la habían seleccionado para trabajar en una famosa agencia de modelos que iba a estrenar un show en el HOTEL RAMADA.
De pronto, afuera de la casa hubo un alboroto porque Joey estaba peleando con un muchacho de catorce años. Danni y sus amigos salieron a ver la pelea y el muchacho Abel lo insultaba a gritos a Joey por haberle golpeado con los nudillos en la ceja y el pómulo.
¿Qué fue lo que pasó?-preguntó Danni a Nicole-.
Ese muchacho grandote me empezó a molestar; a quererme sacar a bailar a la fuerza, delante de Joey y como tu hermano protestó lo invitó a pelear afuera, y tu hermano, primero se le cuadró como karateca o yo no sé qué cosa y luego se le ha acercado como un rayo, rapidísimo y le a golpeado bien fuerte en el rostro.
Danni se le acercó al muchacho, Abel, y le preguntó si quería seguir peleando y el chico lo miró con espanto y luego se levantó del suelo donde estaba sentado y se fue de la fiesta.
Danni lo cogió por el cuello a su hermano y lo felicitó con unas palabras amables al oído:
¡Así que haciendo puntos de bravura delante de tu chica, eh!
El tipo comenzó, pero lastimosamente no sabía con quién se metía…
Afuera la noche se hacía eterna para los caminantes y los turistas que se paseaban por el malecón. Por todos lados había fiestas, reuniones, globitos inflados, alcohol, música y diversión. Y los dioses miraban desde lo alto del Olimpo.
Danni y Joey se levantaron temprano ese día para desayunar café con leche y verdes asados. Joey se fue a la despensa de la playa a comprar pan, y regresó con unos pancitos pequeños, con forma de pez y olor a leña, que estaban sabrosos.
Cuando Joey regresó, y entró en la casa, los hermanos se sentaron a desayunar, y Danni le leyó unas noticias curiosas que habían aparecido en el periódico:
PERRO DISPARO CONTRA CABEZA DE CAZADOR
STRAENGNAES, Suecia, (AFP).- Un perro hirió a un cazador de un disparo en la cabeza, que le produjo la pérdida de un ojo, anunció la radio sueca.
El propietario del arma, otro cazador, puso su fusil cargado en el suelo y se retiró tras unos arbustos a cumplir con un llamado de la naturaleza. El perro, buscando a su amo, llegó corriendo y pisó el arma, disparándola.
El dueño del perro ha sido acusado de intento de homicidio involuntario. Ambos hombres tienen 60 años de edad. Se ignora la edad del can.
Luego de reírse por un buen rato, desayunaron, a veces en silencio, a veces hablaban, y de lo que hablaban era de lo mismo de siempre: que cuándo llegarán los papis; si ya se habrán reconciliado; si siempre seguirán peleando por todo y nada; que ojalá mejore el carácter de la mami. Los padres de los hermanos Russo eran una pareja completamente disfuncional. Aquel matrimonio nunca estaba del todo bien, siempre los aquejaba un resentimiento, siempre había de por medio alguna disputa. El padre, Sam Russo era un hombre que no le gustaba recibir órdenes de nadie y menos de su esposa cuando ella estaba colérica. Doris, en cambio, tenía un carácter de pocas pulgas, y montaba en cólera por todo y nada. Aquel matrimonio vivía en una constante pugna de poderes.
De todo este enredo lo que único que resultaba es que los hermanos Russo habían decidido utilizar el surf para escapar de casa, conocer la libertad, hacer deporte y vivir la vida lo más independientemente que se pueda. Escapar a la playa era para los chicos enfrentar la vida de una manera diferente, fuerte, pero era el antídoto para olvidar su miserable y traumática realidad familiar.
En ese momento Joey se levantó de la mesa, cogió la radio de pilas y empezó a escuchar una canción de ELTON JOHN, titulada: Bennie and the jets.
¡Ah!-dijo Danni-. Eso era lo que faltaba aquí.
¿Cómo vas a hacer para conseguir que Doménica vaya a Canoa contigo?, tienes que decírmelo para ver si te copio la estrategia y yo le saco el permiso a Nicole. A propósito, ¿qué piensas de Nicole?
Que está esperando el momento de que te le declares, esa chiquita se muere por ti-dijo Danni-.
Y en ese momento comenzó, por coincidencia, a sonar la canción de ELTON JOHN y KIKI DI, titulada: Don’t go breaking my Heart.
Y Joey comenzó a hacer mímica y a cantar la misma canción junto a la melodía que sonaba en la radio.
Y Danni se reía a carcajadas de ver las manifestaciones del amor representadas en las locuras de su hermano menor.
Entonces le dijo:
Huuuuuu, parece que tenemos otro perro que ya está calzoneado, ¿ah?
Y Joey le contestó:
Sí estoy perro, estoy perro, estoy perro. Y lo más bacán es que estoy a punto de llevármela a Punta Carnero y a Canoa y ¿sabes qué hermano?, ELLA QUIERE IR, ella quiere ir.
De pronto afuera se empezó a escuchar el ruido de los motores de los filibusteros. Se trataba del volskwagen de Manuel Fernando acompañado sólo con Ingrid y el Land Rover del padre de Doménica con las dos chiquillas.
Los hermanos Russo salieron al porche y recibieron a la gente. Aquella mañana el sol brillaba con una fuerza inusual y calentaba la arena del desierto, las rocas y más allá en el horizonte se adivinaba el mar azul, cubierto apenas por una densa neblina, que contrastaba con el sol que iluminaba la casa de madera.
Danni les preguntó a sus amigos si querían desayunar y Manuel Fernando le contestó:
-¡Qué desayuno ni qué desayuno, vámonos a Punta Carnero, ahoritita mismo!
Y los chicos Russo se metieron en la casa para coger las cosas que necesitaban, las toallas, la ropa seca, las ceras para las tablas y por supuesto la radio de pilas, que en ese momento estaban tocando un especial de ELTON JOHN, y en ese preciso momento estaba tocando la canción titulada: Your song.
¡Qué linda música!-dijo Nicole-, ¿qué radio es esa?
No lo sé-dijo Joey-, pero siempre tocan música para los jóvenes.
En un momento estaban los chicos Russo colocando las tablas en una parrilla portátil en el techo del Land Rover de Doménica.
Enseguida Danni se le acercó a Doménica y se puso frente a frente a ella y le dijo:
He estado esperando este momento con gran ansiedad, vengo por mi beso-dijo Danni-.
Y Doménica se le sonrió, inclinó la cabeza, con la mano liberó su rostro de un largo mechón de pelo, y le acercó sus labios hasta que se fundieron con los de Danni. Y ahí se quedaron un buen rato hasta que ella le dijo:
¡OOOyeee!, ¿qué te pasa hoy?
Nada, es que estoy feliz, eso es todo. Al tenerte a ti... lo tengo todo.
¡Vivan los novios!, ¡por favor échenles arroz, échenles arroz - gritó Ingrid desde el volkswagen-.
Y Manuel Fernando mostraba en su rostro una sonrisa de oreja a oreja. Y después dijo:
Bueno, bueno, ¡viva el amor, viva el amor!, pero ya vámonos a surfear.
Y Joey miraba a Nicole como, completamente avergonzada, y roja, se tapaba el rostro con la mano como queriendo esquivar los rayos del sol.
Así que luego emprendieron el viaje por la carretera desértica con rumbo a Punta Carnero. Danni le dijo a Doménica que se le colocara junto al volkswagen de Manuel para preguntarle algo y cuando ella lo hizo, él habló:
Hey, ¿qué pasó con Roberto y Pava Loca?
Ellos ya están allá-dijo Manuel-, Roberto sacó su volkswagen y se fue a ver a Pava Loca, venían con nosotros, pero en lugar de entrar para verlos a ustedes, ellos se fueron directamente para allá.
Y prosiguieron por la carretera ardiente y sinuosa hasta llegar, y Danni les empezó a contar a todos una historia sobre monstruos marinos, pescadores desaparecidos, fantasmas y espectros. El encadenado de Santa Elena. Y las chicas no le creían nada.
Cuando llegaron, efectivamente, al fondo en el agua, se podía ver la figura fornida de Roberto y la figura atlética y estilizada de Pava Loca, que estaban sentados sobre sus tablas al nivel de un mar picado, esperando olas.
Pronto los tres jóvenes entraron al agua y empezaron a remar hasta la punta donde se encontraban Roberto y Pava Loca.
El mar azul profundo, estaba picado por el viento y era muy difícil estarse quieto, sentado sobre la tabla, todo era puro movimiento. De vez en cuando corrían ráfagas de viento que les ponía a los chicos la carne de gallina.
Roberto le preguntó a Danni.
¿Cuándo vas a ir a hablar con los padres de Doménica sobre el viaje a Canoa?
Hoy en la noche después de ver en la televisión LA TRIBU BRADY- fue la respuesta de Danni-.
¿Y qué van a hacer con Nicole?-preguntó Manuel Fernando-.
Vamos a utilizar la misma estrategia y vamos a ir en masa con Doménica, Ingrid y Joey para hablar con sus padres y pedir permiso-.
Je, je, je, je, ¡estás loco!
No me queda otra opción que frentear la situación desde el principio. Lo único que nos puede pasar es que nos digan que no y eso es todo.
¡Buena, esa es!-dijo Roberto-, mientras salpicaba de agua helada a Pava Loca, que se lo quedaba mirando desafiante.
¡Ponte pilas que allá se vienen las mama rusas!-dijo Pava Loca y empezó a remar-.
Una tanda de diez olas, de metro y medio, venían acercándose rápidamente y los muchachos empezaron a remar para colocarse en el lugar exacto en que las masas de agua los pudiera empujar para irse con ellas.
Nuevamente Joey, con su perfecto estado físico, fue el primero en montarse sobre una ola y se fue por en medio del agua y la muralla de granito que sirve de rompeola.
Luego fue Pava Loca quien cogió una ola rápida y se fue en ella sin desaprovechar la oportunidad de pegar de inmediato un roler, y sacar una estela por encima de la pared de agua.
Roberto y Danni se quedaron en busca de la ola perfecta que los lleve, y Roberto fue el primero en encontrar una ola a su medida, la remó y se fue en ella con su estilo soul, sin movimientos bruscos y más bien suaves.
Danni fue el último en irse en aquella tanda de olas y tuvo la suerte de que le tocara una ola hueca que de inmediato lo tubeó, hasta lograr salir fuera del tubo expulsado junto a una fuerte explosión de vapor que provenía dentro de la ola.
Afuera Ingrid y Nicole conversaban sobre el permiso para ir a Canoa, y Nicole le contaba a Ingrid, que ya había estado tanteando a su madre y que ésta se mostraba con buena disposición a que su hija de doce años tuviera amigos y que pasara largos ratos con ellos para así dejarla disfrutar de las vacaciones en compañía de sus amigas de té y de juegos de naipes. El padre de Nicole se la pasaba en el Yacht veleando o pescando, y de ahí se iba a jugar squash. Casi nunca pasaba en casa y cuando llegaba era para la hora de ver las noticias en televisión o para dormir.
Ingrid le deseo suerte y le aseguró que todo saldría bien si iban todos juntos a pedirle permiso a la familia esta noche.
Doménica, en cambio, estaba más preocupada porque sus padres la habían regañado la mañana después de que regresó tan tarde de Chuyuipe y se mostraron muy preocupados de que anduviera con Nicole en el Land Rover hasta tan altas horas de la noche. Tal vez a ella no le iban a dar el permiso para viajar a Canoa.
El paisaje de aquella mañana en Punta Carnero era delicioso. El sol flotaba, brillante en lo alto del cielo y entre el cielo y la arena las gaviotas volaban raudas de un lado para otro, hasta terminar posándose en alguna duna cercana, para ponerse a caminar insolentes en la orilla de la playa. Los cangrejos rojos se movían esquivos y furiosos en medio de la soledad, y cuando alguna gaviota se acercaba, corrían a sus agujeros en la arena para proceder a desaparecer luego.
Doménica le pidió Coopertone a Ingrid, pero quien tenía el bloqueador solar era Nicole y ésta se lo pasó. Entonces Doménica empezó el ritual de frotarse aquel aceite para proteger su piel morenita.
De un bolso tejido con paja y de color azul, Ingrid sacó una botella de plástico con agua, se la llevó a sus labios y empezó a beber para calmar la sed.
El parasol bajo el que las chicas estaban acostadas ofrecía poca protección contra el viento que a veces arrastraba pequeñas nubes de arena.
Las chicas sentían verdadero placer al enterrar los dedos de los pies y parte de los mismos en la arena, pues ésta se encontraba a menor temperatura que la arena de la superficie que se hallaba expuesta al sol.
Adentro los chicos se turnaban para coger aquellas olitas de metro y medio. Y una y otra vez se deslizaban sobre ellas con pequeña gracia y estilo, repitiendo los mismos movimientos, una y otra vez, hasta lograr conseguir alguna mejora más radical en su estilo.
Este deporte del surfing era muy difícil de practicar hasta alcanzar el nivel en que se podía decir que el deportista está disfrutando del surf.
De pronto, al fondo, mar adentro, una escuela de delfines hizo aparición mostrando sus aletas de punta redondeada.
Así transcurrieron las horas con aquellos chicos en el agua, pasando el tiempo sin mucho que decir y sí mucho que remar porque la corriente estaba jalando hacia las rocas y los muchachos a cada rato tenían que remar y volverse a colocar en la posición adecuada y justa, para remar en dirección de las olas y cogerlas.
Una y otra vez se repetía la misma escena: las olas venían desde el magno horizonte y los muchachos se ponían alertas para remar hacia ellas, posicionarse en el lugar exacto para cogerlas, y luego montarlas para hacer toda clase de maniobras y piruetas.
Mar adentro el silencio era absoluto. Sólo estaban los muchachos, la poesía del mar y de vez en cuando, la cabeza de alguna tortuga, que salía a la superficie para respirar.
El viento mantenía el mar picado y cuando los chicos bajaban una ola, las tablas saltaban sobre la onda de agua, debido a las grandes escamas que el viento formaba sobre la pared de agua. El mar estaba picado.
Roberto y Manuel Fernando, como expertos corredores de olas en LA FAE, una playa generalmente de mar picado, aprovechaban al máximo aquellas olas de mar picado por el viento y subían y bajaban por las paredes de agua sacando estelas con verdadero placer.
A Danni no le gustaba mucho surfear en olas de mar picado y remaba las olas de Punta Carnero con desgana. Además su cabeza estaba totalmente copada con el obsesivo pensamiento de cómo conseguir que los padres de Doménica y Nicole autorizaran que las chicas viajaran con la gallada a Canoa. Esto lo volvía un poco torpe y en algunas ocasiones no coordinaba bien la cogida de la ola y se quedaba. O se iba en la ola con mal tiempo y se caía dejándose revolcar por la espuma. Lo que no era algo de temer por el tamaño de la ola que era de metro y medio, cuando Danni estaba acostumbrado también a correr en LA FAE y Montañita donde las barredoras, y en LA FAE, especialmente, los remolinos son cosa verdaderamente seria.
Pava Loca y Joey se habían puesto de acuerdo en competir para saber quién era el que más olas cogía ya que los dos eran los que más vicio sentían por el surf. Pava Loca, viejo y experimentado hippie, que no perdonaba el menor error de su contrincante, y que se empecinaba en competir con un crío como Joey. Y Joey, un niño verdaderamente superdotado por los dioses, con un estado físico tremendo y una pasión desmedida por la tabla hawaiana, corriendo, y de la misma manera implacable, al no perdonar algún mal cálculo de Pava Loca, que le permitiera robarle la ola mejor.
Ambos bajaban las olas con una maestría y un dinamismo digno de ser retratados por una revista internacional. Pava Loca imitando el estilo del campeón Mark Richards y Joey, con un estilo apretado, igual que el de Cheyene Horan.
Así transcurrió el tiempo hasta que llegó la tarde y con ella el hambre y la hora de salir para prepararse a ver la espectacular caída del sol. Era un show portentoso donde el gran círculo de hierro candente se ponía de color naranja intenso y luego, poco a poco, se iba hundiendo hasta perderse completamente en el oscuro horizonte del mar y dejando toda la atmósfera con un reflejo de color púrpura brillante para luego ser seguido por la oscuridad.
Cuando los muchachos salieron se fueron directo a los autos y sacaron el gran bidón de agua y se sacaron la sal de los ojos y bebieron agua con la sed de los náufragos.
Cada muchacho, a medida que su permanencia en la playa se iba alargando, su cuerpo acusaba un estilizamiento, una pérdida de peso que iba consumiendo las grasas de exceso hasta dejarlos puros huesos y músculos. Sus pieles en cambio se iban oscureciendo por los efectos de los rayos del sol, que quemaban la piel sobre lo ya quemado, hasta conseguir que el tejido se oscurezca.
Danni había salido del agua y abrazaba a Doménica mientras se deleitaban observando cómo el sol descendía y descendía, todo color rojo y naranja hasta manchar el océano de rosa y púrpura.
Pava Loca, Roberto y Manuel Fernando conversaban sobre las maniobras que habían realizado y la dura batalla que le había dado el pequeño Joey. Joey y Nicole estaban ocupados en tomar agua y en sentirse contentos por estar juntos en Punta Carnero. En la radio de pilas sonaba una canción de ELTON JOHN, titulada: DANIEL.
Cuando el sol portentoso se evaporó del firmamento vino la oscuridad, y Roberto y Pava Loca se metieron en su volkswagen, Manuel e Ingrid se metieron en su volkswagen y los hermanos Russo y las chicas se metieron en el LAND ROVER.
Cuando ya se iban Manuel Fernando acercó el carro a la ventanilla del Land Rover donde iba sentado Danni y les dijo:
-¡Buena suerte, loco!
Cuando el Land Rover entró a Salinas el malecón estaba saturado de gente que caminaba por las calles, surfistas con sus tablas se paseaban de un lado para el otro y se dirigían al restaurante Super Fausto o al Saavedra’s para llenarse la barriga con un buen arroz con pescado o con un lomo a lo pobre.
Eran las siete de la noche, y aquella hora, tanto los turistas nacionales como los internacionales estaban en sus hoteles viendo televisión, bañándose o vistiéndose y preparándose para salir a pasear por el malecón o para asistir a la misa en la iglesia de Chipipe.
Cuando los chicos llegaron a la casa de Doménica, les abrió la puerta la empleada, porque la señora de la casa estaba en un té con sus amigas. Sólo estaba el padre en la cancha de squash de la casa, dándole y dándole a la pelota contra la pared.
Los chicos y las niñas entraron hasta la cancha donde se encontraba el padre y Doménica le dijo que ellos querían decirle algo.
Entonces el padre detuvo el juego un instante y prestó atención. Su rostro estaba sudoroso y en la cabeza lucía una apretada sudadera de color blanco.
¡Qué!, ¿qué es lo que pasa?
Señor-dijo Danni nervioso-, hemos venido para pedirle su permiso para llevar a Doménica a un viaje de tres días a una playa de Manabí, llamada Canoa. Allá llegaremos a un hotel de un amigo llamado Palmeche y todo estará bien, tendremos suficiente agua y comida para los tres días.
Si todo es como ustedes dicen por mí no hay ningún problema, ¿a propósito en qué se van a ir?, pero creo que deberían también consultar con la madre de Doménica, ¿no?
¿En serio me dejas ir papi?-dijo alegre Doménica-.
Sí-contestó el padre-.
Luego se dirigió a Danni y le preguntó a quemarropa:
Muchacho sabes jugar squash, ¿qué tal eres para el squash?
Bueno, señor, en el Guayas juego todos los jueves por la noche, sin falta.
Entonces, déjame invitarte a jugar unos cuantos minutos para ver de qué madera estás hecho.
¡Excelente!-respondió Danni- y de inmediato se fue a colocar unos zapatos de caucho.
Así estuvieron un rato dándole a la pelota y el viejo pronto se dio cuenta que estaba ante un rival fantástico y que iba a hacer el ridículo compitiendo con la ventaja que le llevaba el muchacho en habilidad, fuerza y juventud.
Entonces agotado y empezando a sentir ahogos, todo transpirado, decidió dar por terminado el juego y empezó a dirigirse al baño. Entonces en el camino se despidió de los chicos.
Entonces los chicos recibieron la invitación de Doménica de quedarse a comer antes de partir a la casa de Nicole para utilizar la misma estrategia y ver si lograban salirse con la suya.
Entonces los chicos se sentaron en la mesa y Doménica, imitando el estilo enérgico de la mamá, entraba y salía de la cocina y le daba instrucciones a la empleada para que sirviera sendos platos de seco de pollo, cebiches de camarones, jugos Guayas, y platos de sopa marinera.
Cuando los muchachos estuvieron satisfechos con la comilona, se levantaron y se dirigieron al Land Rover, para dirigirse a la casa de los padres de Nicole. Pero antes se acordaron de pasar por la casa de Ingrid, y ahí todavía estaba Manuel Fernando y tanto Doménica como Danni los persuadieron de que los acompañaran para hacer más fuerza a la hora de conseguir que los padres de Nicole le dieran permiso para viajar a Canoa. Entonces Ingrid y Manuel Fernando se subieron al Land Rover y juntos se fueron para allá.
Nuevamente los chicos empezaron a rodar por el malecón de Salinas y eran testigos del bullicio de los turistas, en una ocasión tuvieron que ir despacio detrás de veinte motociclistas que iban en línea por el malecón, sin dejar pasar a nadie. Otras veces eran testigos de los turistas que se ponían a pasear en sus tricars o en sus motos a toda velocidad, de las gentes vestidas con la elegancia de un desfile de modas, que se dejaban ver en los balcones de los restaurantes para servirse alguna especialidad típica compuesta por mariscos frescos, cerveza o colas. Una de las grandes fallas que tenía Salinas era que aquel balneario no disponía de un centro comercial dotado de cine. De vez en cuando la Comisión de Tránsito hacía batidas a los motociclistas y los rodeaban con sus escarbajos celestes con puertas blancas y sus Fords LTDS para luego de emboscarlos meterse en una puñetiza con los motociclistas donde no siempre salían bien parados.
Cuando llegaron a la casa de los padres de Nicole les salió a recibir la mamá y los hizo pasar adentro. Entonces los chicos le dejaron a Doménica que hable por su amiguita Nicole y le preguntó a la mamá, que si la podía dejar viajar a Manabí a una playa remota y llena de olas llamada Canoa, con todos ellos. Ingrid le prometió a la mamá de Nicole que todo estaría bien y que su hija estaría bien cuidada.
La madre no sabía qué pensar, su hija apenas tenía doce años y los chicos surfistas, ¡se la querían llevar a Manabí!, pero así era la juventud de ahora. Entonces Danni le sacó un mapa a la mamá de Nicole y le dijo:
Mire señora, salimos de Chuyuipe en Ballenita y nos vamos hasta Canoa en Manabí y tenemos que pasar por: EL MANSITO, CAPAES, COITO, Playa BRUJA, MONTAÑITA, LAS TUNAS, RIO CHICO, PUERTO CAYO, LA TINOZA, SAN MATEO, EL MURCIÉLAGO, LA BELLACA y finalmente CANOA.
¿Y van a correr olas en todas esas playas?-preguntó asombrada la mamá de Nicole-.
No, señora-dijo Ingrid-, sólo vamos a pasar por ahí, pero nuestro destino y donde vamos a pernoctar es en Canoa.
Eso queda por Bahía de Caráquez, ¿no?
Sí-dijo Manuel Fernando-, hay que pasar en una barcaza o gabarra de Bahía a San Vicente, pasar por Briceño, una serie de playitas y finalmente llegar a Canoa.
¿Y qué tiene de especial esa playa?-preguntó la mamá de Nicole toda ella llena de dudas-.
Hay olas de tres metros de alto y del largo de dos cuadras americanas-le respondió de inmediato Manuel Fernando-.
¡Uyyyy, Dios mío, por favor tengan cuidado!-dijo asustada la mamá de Nicole-.
No se preocupe, señora-dijo Danni-, nosotros hemos corrido olas en LA FAE y en Montañita y sabemos lo que hacemos cuando nos metemos al agua.
Entonces salió del cuarto de billar el padre de Nicole y vio a todos esos chiquillos de diez y siete años junto a su pequeña bebe, y le preguntó con la mirada a su esposa que qué era lo que pasaba y ella, le tomó del brazo y se lo llevó aparte y le enseñó el mapa que le habían proporcionado los chicos y le empezó a susurrar al oído.
Entonces se produjo un momento tenso entre los muchachos. Joey tenía el corazón en la boca y tenía unas ganas tremendas de cogerle la mano a Nicole, pero algo en el ánimo, una vergüenza se lo impedía. Manuel Fernando ya estaba aburrido de estar ahí y se quería largar de inmediato a rodar por el malecón para verse con sus amigos y tomarse una cerveza en lata. Ingrid y Doménica estaban cogidas de la mano, esperando ansiosas la respuesta del ceñudo y bigotón padre de Nicole. Aquel señor lucía como un oso, con todo ese vello en el pecho y portando orgulloso una gran calva que contrastaba con su espeso bigote.
Entonces el padre se volteó desesperado hacia los chicos y les preguntó:
¡Bueno, bueno!, ¿y quién es el que se va a hacer cargo específicamente de cuidar a mi bebe?-preguntó el papá de Nicole-.
Ese soy yo-dijo Joey-.
¿Tú?
En realidad somos todos los varones, señor-dijo Danni-, con nosotros vienen dos muchachos más que tienen un estado físico como de salvavidas, aunque las chicas van a permanecer en la orilla, bronceándose, y nada más.
¡Bueno, qué se le puede hacer!, así es como los hijos empiezan a abandonar el hogar-dijo apesadumbrado el papá de Nicole-.
Y ella se fue junto a su padre y se le colgó del cuello y le dijo toda modosita:
- No te preocupes, papito, que Joey y los muchachos me van a cuidar muy bien. Sólo que las chicas y los chicos surfistas quieren estar todo el tiempo juntos y conocer nuevas playas con olas cada vez más grandes y feroces. ¿Te das cuenta?, ¡eso es todo!
Y Manuel Fernando y Danni se quedaron pasmados porque desde el principio hubieran dejado hablar a Nicole ya que ella lo expresó con palabras verdaderamente inteligentes.
Cuando salieron de la casa de los padres de Nicole, Ingrid los invitó a los hermanos Russo y a sus chicas a una fiesta que daba el Liceo Panamericano, el colegio donde ella estudiaba. Así que se treparon todos en el Land Rover y se fueron de largo por el malecón hasta llegar a una casa atrás del balneario de Chipipe. En el camino se encontraron con Roberto y Pava Loca y también los treparon. Ya antes de llegar, casi a dos cuadras de distancia, se escuchaba el estruendo de la música que salía de los parlantes que habían colocado en el patio de la villa.
Toda la casa había sido acondicionada para la fiesta heavy y los muebles habían sido desalojados y colocados en el patio, las luces habían sido sustituidas por focos de colores, en las paredes se habían colocado posters de bandas de rock como The Doors, Jimmy Hendricks, The Monkeys y Rolling Stones. Sólo había una gran mesa en el comedor con toda clase de bocaditos como pequeñas salchichas junto a pozos de salsas, cachitos, bandejas con colitas seven up, bandejas con pequeños sánduches de mortadela y de atún.
La anfitriona de la fiesta era Elizabeth, una amiga de Ingrid y compañera del colegio, y fue ella que los dejó pasar a los hermanos Russo, a Roberto y Pava Loca, ya que no habían sido invitados.
Para Roberto, una vez dentro de la fiesta, el asunto principal, todo consistía en buscar una pareja de baile.
Lo primero que hizo Pava Loca fue empezar a devorar pastelillos de dulce, que estaban en la gran mesa del buffet. Eran los nervios de tener que buscar una pareja de baile lo que lo impulsaba a prácticamente devorar con manos nerviosas los panecillos dulces. Entonces vino Ingrid acompañada de Elizabeth en su rescate y le presentaron a Lorena, que estaba loca por conocer un surfista pesado de Salinas. Así que por fin Pava Loca ya tenía pareja para bailar y todo había resultado casi sencillo para él. Ella le preguntó:
¿Cuál es tu verdadero nombre?, ¿me imagino que no te has de llamar Pava Loca, verdad?
Me llamo Xavier, ¿esta fiesta de qué año es?
De quinto. Ya todos estamos creciditos, ¿es cierto que todos los surfistas son marihuaneros?
No, no es cierto. Lo que pasa es que este nuevo deporte, como lo denominó el escritor Jack London, apareció justo en la temporada de la revolución hippie y todo el asunto se mezcló, ¿ves?
Y así continuaron mientras bailaban canciones de Journey y baladas de los Bee Gees como la de Staying Alive y canciones del grupo POP, mexicano llamado MAGNETO.
Danni tuvo su segunda oportunidad de bailar un bolerazo con Doménica bajo los acordes de OPEN ALL NIGHT de los HALL & OATES. Esta vez las luces del Yacht sólo eran un mal recuerdo y en medio de la penumbra, ella se derretía por bailar tan pegaditos y bajo los acordes de aquella música tan linda. Era como si Danni tuviera un gusto exquisito para elegir las canciones a la hora de sacarla a bailar.
Danni le susurró al oído:
¿Te gusta esa canción, niña?
¡Tú me inquietas demasiado, Danni!
La primera vez que escuché esa canción me quedé enamorado de ella y pensé que algún día la iba a bailar con la chica que conquiste mi corazón y finalmente lo he logrado…
¡Calla!- le dijo ella y le puso su pequeña manita morena en la boca-.
Al final de la canción Danni no se pudo aguantar y al juntar sus labios sobre los de ella, apenas le metió la lenguita hasta sentir sus preciosos dientecitos…
Ella le repitió al oído:
- ¡Danni, tú me inquietas demasiado!
En un momento en que se cansaron de bailar Pava Loca y Roberto se salieron de la fiesta, medio borrachos y se fueron caminando de regreso al malecón y entre LA POSADA y el Yacht, se detuvieron en la casa de una amiga llamada Carolina, y se dieron cuenta que ella había convertido parte de su casa en una galería de arte. Así, todo borrachos, se quedaron admirados de ver tantos cuadros de Enrique Tabarra, guindados sobre las paredes. En ellos se mostraban prostitutas en posiciones seductoras y medias desnudas, exhibiendo sus encantos. En aquella galería de arte les brindaron más vino, salchichas frankfurt, y los chicos se fueron a la una de la madrugada, borrachos y cuando se aburrieron de los cuadros, de los vasitos de vino y de la gente perfumada y elegante se salieron y se fueron de regreso a la fiesta de Elizabeth, pero como estaban tan borrachos se perdieron y terminaron caminando perdidos por el cementerio y los pozos de sal. Al pasar por una bandada de gallinazos se pegaron un susto de muerte cuando éstos animales alzaron el vuelo. Y lo más aterrador fue el ver al loco Emilio, sentado contra una pared del cementerio de Salinas, supuestamente haciéndole guardia a sus familiares difuntos. En este punto, entre los turistas del Guayas, se había vuelto una costumbre ir hasta el cementerio a ver al loco Emilio y luego salir pitando porque las chicas se ponían histéricas de espanto.
Después de caminar borrachos y locos finalmente llegaron de nuevo a la fiesta de Elizabeth que estaba muy alegre contándole a todo el mundo que la habían seleccionado para trabajar en una famosa agencia de modelos que iba a estrenar un show en el HOTEL RAMADA.
De pronto, afuera de la casa hubo un alboroto porque Joey estaba peleando con un muchacho de catorce años. Danni y sus amigos salieron a ver la pelea y el muchacho Abel lo insultaba a gritos a Joey por haberle golpeado con los nudillos en la ceja y el pómulo.
¿Qué fue lo que pasó?-preguntó Danni a Nicole-.
Ese muchacho grandote me empezó a molestar; a quererme sacar a bailar a la fuerza, delante de Joey y como tu hermano protestó lo invitó a pelear afuera, y tu hermano, primero se le cuadró como karateca o yo no sé qué cosa y luego se le ha acercado como un rayo, rapidísimo y le a golpeado bien fuerte en el rostro.
Danni se le acercó al muchacho, Abel, y le preguntó si quería seguir peleando y el chico lo miró con espanto y luego se levantó del suelo donde estaba sentado y se fue de la fiesta.
Danni lo cogió por el cuello a su hermano y lo felicitó con unas palabras amables al oído:
¡Así que haciendo puntos de bravura delante de tu chica, eh!
El tipo comenzó, pero lastimosamente no sabía con quién se metía…
Afuera la noche se hacía eterna para los caminantes y los turistas que se paseaban por el malecón. Por todos lados había fiestas, reuniones, globitos inflados, alcohol, música y diversión. Y los dioses miraban desde lo alto del Olimpo.
UNA HISTORIA DE DOS HERMANOS, SUS AMIGOS Y SUS CHICAS
EL INDOMABLE PLAYERO DE CHUYUIPE
Aquella mañana de enero, Ballenita lucia un sol esplendoroso, pero corría por toda la casa de madera un viento helado. Pronto los hermanos Russo fueron despertados por los gritos de Manuel Fernando, que venía acompañado de su enamorada Ingrid y de dos surfistas más: Roberto y Pava Loca.
Manuel Fernando les gritaba desde el portal de la casa de madera:
¡Vengan a ver el tamaño de las olas que está escupiendo Chuyuipe!
Pronto los hermanos Russo salieron de sus camas, envueltos en sus edredones y desde una de las ventanas del balcón pudieron contemplar un espectáculo maravilloso: el océano estaba completamente rayado, y miles y miles de olas surcaban la playa para reventarse en la orilla de Chuyuipe.
Ambos cogieron sus tablas de surf y se treparon rápidamente en el volkswagen de Manuel con rumbo a la playa.
Ingrid le preguntó a Danni:
¿Van a venir Doménica y Nicole?
Seguro que sí, la traigo loca de amor-dijo Danni-.
¡Yaaaaa!, mentira que eres modesto, ¿no?
Durante el pequeño trayecto Manuel les puso en la radio la canción The Long Run de los EAGLES y luego Time pasagges de Al Stewart.
Y cuando llegaron a Chuyuipe dejaron la radio del carro encendida y a todo volumen para escucharla desde el mar y surfear con música.
El saxofón se escuchaba a todo dar.
Apenas llegaron los chicos, se dieron cuenta al subir al promontorio de Chuyuipe, decorado con pequeños departamentos para turistas, que el playero estaba escupiendo unas olas increíblemente tubulares y perfectas. Y todos de manera unánime decidieron meterse a correr olas en el playero.
Danni le dijo a Joey:
¿Te vas a meter al playero con nosotros?, esta es una ola que nunca has corrido, ¡cuidado te vas a matar!
No te preocupes, brother-le dijo Joey-.
¡Déjalo que se desahueve!-le amonestó Pava Loca-.
Sí, déjalo que viva y disfrute. Tiene una casa en Ballenita ¡y cómo es posible que nunca haya corrido el playero de Chuyuipe!
Entonces todos se pusieron a encerar la tabla. El primero en meterse fue Roberto con una tabla de balsa con un diseño igualito a las Mc Coy que usa Cheyene Horan.
Pronto todos estuvieron remando y tratando de pasar por encima de la endiablada espuma que amenazaba con arrancarles la cabeza.
Pava Loca estaba como loco de felicidad y gritaba continuamente:
OOOOOOUUUU, vamos hijoputa; hey Neptuno, ¿no tienes nada más que mandarnos?
Y el dios escuchó el desafío del mortal y de inmediato castigó a todos enviando gigantescas y tubulares olas en represalia al que así, con irrespetuosas palabras, le hablaba.
Después de un buen rato de pujar las tablas todos estuvieron en la punta donde se esperan las mamas rusas.
Y para sorpresa de todos el primero en coger una ola fue Joey, a pesar de que nunca había corrido ese playero. Joey remó una ola tuco de bola, que se venía encima y se fue en ella doblando rápidamente sus abdominales. Todos se quedaron boquiabiertos al ver la pequeña figurita de este niño de doce años montado sobre una descomunal ola de tres metros de playero. De inmediato la ola se fue cerrando progresivamente, y Joey se arrodilló hasta que la ola se cerró totalmente aprisionando al pequeño surfista dentro de la masa de agua.
Danni dijo preocupado:
- ¡VEEE ese hijoputa!, ¡se va a hacer mierda!
Déjalo que se descoque bien para que se desahueve, que no le va a pasar nada- le gritó Roberto, cagado de la risa, desde la punta-.
Danni no sabía qué hacer si ir a ver a su hermano y asegurarse de que todo estaba bien o quedarse frío y esperar que el enano vuelva al punto sano y salvo.
Y después se pusieron a remar porque atrás se venía una tanda de por lo menos seis olas de tres metros.
Joey supo de inmediato que algo no andaba bien cuando la ola se empezó a cerrar tan pronto. Así que por más que movió los talones, dobló las rodillas y se agachó bien no pudo salir del tubo hasta cuando –presintiendo lo peor-, vio como se le cerró el labio de la ola atrapándolo en el remolino interior.
De pronto todo el mundo de Joey se convulsionó completamente. Cayó aparatosamente, golpeándose la cara y patinando con el cuerpo sobre la ola de tres metros. Por suerte, antes de caer, absorbió una buena cantidad de aire porque la ola lo mandó al fondo de los mismos infiernos acuáticos, dando vueltas y más vueltas, hasta que con el brazo izquierdo tocó el fondo del lecho submarino y comprendió que no iba a bajar más. Después sintió un gran golpe en una de sus piernas.
Entonces colocó sus pies en el fondo y se impulsó hacia la superficie moviendo los brazos como los patos después de que se sumergen en un lago.
Cuando después de un rato, desesperante, logró subir a la superficie, se dio cuenta que estaba rodeado de espuma blanca y que atrás de él estaban las filudas rocas. Pero lo peor era que adelante se le venía encima otra tanda de blanca y mortal espuma. La verdadera muerte blanca.
Trató de respirar y respirar hasta normalizar el fluido de oxígeno en sus pulmones y cuando la espuma ya estaba cerca se volvió a sumergir todo lo más profundo que podía para que la muerte blanca pasara por arriba.
Entretanto Manuel Fernando había remado al fondo hasta colocarse delante de una monstruosa pared de playero de tres metros y remando dejó que la ola lo llevara hasta la cresta de blancos penachos de espuma blanca, para luego dejarse deslizar atléticamente hasta el piso de la ola.
Danni estaba al fondo tratando de ver emerger la cabeza de Joey, y no se quedó tranquilo hasta que lo vio salir y abrir la boca para respirar tal como le había enseñado.
En la playa estaba solita Ingrid asustadísima por Joey, y maldiciendo a Danni por dejarlo entrar a correr olas en un mar tan bravo.
De pronto se quedó más tranquila cuando vio que Joey empezaba a remar hacia fuera en dirección hacia la playa. Cuando salió lo fue a recibir y se quedó de una pieza cuando Joey le mostró las piernas todas lastimadas, sangrantes y rayadas por las filudas rocas.
Y ahí se quedaron sentados en la arena, cogiendo sol. Por suerte al pequeño Joey no se le había roto el cordón de la tabla.
Adentro Danni comenzó a respirar más tranquilo al ver que su hermano se había salido de las olas y que ahora estaba sentado junto a Ingrid.
Más al fondo estaba Roberto remando una ola gigantesca, hasta que se dio la media vuelta y se dejó llevar por una ola de tamaño impresionante. A duras penas se pudo parar y bajarla cuando se dio cuenta que el tubo iba demasiado rápido y se fue para adelante porque la tremenda ola se cerró completamente.
Danni comprendió que algo andaba mal. Y cuando llegó Manuel Fernando lo confirmó.
¡Qué hijoputa, hermano!, ¡estas olas se están cerrando malditamente!, así no vamos más que ha correr tumbos y más tumbos.
Será mejor que nos vayamos remando al salinero, sino vamos a perder el tiempo remando por gusto-dijo Danni-.
Esperemos a que lleguen los otros para ponernos de acuerdo- dijo Manuel-.
En la playa Ingrid le preguntó a Joey:
¿Cómo estás?, ¿te arden mucho las heridas?
Más o menos, más o menos, ¡qué hijoputa de olas, están grandísimas, pero no se las puede correr porque se cierran!
Lo más probable es que salgan y se vayan al salinero-dijo Ingrid-.
Lo dudo. Yo en el lugar de ellos en vez de pasar por la espuma maldita de la orilla me iría remando mar adentro hasta llegar al salinero.
Entonces eso es lo que han de hacer, esperemos a ver qué pasa.
Adentro Danni y Manuel esperaron hasta que llegaron Roberto y Pava Loca, y cuando llegaron, llegaron paniqueados por la espuma blanca que estaba mortal.
Entonces Manuel les dijo:
Mejor nos vamos remando al salinero, esto está imposible de correr.
Simón, brother, vamonos al salinero –acertaron a confirmar los otros-.
Y de pronto, los turistas que vivían en los departamentos de la roca de Chuyuipe, fueron testigos de cuatro lunáticos montados sobre tablas hawaianas, que pasaban remando por en medio de un mar furioso que escupía olas de tres metros, que se estrellaban sobre las rocas.
Afuera llegó el Land Rover de Doménica con Nicole, y se parquearon junto al volkswagen de Manuel Fernando y empezaron a sacar las sillas, las toallas, los bronceadores y el parasol y se fueron con todo al playero de Chuyuipe ya que no divisaban a los chicos en el salinero cuando de pronto Nicole le dijo con un grito:
¡Mira allá en la punta están!, y vienen remando para acá, al salinero.
¡Cierto, cierto!-dijo Doménica-, mejor quedémonos acá, pero qué escándalo es esa música en la radio de Manuel.
Doménica se refería a la canción Take it easy de los EAGLES.
Así que empezaron a colocar la sombrilla en la arena, colocar la toalla y a ponerse bronceador por todo el cuerpo.
Doménica tenía puesto un traje de baño amarillo de una sola pieza y Nicole tenía puesto un traje de baño naranja de dos piezas y pronto se terminaron de embadurnar todo el cuerpo de aceite protector y se acostaron sobre sus toallas y bajo el parasol aunque en aquel momento corría un viento helado y el sol se empezaba a ocultar entre las poderosas nubes grises que flotaban descomunales en el firmamento.
En ese instante aparecieron por las rocas de los departamentos las siluetas de Ingrid y el pequeño Joel, que venían caminando por la arena desde el playero.
Ingrid al verlas les gritó:
Hey, mujeres...,¡a la hora que vienen!
Doménica al ver las heridas sangrantes en la pierna de Joey se asustó y les preguntó:
¿Por qué se vienen para acá?, ¿qué ha pasado?
Joey casi se mata en las rocas y de pura suerte no se le ha partido la tabla. Parece que las olas del playero se están cerrando en tumbo y los chicos se han pasado remando al salinero.
Nicole levantó la cabeza y se cubrió los ojos con la mano para ver bien las heridas de Joey.
No es nada, no es nada. Por suerte en el botiquín de la casa hay alcohol, mertiolate y sulfa. No pasa nada.
Y mientras Ingrid desenrollaba su toalla para acostarse junto a Doménica, Joey siguió de largo con rumbo a la casa para curarse las heridas. Nicole le dijo:
Espérame que te acompaño.
Y juntos se fueron a la casa caminando por el sendero polvoriento y lleno de espinas y monte del desierto.
Cuando llegaron, Joey dejó escurriendo su tabla en el portal y luego se fueron directo a la cocina para buscar el botiquín, sacó el alcohol, apretó los dientes y se empezó a esparcir gotitas del caliente líquido sobre las ardientes heridas de las piernas y las rodillas.
Nicole le miraba y le preguntaba:
-¡Qué valiente eres!, ¿no te arde?
Sí, un poco, pero ya estoy acostumbrado. La primera vez que cogí una tabla, cuando me logré sentar sobre ella, ¿adivina lo que hice?
¿Qué?
Me clavé la punta de las quillas en los talones, ¿quieres escuchar música?, la radio está sobre el refrigerador, ¿ya desayunaste?
No, la loca de Doménica no me dejó porque estaba desesperada por venir a ver a Danni, como si se le fuera a escapar a Canoa.
De inmediato Nicole encendió la radio mientras Joey se colocaba mertiolate sobre las heridas, y de la radio se empezó a escuchar la canción Don’t Stop de los Fletwood Mac.
Don’t stop thinking about tomorrow…yesterday is gone…yesterday is gone…uuuhhhh don’t you look back…don’t you look back…
Joey le dijo a Nicloe:
Ahí, debajo de la escalera, hay unos periódicos viejos. Cógelos y distráete un rato.
Y Nicole empezó a revisar las noticias y de pronto leyó:
EN EL FESTIVAL POP
Alentada por 5.000 jóvenes que asistieron al festival de música popular en Sydney, una chica australiana baila ritmos modernos, mientras exhibe su busto, cubierto tan sólo por unos pocos collares de cuentas. Como suele suceder en estas grandes aglomeraciones de jóvenes, abundan los excesos. Radiofoto UPI
- Definitivamente allá sí que saben divertirse- dijo Joey-.
¡Joey, estás loco!-dijo Nicole-.
Bueno esto parece que ya está- dijo Joey sobre su herida-.
¿Te pusiste los polvo sulfa para que se te cicatrice rápido?-dijo Nicole-.
Sí, ya está todo listo-dijo Joey-.
Entonces Nicole dijo:
¿Por qué no preparas algo para desayunar que estoy hambrienta?
¿Qué quieres?, te sugiero unos pedazos de carne asada en gas.
¿Y cómo es eso?-preguntó Nicole-.
¿Ves esa bandeja de allá?
Sí.
Bueno ponla en la cocina, enciende la hornilla y luego rebana la carne que compramos ayer en el supermercado TODO y ponla sin nada de aceite sobre la bandeja.
¿Sin aceite?
Sin aceite-respondió Joey-.
Después de que hizo lo que le indicó Joey, se sentó junto a él y empezó a leer otra noticia que le había llamado la atención.
EL FILM M.A.S.H. GANO EL GRAN PREMIO DEL FESTIVAL DE CANNES
Cannes, Francia Una de las estrellitas que asisten al festival de films de Cannes que se realiza anualmente es Helena Colonia la misma que posa en la playa de este balneario. Radiofoto UPI
Joey se quedaba mirando con ternura la pequeña cabecita pelirroja de Nicole que movía sus pequeños labios mientras ponía ceñuda la frente. Al parecer ya empezaba a sentir algo por esta linda chiquilla de la playa.
-¡Diablos cómo extraño la televisión!-dijo Joey-.
En el Land Rover, Doménica trajo una tele de pilas, ¿quieres que la traiga para ver?, mientras tú vigilas las carnes, ¿sí?
¡Bueno!, ¡me parece excelente!
Entonces Nicole dejó a un lado los periódicos, salió de la vieja casa de los hermanos Russo y se fue por el camino arenoso y desértico a ver la tele en el carro de su amiga.
Mientras tanto Ingrid y Doménica hablaban de cosas sumamente importantes para unas chicas de diez y siete años.
¿Cómo vas a hacer para hablarle a tu papá para que te deje ir con Manuel Fernando a Canoa en Manabí?- le preguntó Doménica a Ingrid.
Lo mío con Manuel Fernando no es parecido a lo tuyo. Tú recién estás de enamorada de Danni, y yo en cambio me amarré con él desde chiquitita y nuestros padres han pasado toda la vida la temporada de playa juntos como familia. Cuando sea grande me casaré con Manuel, nos iremos a la yoni y tendremos muchos hijos. Si Manuel quiere irse a Canoa, por supuesto que tiene que irse conmigo, si no, no va.
¿Pero yo cómo voy a hacer?-dijo Doménica-, en mi casa las únicas que saben que estoy amarrada con Danni son mi hermana mayor y la empleada.
¿Y crees que tus padres no han visto el beso que le diste de despedida la noche de la fiesta en el Yacht?, ¡estás loca si crees que tu mamá no sabe ya todo el rollo con la plata que le pediste para hacer las compras en el supermercado!
¡Te juro que no sabe nada!, yo le dije que era para otra cosa.
De pronto vieron a Nicole que venía caminando por el camino desértico en dirección hacia los autos y entonces Ingrid les gritó:
¡Cuidado con estarse besando mucho tiempo, eh!
Y Nicole les hizo un gesto con la mano en señal de abandono de que no me molesten y siguió de largo hasta llegar al Land Rover, cuyas puertas no se podían cerrar con seguro, y sacó el pequeño televisor en blanco y negro para luego emprender el camino de regreso hacia la vieja casa de madera.
Mar adentro, Danni empezó a remar una ola salinera gigante de tres metros que se le venía encima.
Cuando sintió el empujón se fue de manera perfecta y atlética sobre la ola y de entrada la bajó y volvió a resortearla hasta llegar a la cresta para sacar una tremenda estela y volver a bajarla como lo hubiera hecho Mark Richards.
Para Pava Loca el salinero era la ola de su lado y cogía esas olas de tres metros de Chuyuipe como si se trataran de olitas de juguete.
Una y otra vez las remaba luego se embarcaba en ellas y de una se tubeaba o sacaba una estela para luego dar un largo recorrido hasta pegarse un cutback, o retroceso, de manera tan inclinada, que el cuerpo parecía que se iba a acostar sobre la ola.
Roberto era más soul en el surf, más lento, vacilaba las bajadas de las olas sin tantas maniobras arriesgadas ni tantos movimientos radicales.
Manuel Fernando, en cambio, un veterano de Montañita, era el que tenía un ojo para seleccionar la ola más gigante.
Todavía recordaba la primera vez que durmió en Montañita. Había llegado a la casa de madera de un amigo y el padre de éste no sabía nada, y cuando llegó, lo sacó de la casa y Manuel Fernando tuvo que dormir en la arena y hasta se mojó en la madrugada porque cuando la marea subió, lo encharcó completamente la pantaloneta. Desde entonces Manuel Fernando había llegado a la conclusión de que un citadino exige ciertas comodidades. Él sólo corría olas tremendamente grandes. Y las bajaba casi con una sonrisa en la boca. Su lema era:
MIENTRAS MAS GRANDE ES LA OLA MAS LIBRE ERES
Entretanto Nicole ya llegaba a la casita donde la estaba esperando Joey con los pedazos de carne asada, ya servida en la mesa, y acompañados de unos vasos de Fresco Solo de uva. A Nicole le caían bien los hermanos Russo ya que no se trataban de dos mochileros apestosos que se habían quedado en la época de PEACE AND LOVE.
Nicole acomodó la pequeña televisión portátil para que la vea Joey, la encendió y de pronto se empezó a ver en el televisor las imágenes de una película de Roger Moore, titulada: LA VENDETTA DEL SANTO. Nicole había tratado a Joey con la misma cortesía como su madre trataba a su padre. Y pronto se sentó en la mesa junto a su amigo para desayunar carne asada con vasitos de Fresco Solo.
De pronto con la boca llena Joey le preguntó a Nicole:
¿Qué tal es esa movida del Hula Hula?
Divertido, pero un poco agotador. Es como saltar la cuerda en el patio del colegio. Hay que estar con el círculo de plástico alrededor de la cintura, practica y practica, todo el tiempo para hacerla girar bien.
Más o menos lo mismo que el surf. Hay que correr olas todo el tiempo para vacilar bien el deporte-dijo Joey-.
Sí. A propósito, ¿tienes Coopertone?
No. Nosotros no usamos bloqueador solar, ya estamos curtidos.
¡Ah!
Pronto dejaron de comer, y Joey se fue a sentar al porche a ver el paisaje desértico que cada vez más se estaba poniendo oscuro, parecía que iba a desatarse una lluvia pronto.
Nicole volvió a revolver los periódicos y continuó leyendo noticias. Había una que le pareció disparatada y fue rapidito a leérsela a Joey.
Mira, mira, esta noticia que me encontré-le dijo-.
COMPENSACIÓN PARA LA MINI FALDA
Nueva York, Modelos avanzados que anteriormente sólo se veían en los escenarios serán parte de la nueva moda femenina en que el busto queda al descubierto de acuerdo a los diseños de Kund Germasion. Para esta semana, aquellos que están descontentos porque la moda mini está pasando, pueden encontrar compensación con el advenimiento de estos nuevos modelos. Radiofoto UPI
Imagínate qué tipo de moda sería esa acá en Ecuador-dijo Joey-.
¡Una locura!-dijo Nicole-, imagínate andar por ahí enseñando los senos-.
¿Qué te parece si nos vamos a la playa?, ya me aburrí de estar aquí encerrado-dijo Joey-.
¿El sol no le afectará a tu pierna?
No sé, pero no me importa. Si no puedo surfear por lo menos quiero ver a los muchachos cogiendo olas.
Bueno, vamos-dijo la pelirroja Nicole-.
En la playa, Doménica seguía su preocupante charla con Ingrid sobre cómo decirles a sus padres, que tenía enamorado y que él la invitaba a Canoa en Manabí.
Lo que tienes que hacer es decirle a tu mamá lo que te está pasando. Y si ella te apoya le dices a tu papá.
¿Y si mi papá me dice que no?
Entonces estás frita, no puedes ir-dijo Ingrid-.
¿Y si me escapo?
¿Aguantarás una paliza por Danni?
No creo.
Ten fe-dijo Ingrid-, esperemos a ver cómo lo organiza todo Manuel Fernando, y ya veremos adónde llegamos allá, y qué tiempo nos vamos a quedar y qué vamos a comer.
Danni dice que sólo son tres días. De verdad no quiero que Danni se vaya solo a Canoa. Me moriría de pena y me encerraría en mi cuarto a llorar.
No es para tanto. Ellos se van a correr olas. Casi es lo único que les interesa.
¿Crees que Danni se quedaría si se lo pido?
Sí, pero no le vas a hacer eso, ¿no?
Oye, a propósito, ¿ya te viste la película infierno en la torre?
No, pero me dicen que la actuación de Steve MacQuenn es estupenda y que Fred Staire se luce salvándole la vida a una muchacha.
Yo me fui a ver Terremoto con ese nuevo sistema sensorround que pusieron en el MAYA, y toda la película es sumamente emocionante.
Cuando estemos en el Guayas te invito a comer en el USO NAPOLI y de ahí nos vamos a ver Infierno en la Torre.
Las pizzas en el USO NAPOLI son aguadas, pero sabrosas.
De pronto el cielo que se había estado cerrando con nubes desde la mañana se puso negro y empezó a garuar primero lento y después, de manera gradual, cada vez más fuerte.
Uuuuy-dijo Ingrid-, vámonos a la casa de los chicos que se viene el aguacero.
¿Y ellos se van a quedar ahí adentro?
A ellos les encanta surfear con lluvia. Manuel Fernando me cuenta que en Montañita todo el tiempo corren olas bajo fuertes aguaceros.
Entonces vamos a esperarlos en la casa-dijo Doménica-.
Vamos.
Y empezaron a recoger las toallas y el parasol y se fueron primero al Land Rover a dejar las cosas y luego, bajo un verdadero aguacero, se fueron a la casa de madera de los Russo.
Ya en el camino se toparon con Joey y Nicole, y todos se regresaron, al darse cuenta que la lluvia arreciaba bien fuerte.
Cuando llegaron volvieron a prender la televisión y empezaron a ver el programa MIS ADORABLES SOBRINOS.
Nicole volvió a coger los periódicos viejos y leyó en silencio la siguiente noticia:
SE CASO CANTANTE SAMMY DAVIS, JR
Cherry Hill, NY El famoso animador Sammy Davis, jr y su nueva esposa Altavisa Gore llegan al Night Club local tras haber contraído matrimonio. Gore de 23 años es la principal bailarina de color de la revista de Davis. Radiofoto UPI.
Mar adentro, Danni fue el primero en darse cuenta que se les venía un aguacero con la corrida de olas y se puso feliz.
En ese momento Pava Loca volvía a coger otra ola y Danni pudo ver cómo su amigo se iba y se tubeaba de inmediato dentro de una gigantesca concha de agua.
Cuando Pava Loca salió del tubo se dio cuenta que millones de agujas se estrellaban en su rostro y dio gracias a Dios por la bendita lluvia helada.
Roberto se puso loco de contento porque entre los surfistas el que les caiga una lluvia en medio de la corrida de olas era algo de buena suerte. Y mientras esperaba olas, sentado sobre la tabla, le empezó a salpicar agua a Manuel Fernando y éste también empezó a salpicarle agua a Danni. Danni estaba cansado de estar sentado sobre la tabla haciendo equilibrio y remando con las manos de vez en cuando para que la corriente no lo desubicara del lugar preciso donde debería estar para coger la próxima ola.
De pronto Danni soltó la tabla y se pegó un clavado en el agua, que estaba fresca y burbujeante como si todo el mar se asemejase a un vaso de seven up con hielo.
Bueno-dijo Danni a Manuel Fernando-, comenta en qué nos vamos a ir a Canoa, tú sabes que estoy completamente chiro hasta que vengan mis padres.
Al parecer nos vamos en la Station Wagon de Pava Loca-respondió Manuel-.
¿Y dónde vamos a llegar?
Allá tenemos un amigo que quiere aprender a surfear y a cambio de unas clasecitas nos va a dar alojamiento porque sus padres son dueños de un hotel en Canoa.
¿Y si llevo a Doménica y Nicole, no habrá ningún problema?
No. Creo que no, pero eso me parece casi imposible. Si a Ingrid le quieren hacer problema, ¡imagínate el trobo!, que se va a armar con Doménica y peor con Nicole.
Pero que conste que las puedo llevar, ¿verdad?
Afirmativo, ¡y ponte pilas!, que se vienen las mamas rusas-dijo Manuel-.
En el horizonte se veían venir unas olas tremendas cuyas cúspides estaban escondidas por gruesas neblinas.
Rápidamente Danni se trepó en su tabla y empezó a remar con los demás hacia lo que parecía ser una montaña de varias toneladas de agua.
De pronto Roberto y Pava Loca se dieron la vuelta, para tratar, cada uno de coger la ola y como Pava Loca estaba más cerca de las rocas, fue el primero en gritar y en irse en la descomunal masa de agua.
Más adelante Manuel y Danni pasaban por encima de la pared de agua para descubrir que más adelante se venía otra tanda de olas. Roberto que venía justo atrás a duras penas logró pasar la tremenda pared de agua.
Al verlo los chicos dijeron:
¡Con las ultimitas, brother, he!
De pronto Manuel, que por lo general siempre iba vestido con unos shorts hechos de blue jeans, se dio la vuelta y empezó a remar la primera ola que venía de esta segunda tanda hasta largarse montado en ella.
En la siguiente ola estaban Roberto y Danni en seria competencia por tratar de cogerla, pero cuando la remó Danni, la ola era demasiado ancha y no tenía la fuerza para llevarlo, así que el que la aprovechó fue Roberto que se hallaba más atrás.
En un momento dado, Danni se quedó solo en el punto y sentía que todo su cuerpo era bañado por las gigantescas gotas de agua fría de la lluvia.
Una última ola se vino y en esta ocasión la aprovechó Danni para irse. Así que la remó, se posicionó y luego se fue en ella.
Cuando salieron los chicos se fueron directo a la casa de los hermanos Russo. Ya había caído la noche y era casi imposible seguir corriendo olas en Chuyuipe.
Así que se fueron a pie hasta la vieja casa de madera, llegaron alumbrados por unas estrellas que titilaban en la bóveda negra del cielo, dejaron las tablas para que se escurran en el porche y entraron.
Adentro estaban Ingrid, Doménica, Nicole y Joey.
Ingrid les preguntó si querían café y como ellos estaban helados, mojados y muertos de hambre todos dijeron que sí.
Ingrid y Doménica se fueron a la cocina a preparar café mientras Nicole y Joey miraban una vieja revista LIFE, que habían encontrado en el depósito de periódicos situado debajo de la escalera.
Rápidamente Danni se cambió la ropa húmeda y se puso unos confortables pantaloncillos secos de pana.
Pava Loca había traído unas botellas de cerveza en lata, que con la lluvia se habían refrescado, destapó una y empezó a beber para entrar en calor. Cuando se terminó la lata de cerveza de un solo trago se puso a estornudar y Roberto se partió de la risa.
Roberto estaba cambiando a cada rato la señal de la televisión portátil hasta que se quedó en el canal en que presentaban EL SHOW DE CAROL BURNETT. Y empezó a reírse a carcajadas incontenibles de los dramas de aquella comedia.
Mientras tanto Manuel escuchaba en la radio de pilas una canción de la banda BREAD, titulada: BABY I’M A WANT YOU.
Entonces Danni fue a la cocina donde Ingrid y Doménica estaban preparando carne asada con arroz y huevos. La tomó del brazo y le preguntó si ya le había pedido permiso a sus padres para ir a Canoa y ella le dijo.
No, tengo miedo de que me digan que no.
Pero tienes que preguntarles porque el viaje es pasado mañana. Tienes todo el día de mañana para preguntarles.
¿Y si me dicen que no?
Entonces no sé qué hacer- dijo Danni-. Si quieres puedo acompañarte a hablar con tus padres para asegurarles que vas a estar bien.
Eso sería una buena idea-dijo Doménica-.
Afuera la lluvia arreciaba y se oían los estruendos producidos por los rayos y los truenos.
Pava Loca empezó a aburrirse y salió al porche a contemplar la tormenta eléctrica. Y de pronto Ingrid empezó a servir el café a cada uno en su taza. A Pava Loca le gustaba el café casi sin azúcar. Se quedaba ahí sentado mirando el salvaje oleaje que se estrellaba contra las rocas y se quedaba pensando la manera de entrar a coger esas olas, que la negra y eterna noche se lo impedían.
Roberto se cansó de ver televisión y saludó con un estruendoso:¡BIEN!, la llegada del café que calentaría su frío cuerpo. Manuel Fernando ayudaba en la cocina a pasar platos y a servir a Ingrid y se portaba con ella con aquella dulzura que caracteriza a unos enamorados de mucho tiempo. Nicole y Joey estaban sentados, bien apretados en el mismo butacón leyendo la vieja y polvosa revista LIFE.
De pronto Manuel Fernando llamó a sentarse a la mesa del comedor a comer y todos se fueron acomodando para servirse su carne asada con arroz y huevo. Y para tomar, fresco solo, para variar.
Pava Loca con la boca llena le preguntó a Doménica y a Nicole si ya conocían la playa de Punta Carnero y ellas le respondieron que no. Entonces Pava Loca les dijo:
¿Entonces ustedes no han visto nunca la caída del sol allá?, ¿verdad?
No-respondieron las chicas-.
¿Qué te parece si mañana corremos olas en Punta Carnero y nos quedamos a ver la caída del sol, Danni?
Me parece estupendo, hace tiempo que no corro olas en esa punta-dijo Danni-.
¿De verdad nunca has visto la caída del sol en Punta Carnero?- le dijo Joey a Nicole-.
No, en serio-le respondió Nicole la de rojos cabellos-.
Entonces, está todo listo, mañana corremos en Punta Carnero.
Te va a encantar ver la caída del sol-le dijo Ingrid a Doménica-.
¿Sí?, ¿es chévere?
Sí, definitivamente es un espectáculo de primera.
Aquella noche los chicos esperaron a que la lluvia cesara y luego se prepararon para ir a una feria que había llegado a la península y que prometía ofrecer algunas novedades.
Rápidamente Danni y Joey se bañaron con agua dulce de tanque y se vistieron con sus blue jeanes, sus zapatos de goma Nike y sus camisas de vaqueros y se fueron en el Land Rover con las chicas, mientras Manuel Fernando se iba con los chicos e Ingrid a sus casas.
La noche estaba fresca después de la refrescante lluvia y las estrellas aparecían sobre un cielo negro pero clarísimo, que hacía que las estrellas brillaran más de lo normal.
Danni y su hermano estuvieron esperando a Doménica en la sala de su casa, hasta que ella estuvo lista, y luego hicieron lo mismo en la casa de Nicole, aunque el padre estaba reacio a volverla a dejar salir, pero al final cuando lo invitaron a él también, éste se negó a ir, pero consintió en dejar ir a su hija a la feria de pueblo que se había asentado en las afueras de Salinas.
Cuando el viejo Land Rover finalmente llegó, los chicos se bajaron con el corazón lleno de dicha. Compraron los boletos y se metieron. Lo primero que hicieron las chicas es comprar algodón de azúcar y luego empezaron a pasear por todo el perímetro. Por todas partes había tiendas de tiro al blanco que premiaban al ganador con ositos de peluche. Y estaban las famosas ruedas moscovitas. Y habían dos: una grande y otra chiquita. Cuando Danni le propuso a Doménica subir a la grande, ella se opuso tenazmente porque le tenía miedo a las alturas y le dijo:
¡No, eso sí que no!, allá no me vas a meter, ¡me muero!
Pero si no nos va a pasar nada y es superdivertido ver desde arriba todo el paisaje, ¡si para eso es que se sube uno a esos aparatos!
No ya te dije que no y es no, por eso es que nunca se me ocurriría ser surfista porque le tengo fobia a las alturas, ¿ok?
¡Bueno!, como tú quieras, mi amorcito-le dijo Danni-.
De pronto llegaron Manuel Fernando e Ingrid y de inmediato él la convenció de subir a la rueda moscovita más alta. De pronto Joey lo llamó a gritos a su hermano y éste fue corriendo a ver de qué se trataba el asunto, y era que el niño de doce años, había encontrado la pista de carros chocones o carros locos y ahí sí, Doménica sí quiso meterse y la pasaron de lo lindo chocando y evitando ser chocados. Mientras tanto Joey y Nicole se metieron en un juego diferente. Se trataba de una gigantesca piscina con botecitos mecánicos que giraban y giraban alrededor de la piscina. Nicole iba bien divertida y por primera vez se encontraba bien agarrada del brazo de Joel, y así estuvieron todo el rato.
Al pequeño muchacho Russo, de doce años, el corazón se le quería salir por la boca de la pura felicidad. Aquella sería la noche más feliz de su vida y no quería que terminara nunca.
En aquellos momentos Manuel Fernando se encontraba con Ingrid sentado en la rueda moscovita y en un momento se encontraban en todo lo alto hasta poder ver toda Salinas nocturna, como un gran islote preñado de luces, como gigantescas luciérnagas.
Abajo se los oía gritar a Roberto y Pava Loca. Finalmente los viejos surfistas de LA FAE habían llegado y estaban ansiosos por treparse a la rueda moscovita, pero recién estaban en la fila. En sus manos tenían unas latas de pepsi cola, pero en su interior habían colocado cerveza.
Cuando finalmente cada grupo terminó de divertirse resultó que todos se encontraron en el centro de la feria, comprando carne en palito y de común acuerdo quedaron en entrar a la casa del horror.
Al principio Doménica no quería y Nicole estaba espantada, pero ahora que ya había cogido confianza cada vez que sentía miedo, se apretaba del brazo de Joey y no había alma que la pudiera soltar, porque así se sentía más segura.
La noche llena de estrellas se presentaba infinita y despejada de nubes. Todo el cielo negro como la tinta, se mostraba rutilante de fuegos lejanos, otras galaxias, otros mundos, otros centros del universo, donde giraban las vidas de otras especies.
Danni empezó a recordar que Tales de Mileto, un ingeniero de la segunda mitad del siglo VII a.C., de padres fenicios, afirmaba que el origen de la vida se hallaba en el agua. El semen era húmedo y todo lo que tenía vida estaba relacionado con los líquidos vitales, mientras que las piedras, el desierto, la arena y los cadáveres estaban secos, convertidos en polvo y muertos. Los católicos celebraban un día de fin de feriado con la imposición de la cruz de ceniza en la frente para recordarle al ser humano, que polvo eres y en polvo te convertirás.
De pronto sus pensamientos se interrumpieron cuando se percató que ya se hallaban en la cola para comprar los tickets para entrar a la casa del horror. Cuando comenzó el recorrido, Doménica se le apretujó bien hasta hacerlo sentir ternura por ella. Y finalmente le dijo:
No se preocupe, mi negrita, que nada le va a pasar. Esos monstruos son personas del circo que están disfrazados. De esa manera se ganan la vida.
¿En serio?- le respondió ella-.
Cuando terminó el recorrido, los chicos habían pasado por toda clase de pasadizos tortuosos, en completa penumbra o iluminados con luz roja, donde a cada rato eran sorprendidos por la aparición de un hombre disfrazado con una máscara, portando algún cuchillo o hacha en la mano, y con una máscara atroz gritaba espantosamente y embarrado con sangre artificial.
Cuando salieron de la casa del horror se dieron cuenta que ya era bien entrada la noche. Y los hermanos Russo decidieron ir a dejar a las chicas. Cuando las chicas los dejaron en Ballenita cada cual se fue a su pequeño rectángulo bien acolchado que tenían por cama y se metieron debajo de las sábanas para refugiarse del frío de la noche y de la madrugada.
Danni se quedó dormido rápidamente, pero Joey no podía dormir de tanta alegría que le rebosaba en el corazón. En el momento en que llegaron a la casa de Nicole, él había estado a punto de despedirse de ella con un beso en la boca.
Aquella noche salinera era simplemente demasiado magnífica para Joey, y ya estaba ansioso por saber lo que el destino del pueblo griego le deparaba en su viaje a Canoa. Joey se imaginaba durmiendo vestido junto a Nicole como había visto siempre a sus padres, sólo que ellos dormían en pijamas.
EL INDOMABLE PLAYERO DE CHUYUIPE
Aquella mañana de enero, Ballenita lucia un sol esplendoroso, pero corría por toda la casa de madera un viento helado. Pronto los hermanos Russo fueron despertados por los gritos de Manuel Fernando, que venía acompañado de su enamorada Ingrid y de dos surfistas más: Roberto y Pava Loca.
Manuel Fernando les gritaba desde el portal de la casa de madera:
¡Vengan a ver el tamaño de las olas que está escupiendo Chuyuipe!
Pronto los hermanos Russo salieron de sus camas, envueltos en sus edredones y desde una de las ventanas del balcón pudieron contemplar un espectáculo maravilloso: el océano estaba completamente rayado, y miles y miles de olas surcaban la playa para reventarse en la orilla de Chuyuipe.
Ambos cogieron sus tablas de surf y se treparon rápidamente en el volkswagen de Manuel con rumbo a la playa.
Ingrid le preguntó a Danni:
¿Van a venir Doménica y Nicole?
Seguro que sí, la traigo loca de amor-dijo Danni-.
¡Yaaaaa!, mentira que eres modesto, ¿no?
Durante el pequeño trayecto Manuel les puso en la radio la canción The Long Run de los EAGLES y luego Time pasagges de Al Stewart.
Y cuando llegaron a Chuyuipe dejaron la radio del carro encendida y a todo volumen para escucharla desde el mar y surfear con música.
El saxofón se escuchaba a todo dar.
Apenas llegaron los chicos, se dieron cuenta al subir al promontorio de Chuyuipe, decorado con pequeños departamentos para turistas, que el playero estaba escupiendo unas olas increíblemente tubulares y perfectas. Y todos de manera unánime decidieron meterse a correr olas en el playero.
Danni le dijo a Joey:
¿Te vas a meter al playero con nosotros?, esta es una ola que nunca has corrido, ¡cuidado te vas a matar!
No te preocupes, brother-le dijo Joey-.
¡Déjalo que se desahueve!-le amonestó Pava Loca-.
Sí, déjalo que viva y disfrute. Tiene una casa en Ballenita ¡y cómo es posible que nunca haya corrido el playero de Chuyuipe!
Entonces todos se pusieron a encerar la tabla. El primero en meterse fue Roberto con una tabla de balsa con un diseño igualito a las Mc Coy que usa Cheyene Horan.
Pronto todos estuvieron remando y tratando de pasar por encima de la endiablada espuma que amenazaba con arrancarles la cabeza.
Pava Loca estaba como loco de felicidad y gritaba continuamente:
OOOOOOUUUU, vamos hijoputa; hey Neptuno, ¿no tienes nada más que mandarnos?
Y el dios escuchó el desafío del mortal y de inmediato castigó a todos enviando gigantescas y tubulares olas en represalia al que así, con irrespetuosas palabras, le hablaba.
Después de un buen rato de pujar las tablas todos estuvieron en la punta donde se esperan las mamas rusas.
Y para sorpresa de todos el primero en coger una ola fue Joey, a pesar de que nunca había corrido ese playero. Joey remó una ola tuco de bola, que se venía encima y se fue en ella doblando rápidamente sus abdominales. Todos se quedaron boquiabiertos al ver la pequeña figurita de este niño de doce años montado sobre una descomunal ola de tres metros de playero. De inmediato la ola se fue cerrando progresivamente, y Joey se arrodilló hasta que la ola se cerró totalmente aprisionando al pequeño surfista dentro de la masa de agua.
Danni dijo preocupado:
- ¡VEEE ese hijoputa!, ¡se va a hacer mierda!
Déjalo que se descoque bien para que se desahueve, que no le va a pasar nada- le gritó Roberto, cagado de la risa, desde la punta-.
Danni no sabía qué hacer si ir a ver a su hermano y asegurarse de que todo estaba bien o quedarse frío y esperar que el enano vuelva al punto sano y salvo.
Y después se pusieron a remar porque atrás se venía una tanda de por lo menos seis olas de tres metros.
Joey supo de inmediato que algo no andaba bien cuando la ola se empezó a cerrar tan pronto. Así que por más que movió los talones, dobló las rodillas y se agachó bien no pudo salir del tubo hasta cuando –presintiendo lo peor-, vio como se le cerró el labio de la ola atrapándolo en el remolino interior.
De pronto todo el mundo de Joey se convulsionó completamente. Cayó aparatosamente, golpeándose la cara y patinando con el cuerpo sobre la ola de tres metros. Por suerte, antes de caer, absorbió una buena cantidad de aire porque la ola lo mandó al fondo de los mismos infiernos acuáticos, dando vueltas y más vueltas, hasta que con el brazo izquierdo tocó el fondo del lecho submarino y comprendió que no iba a bajar más. Después sintió un gran golpe en una de sus piernas.
Entonces colocó sus pies en el fondo y se impulsó hacia la superficie moviendo los brazos como los patos después de que se sumergen en un lago.
Cuando después de un rato, desesperante, logró subir a la superficie, se dio cuenta que estaba rodeado de espuma blanca y que atrás de él estaban las filudas rocas. Pero lo peor era que adelante se le venía encima otra tanda de blanca y mortal espuma. La verdadera muerte blanca.
Trató de respirar y respirar hasta normalizar el fluido de oxígeno en sus pulmones y cuando la espuma ya estaba cerca se volvió a sumergir todo lo más profundo que podía para que la muerte blanca pasara por arriba.
Entretanto Manuel Fernando había remado al fondo hasta colocarse delante de una monstruosa pared de playero de tres metros y remando dejó que la ola lo llevara hasta la cresta de blancos penachos de espuma blanca, para luego dejarse deslizar atléticamente hasta el piso de la ola.
Danni estaba al fondo tratando de ver emerger la cabeza de Joey, y no se quedó tranquilo hasta que lo vio salir y abrir la boca para respirar tal como le había enseñado.
En la playa estaba solita Ingrid asustadísima por Joey, y maldiciendo a Danni por dejarlo entrar a correr olas en un mar tan bravo.
De pronto se quedó más tranquila cuando vio que Joey empezaba a remar hacia fuera en dirección hacia la playa. Cuando salió lo fue a recibir y se quedó de una pieza cuando Joey le mostró las piernas todas lastimadas, sangrantes y rayadas por las filudas rocas.
Y ahí se quedaron sentados en la arena, cogiendo sol. Por suerte al pequeño Joey no se le había roto el cordón de la tabla.
Adentro Danni comenzó a respirar más tranquilo al ver que su hermano se había salido de las olas y que ahora estaba sentado junto a Ingrid.
Más al fondo estaba Roberto remando una ola gigantesca, hasta que se dio la media vuelta y se dejó llevar por una ola de tamaño impresionante. A duras penas se pudo parar y bajarla cuando se dio cuenta que el tubo iba demasiado rápido y se fue para adelante porque la tremenda ola se cerró completamente.
Danni comprendió que algo andaba mal. Y cuando llegó Manuel Fernando lo confirmó.
¡Qué hijoputa, hermano!, ¡estas olas se están cerrando malditamente!, así no vamos más que ha correr tumbos y más tumbos.
Será mejor que nos vayamos remando al salinero, sino vamos a perder el tiempo remando por gusto-dijo Danni-.
Esperemos a que lleguen los otros para ponernos de acuerdo- dijo Manuel-.
En la playa Ingrid le preguntó a Joey:
¿Cómo estás?, ¿te arden mucho las heridas?
Más o menos, más o menos, ¡qué hijoputa de olas, están grandísimas, pero no se las puede correr porque se cierran!
Lo más probable es que salgan y se vayan al salinero-dijo Ingrid-.
Lo dudo. Yo en el lugar de ellos en vez de pasar por la espuma maldita de la orilla me iría remando mar adentro hasta llegar al salinero.
Entonces eso es lo que han de hacer, esperemos a ver qué pasa.
Adentro Danni y Manuel esperaron hasta que llegaron Roberto y Pava Loca, y cuando llegaron, llegaron paniqueados por la espuma blanca que estaba mortal.
Entonces Manuel les dijo:
Mejor nos vamos remando al salinero, esto está imposible de correr.
Simón, brother, vamonos al salinero –acertaron a confirmar los otros-.
Y de pronto, los turistas que vivían en los departamentos de la roca de Chuyuipe, fueron testigos de cuatro lunáticos montados sobre tablas hawaianas, que pasaban remando por en medio de un mar furioso que escupía olas de tres metros, que se estrellaban sobre las rocas.
Afuera llegó el Land Rover de Doménica con Nicole, y se parquearon junto al volkswagen de Manuel Fernando y empezaron a sacar las sillas, las toallas, los bronceadores y el parasol y se fueron con todo al playero de Chuyuipe ya que no divisaban a los chicos en el salinero cuando de pronto Nicole le dijo con un grito:
¡Mira allá en la punta están!, y vienen remando para acá, al salinero.
¡Cierto, cierto!-dijo Doménica-, mejor quedémonos acá, pero qué escándalo es esa música en la radio de Manuel.
Doménica se refería a la canción Take it easy de los EAGLES.
Así que empezaron a colocar la sombrilla en la arena, colocar la toalla y a ponerse bronceador por todo el cuerpo.
Doménica tenía puesto un traje de baño amarillo de una sola pieza y Nicole tenía puesto un traje de baño naranja de dos piezas y pronto se terminaron de embadurnar todo el cuerpo de aceite protector y se acostaron sobre sus toallas y bajo el parasol aunque en aquel momento corría un viento helado y el sol se empezaba a ocultar entre las poderosas nubes grises que flotaban descomunales en el firmamento.
En ese instante aparecieron por las rocas de los departamentos las siluetas de Ingrid y el pequeño Joel, que venían caminando por la arena desde el playero.
Ingrid al verlas les gritó:
Hey, mujeres...,¡a la hora que vienen!
Doménica al ver las heridas sangrantes en la pierna de Joey se asustó y les preguntó:
¿Por qué se vienen para acá?, ¿qué ha pasado?
Joey casi se mata en las rocas y de pura suerte no se le ha partido la tabla. Parece que las olas del playero se están cerrando en tumbo y los chicos se han pasado remando al salinero.
Nicole levantó la cabeza y se cubrió los ojos con la mano para ver bien las heridas de Joey.
No es nada, no es nada. Por suerte en el botiquín de la casa hay alcohol, mertiolate y sulfa. No pasa nada.
Y mientras Ingrid desenrollaba su toalla para acostarse junto a Doménica, Joey siguió de largo con rumbo a la casa para curarse las heridas. Nicole le dijo:
Espérame que te acompaño.
Y juntos se fueron a la casa caminando por el sendero polvoriento y lleno de espinas y monte del desierto.
Cuando llegaron, Joey dejó escurriendo su tabla en el portal y luego se fueron directo a la cocina para buscar el botiquín, sacó el alcohol, apretó los dientes y se empezó a esparcir gotitas del caliente líquido sobre las ardientes heridas de las piernas y las rodillas.
Nicole le miraba y le preguntaba:
-¡Qué valiente eres!, ¿no te arde?
Sí, un poco, pero ya estoy acostumbrado. La primera vez que cogí una tabla, cuando me logré sentar sobre ella, ¿adivina lo que hice?
¿Qué?
Me clavé la punta de las quillas en los talones, ¿quieres escuchar música?, la radio está sobre el refrigerador, ¿ya desayunaste?
No, la loca de Doménica no me dejó porque estaba desesperada por venir a ver a Danni, como si se le fuera a escapar a Canoa.
De inmediato Nicole encendió la radio mientras Joey se colocaba mertiolate sobre las heridas, y de la radio se empezó a escuchar la canción Don’t Stop de los Fletwood Mac.
Don’t stop thinking about tomorrow…yesterday is gone…yesterday is gone…uuuhhhh don’t you look back…don’t you look back…
Joey le dijo a Nicloe:
Ahí, debajo de la escalera, hay unos periódicos viejos. Cógelos y distráete un rato.
Y Nicole empezó a revisar las noticias y de pronto leyó:
EN EL FESTIVAL POP
Alentada por 5.000 jóvenes que asistieron al festival de música popular en Sydney, una chica australiana baila ritmos modernos, mientras exhibe su busto, cubierto tan sólo por unos pocos collares de cuentas. Como suele suceder en estas grandes aglomeraciones de jóvenes, abundan los excesos. Radiofoto UPI
- Definitivamente allá sí que saben divertirse- dijo Joey-.
¡Joey, estás loco!-dijo Nicole-.
Bueno esto parece que ya está- dijo Joey sobre su herida-.
¿Te pusiste los polvo sulfa para que se te cicatrice rápido?-dijo Nicole-.
Sí, ya está todo listo-dijo Joey-.
Entonces Nicole dijo:
¿Por qué no preparas algo para desayunar que estoy hambrienta?
¿Qué quieres?, te sugiero unos pedazos de carne asada en gas.
¿Y cómo es eso?-preguntó Nicole-.
¿Ves esa bandeja de allá?
Sí.
Bueno ponla en la cocina, enciende la hornilla y luego rebana la carne que compramos ayer en el supermercado TODO y ponla sin nada de aceite sobre la bandeja.
¿Sin aceite?
Sin aceite-respondió Joey-.
Después de que hizo lo que le indicó Joey, se sentó junto a él y empezó a leer otra noticia que le había llamado la atención.
EL FILM M.A.S.H. GANO EL GRAN PREMIO DEL FESTIVAL DE CANNES
Cannes, Francia Una de las estrellitas que asisten al festival de films de Cannes que se realiza anualmente es Helena Colonia la misma que posa en la playa de este balneario. Radiofoto UPI
Joey se quedaba mirando con ternura la pequeña cabecita pelirroja de Nicole que movía sus pequeños labios mientras ponía ceñuda la frente. Al parecer ya empezaba a sentir algo por esta linda chiquilla de la playa.
-¡Diablos cómo extraño la televisión!-dijo Joey-.
En el Land Rover, Doménica trajo una tele de pilas, ¿quieres que la traiga para ver?, mientras tú vigilas las carnes, ¿sí?
¡Bueno!, ¡me parece excelente!
Entonces Nicole dejó a un lado los periódicos, salió de la vieja casa de los hermanos Russo y se fue por el camino arenoso y desértico a ver la tele en el carro de su amiga.
Mientras tanto Ingrid y Doménica hablaban de cosas sumamente importantes para unas chicas de diez y siete años.
¿Cómo vas a hacer para hablarle a tu papá para que te deje ir con Manuel Fernando a Canoa en Manabí?- le preguntó Doménica a Ingrid.
Lo mío con Manuel Fernando no es parecido a lo tuyo. Tú recién estás de enamorada de Danni, y yo en cambio me amarré con él desde chiquitita y nuestros padres han pasado toda la vida la temporada de playa juntos como familia. Cuando sea grande me casaré con Manuel, nos iremos a la yoni y tendremos muchos hijos. Si Manuel quiere irse a Canoa, por supuesto que tiene que irse conmigo, si no, no va.
¿Pero yo cómo voy a hacer?-dijo Doménica-, en mi casa las únicas que saben que estoy amarrada con Danni son mi hermana mayor y la empleada.
¿Y crees que tus padres no han visto el beso que le diste de despedida la noche de la fiesta en el Yacht?, ¡estás loca si crees que tu mamá no sabe ya todo el rollo con la plata que le pediste para hacer las compras en el supermercado!
¡Te juro que no sabe nada!, yo le dije que era para otra cosa.
De pronto vieron a Nicole que venía caminando por el camino desértico en dirección hacia los autos y entonces Ingrid les gritó:
¡Cuidado con estarse besando mucho tiempo, eh!
Y Nicole les hizo un gesto con la mano en señal de abandono de que no me molesten y siguió de largo hasta llegar al Land Rover, cuyas puertas no se podían cerrar con seguro, y sacó el pequeño televisor en blanco y negro para luego emprender el camino de regreso hacia la vieja casa de madera.
Mar adentro, Danni empezó a remar una ola salinera gigante de tres metros que se le venía encima.
Cuando sintió el empujón se fue de manera perfecta y atlética sobre la ola y de entrada la bajó y volvió a resortearla hasta llegar a la cresta para sacar una tremenda estela y volver a bajarla como lo hubiera hecho Mark Richards.
Para Pava Loca el salinero era la ola de su lado y cogía esas olas de tres metros de Chuyuipe como si se trataran de olitas de juguete.
Una y otra vez las remaba luego se embarcaba en ellas y de una se tubeaba o sacaba una estela para luego dar un largo recorrido hasta pegarse un cutback, o retroceso, de manera tan inclinada, que el cuerpo parecía que se iba a acostar sobre la ola.
Roberto era más soul en el surf, más lento, vacilaba las bajadas de las olas sin tantas maniobras arriesgadas ni tantos movimientos radicales.
Manuel Fernando, en cambio, un veterano de Montañita, era el que tenía un ojo para seleccionar la ola más gigante.
Todavía recordaba la primera vez que durmió en Montañita. Había llegado a la casa de madera de un amigo y el padre de éste no sabía nada, y cuando llegó, lo sacó de la casa y Manuel Fernando tuvo que dormir en la arena y hasta se mojó en la madrugada porque cuando la marea subió, lo encharcó completamente la pantaloneta. Desde entonces Manuel Fernando había llegado a la conclusión de que un citadino exige ciertas comodidades. Él sólo corría olas tremendamente grandes. Y las bajaba casi con una sonrisa en la boca. Su lema era:
MIENTRAS MAS GRANDE ES LA OLA MAS LIBRE ERES
Entretanto Nicole ya llegaba a la casita donde la estaba esperando Joey con los pedazos de carne asada, ya servida en la mesa, y acompañados de unos vasos de Fresco Solo de uva. A Nicole le caían bien los hermanos Russo ya que no se trataban de dos mochileros apestosos que se habían quedado en la época de PEACE AND LOVE.
Nicole acomodó la pequeña televisión portátil para que la vea Joey, la encendió y de pronto se empezó a ver en el televisor las imágenes de una película de Roger Moore, titulada: LA VENDETTA DEL SANTO. Nicole había tratado a Joey con la misma cortesía como su madre trataba a su padre. Y pronto se sentó en la mesa junto a su amigo para desayunar carne asada con vasitos de Fresco Solo.
De pronto con la boca llena Joey le preguntó a Nicole:
¿Qué tal es esa movida del Hula Hula?
Divertido, pero un poco agotador. Es como saltar la cuerda en el patio del colegio. Hay que estar con el círculo de plástico alrededor de la cintura, practica y practica, todo el tiempo para hacerla girar bien.
Más o menos lo mismo que el surf. Hay que correr olas todo el tiempo para vacilar bien el deporte-dijo Joey-.
Sí. A propósito, ¿tienes Coopertone?
No. Nosotros no usamos bloqueador solar, ya estamos curtidos.
¡Ah!
Pronto dejaron de comer, y Joey se fue a sentar al porche a ver el paisaje desértico que cada vez más se estaba poniendo oscuro, parecía que iba a desatarse una lluvia pronto.
Nicole volvió a revolver los periódicos y continuó leyendo noticias. Había una que le pareció disparatada y fue rapidito a leérsela a Joey.
Mira, mira, esta noticia que me encontré-le dijo-.
COMPENSACIÓN PARA LA MINI FALDA
Nueva York, Modelos avanzados que anteriormente sólo se veían en los escenarios serán parte de la nueva moda femenina en que el busto queda al descubierto de acuerdo a los diseños de Kund Germasion. Para esta semana, aquellos que están descontentos porque la moda mini está pasando, pueden encontrar compensación con el advenimiento de estos nuevos modelos. Radiofoto UPI
Imagínate qué tipo de moda sería esa acá en Ecuador-dijo Joey-.
¡Una locura!-dijo Nicole-, imagínate andar por ahí enseñando los senos-.
¿Qué te parece si nos vamos a la playa?, ya me aburrí de estar aquí encerrado-dijo Joey-.
¿El sol no le afectará a tu pierna?
No sé, pero no me importa. Si no puedo surfear por lo menos quiero ver a los muchachos cogiendo olas.
Bueno, vamos-dijo la pelirroja Nicole-.
En la playa, Doménica seguía su preocupante charla con Ingrid sobre cómo decirles a sus padres, que tenía enamorado y que él la invitaba a Canoa en Manabí.
Lo que tienes que hacer es decirle a tu mamá lo que te está pasando. Y si ella te apoya le dices a tu papá.
¿Y si mi papá me dice que no?
Entonces estás frita, no puedes ir-dijo Ingrid-.
¿Y si me escapo?
¿Aguantarás una paliza por Danni?
No creo.
Ten fe-dijo Ingrid-, esperemos a ver cómo lo organiza todo Manuel Fernando, y ya veremos adónde llegamos allá, y qué tiempo nos vamos a quedar y qué vamos a comer.
Danni dice que sólo son tres días. De verdad no quiero que Danni se vaya solo a Canoa. Me moriría de pena y me encerraría en mi cuarto a llorar.
No es para tanto. Ellos se van a correr olas. Casi es lo único que les interesa.
¿Crees que Danni se quedaría si se lo pido?
Sí, pero no le vas a hacer eso, ¿no?
Oye, a propósito, ¿ya te viste la película infierno en la torre?
No, pero me dicen que la actuación de Steve MacQuenn es estupenda y que Fred Staire se luce salvándole la vida a una muchacha.
Yo me fui a ver Terremoto con ese nuevo sistema sensorround que pusieron en el MAYA, y toda la película es sumamente emocionante.
Cuando estemos en el Guayas te invito a comer en el USO NAPOLI y de ahí nos vamos a ver Infierno en la Torre.
Las pizzas en el USO NAPOLI son aguadas, pero sabrosas.
De pronto el cielo que se había estado cerrando con nubes desde la mañana se puso negro y empezó a garuar primero lento y después, de manera gradual, cada vez más fuerte.
Uuuuy-dijo Ingrid-, vámonos a la casa de los chicos que se viene el aguacero.
¿Y ellos se van a quedar ahí adentro?
A ellos les encanta surfear con lluvia. Manuel Fernando me cuenta que en Montañita todo el tiempo corren olas bajo fuertes aguaceros.
Entonces vamos a esperarlos en la casa-dijo Doménica-.
Vamos.
Y empezaron a recoger las toallas y el parasol y se fueron primero al Land Rover a dejar las cosas y luego, bajo un verdadero aguacero, se fueron a la casa de madera de los Russo.
Ya en el camino se toparon con Joey y Nicole, y todos se regresaron, al darse cuenta que la lluvia arreciaba bien fuerte.
Cuando llegaron volvieron a prender la televisión y empezaron a ver el programa MIS ADORABLES SOBRINOS.
Nicole volvió a coger los periódicos viejos y leyó en silencio la siguiente noticia:
SE CASO CANTANTE SAMMY DAVIS, JR
Cherry Hill, NY El famoso animador Sammy Davis, jr y su nueva esposa Altavisa Gore llegan al Night Club local tras haber contraído matrimonio. Gore de 23 años es la principal bailarina de color de la revista de Davis. Radiofoto UPI.
Mar adentro, Danni fue el primero en darse cuenta que se les venía un aguacero con la corrida de olas y se puso feliz.
En ese momento Pava Loca volvía a coger otra ola y Danni pudo ver cómo su amigo se iba y se tubeaba de inmediato dentro de una gigantesca concha de agua.
Cuando Pava Loca salió del tubo se dio cuenta que millones de agujas se estrellaban en su rostro y dio gracias a Dios por la bendita lluvia helada.
Roberto se puso loco de contento porque entre los surfistas el que les caiga una lluvia en medio de la corrida de olas era algo de buena suerte. Y mientras esperaba olas, sentado sobre la tabla, le empezó a salpicar agua a Manuel Fernando y éste también empezó a salpicarle agua a Danni. Danni estaba cansado de estar sentado sobre la tabla haciendo equilibrio y remando con las manos de vez en cuando para que la corriente no lo desubicara del lugar preciso donde debería estar para coger la próxima ola.
De pronto Danni soltó la tabla y se pegó un clavado en el agua, que estaba fresca y burbujeante como si todo el mar se asemejase a un vaso de seven up con hielo.
Bueno-dijo Danni a Manuel Fernando-, comenta en qué nos vamos a ir a Canoa, tú sabes que estoy completamente chiro hasta que vengan mis padres.
Al parecer nos vamos en la Station Wagon de Pava Loca-respondió Manuel-.
¿Y dónde vamos a llegar?
Allá tenemos un amigo que quiere aprender a surfear y a cambio de unas clasecitas nos va a dar alojamiento porque sus padres son dueños de un hotel en Canoa.
¿Y si llevo a Doménica y Nicole, no habrá ningún problema?
No. Creo que no, pero eso me parece casi imposible. Si a Ingrid le quieren hacer problema, ¡imagínate el trobo!, que se va a armar con Doménica y peor con Nicole.
Pero que conste que las puedo llevar, ¿verdad?
Afirmativo, ¡y ponte pilas!, que se vienen las mamas rusas-dijo Manuel-.
En el horizonte se veían venir unas olas tremendas cuyas cúspides estaban escondidas por gruesas neblinas.
Rápidamente Danni se trepó en su tabla y empezó a remar con los demás hacia lo que parecía ser una montaña de varias toneladas de agua.
De pronto Roberto y Pava Loca se dieron la vuelta, para tratar, cada uno de coger la ola y como Pava Loca estaba más cerca de las rocas, fue el primero en gritar y en irse en la descomunal masa de agua.
Más adelante Manuel y Danni pasaban por encima de la pared de agua para descubrir que más adelante se venía otra tanda de olas. Roberto que venía justo atrás a duras penas logró pasar la tremenda pared de agua.
Al verlo los chicos dijeron:
¡Con las ultimitas, brother, he!
De pronto Manuel, que por lo general siempre iba vestido con unos shorts hechos de blue jeans, se dio la vuelta y empezó a remar la primera ola que venía de esta segunda tanda hasta largarse montado en ella.
En la siguiente ola estaban Roberto y Danni en seria competencia por tratar de cogerla, pero cuando la remó Danni, la ola era demasiado ancha y no tenía la fuerza para llevarlo, así que el que la aprovechó fue Roberto que se hallaba más atrás.
En un momento dado, Danni se quedó solo en el punto y sentía que todo su cuerpo era bañado por las gigantescas gotas de agua fría de la lluvia.
Una última ola se vino y en esta ocasión la aprovechó Danni para irse. Así que la remó, se posicionó y luego se fue en ella.
Cuando salieron los chicos se fueron directo a la casa de los hermanos Russo. Ya había caído la noche y era casi imposible seguir corriendo olas en Chuyuipe.
Así que se fueron a pie hasta la vieja casa de madera, llegaron alumbrados por unas estrellas que titilaban en la bóveda negra del cielo, dejaron las tablas para que se escurran en el porche y entraron.
Adentro estaban Ingrid, Doménica, Nicole y Joey.
Ingrid les preguntó si querían café y como ellos estaban helados, mojados y muertos de hambre todos dijeron que sí.
Ingrid y Doménica se fueron a la cocina a preparar café mientras Nicole y Joey miraban una vieja revista LIFE, que habían encontrado en el depósito de periódicos situado debajo de la escalera.
Rápidamente Danni se cambió la ropa húmeda y se puso unos confortables pantaloncillos secos de pana.
Pava Loca había traído unas botellas de cerveza en lata, que con la lluvia se habían refrescado, destapó una y empezó a beber para entrar en calor. Cuando se terminó la lata de cerveza de un solo trago se puso a estornudar y Roberto se partió de la risa.
Roberto estaba cambiando a cada rato la señal de la televisión portátil hasta que se quedó en el canal en que presentaban EL SHOW DE CAROL BURNETT. Y empezó a reírse a carcajadas incontenibles de los dramas de aquella comedia.
Mientras tanto Manuel escuchaba en la radio de pilas una canción de la banda BREAD, titulada: BABY I’M A WANT YOU.
Entonces Danni fue a la cocina donde Ingrid y Doménica estaban preparando carne asada con arroz y huevos. La tomó del brazo y le preguntó si ya le había pedido permiso a sus padres para ir a Canoa y ella le dijo.
No, tengo miedo de que me digan que no.
Pero tienes que preguntarles porque el viaje es pasado mañana. Tienes todo el día de mañana para preguntarles.
¿Y si me dicen que no?
Entonces no sé qué hacer- dijo Danni-. Si quieres puedo acompañarte a hablar con tus padres para asegurarles que vas a estar bien.
Eso sería una buena idea-dijo Doménica-.
Afuera la lluvia arreciaba y se oían los estruendos producidos por los rayos y los truenos.
Pava Loca empezó a aburrirse y salió al porche a contemplar la tormenta eléctrica. Y de pronto Ingrid empezó a servir el café a cada uno en su taza. A Pava Loca le gustaba el café casi sin azúcar. Se quedaba ahí sentado mirando el salvaje oleaje que se estrellaba contra las rocas y se quedaba pensando la manera de entrar a coger esas olas, que la negra y eterna noche se lo impedían.
Roberto se cansó de ver televisión y saludó con un estruendoso:¡BIEN!, la llegada del café que calentaría su frío cuerpo. Manuel Fernando ayudaba en la cocina a pasar platos y a servir a Ingrid y se portaba con ella con aquella dulzura que caracteriza a unos enamorados de mucho tiempo. Nicole y Joey estaban sentados, bien apretados en el mismo butacón leyendo la vieja y polvosa revista LIFE.
De pronto Manuel Fernando llamó a sentarse a la mesa del comedor a comer y todos se fueron acomodando para servirse su carne asada con arroz y huevo. Y para tomar, fresco solo, para variar.
Pava Loca con la boca llena le preguntó a Doménica y a Nicole si ya conocían la playa de Punta Carnero y ellas le respondieron que no. Entonces Pava Loca les dijo:
¿Entonces ustedes no han visto nunca la caída del sol allá?, ¿verdad?
No-respondieron las chicas-.
¿Qué te parece si mañana corremos olas en Punta Carnero y nos quedamos a ver la caída del sol, Danni?
Me parece estupendo, hace tiempo que no corro olas en esa punta-dijo Danni-.
¿De verdad nunca has visto la caída del sol en Punta Carnero?- le dijo Joey a Nicole-.
No, en serio-le respondió Nicole la de rojos cabellos-.
Entonces, está todo listo, mañana corremos en Punta Carnero.
Te va a encantar ver la caída del sol-le dijo Ingrid a Doménica-.
¿Sí?, ¿es chévere?
Sí, definitivamente es un espectáculo de primera.
Aquella noche los chicos esperaron a que la lluvia cesara y luego se prepararon para ir a una feria que había llegado a la península y que prometía ofrecer algunas novedades.
Rápidamente Danni y Joey se bañaron con agua dulce de tanque y se vistieron con sus blue jeanes, sus zapatos de goma Nike y sus camisas de vaqueros y se fueron en el Land Rover con las chicas, mientras Manuel Fernando se iba con los chicos e Ingrid a sus casas.
La noche estaba fresca después de la refrescante lluvia y las estrellas aparecían sobre un cielo negro pero clarísimo, que hacía que las estrellas brillaran más de lo normal.
Danni y su hermano estuvieron esperando a Doménica en la sala de su casa, hasta que ella estuvo lista, y luego hicieron lo mismo en la casa de Nicole, aunque el padre estaba reacio a volverla a dejar salir, pero al final cuando lo invitaron a él también, éste se negó a ir, pero consintió en dejar ir a su hija a la feria de pueblo que se había asentado en las afueras de Salinas.
Cuando el viejo Land Rover finalmente llegó, los chicos se bajaron con el corazón lleno de dicha. Compraron los boletos y se metieron. Lo primero que hicieron las chicas es comprar algodón de azúcar y luego empezaron a pasear por todo el perímetro. Por todas partes había tiendas de tiro al blanco que premiaban al ganador con ositos de peluche. Y estaban las famosas ruedas moscovitas. Y habían dos: una grande y otra chiquita. Cuando Danni le propuso a Doménica subir a la grande, ella se opuso tenazmente porque le tenía miedo a las alturas y le dijo:
¡No, eso sí que no!, allá no me vas a meter, ¡me muero!
Pero si no nos va a pasar nada y es superdivertido ver desde arriba todo el paisaje, ¡si para eso es que se sube uno a esos aparatos!
No ya te dije que no y es no, por eso es que nunca se me ocurriría ser surfista porque le tengo fobia a las alturas, ¿ok?
¡Bueno!, como tú quieras, mi amorcito-le dijo Danni-.
De pronto llegaron Manuel Fernando e Ingrid y de inmediato él la convenció de subir a la rueda moscovita más alta. De pronto Joey lo llamó a gritos a su hermano y éste fue corriendo a ver de qué se trataba el asunto, y era que el niño de doce años, había encontrado la pista de carros chocones o carros locos y ahí sí, Doménica sí quiso meterse y la pasaron de lo lindo chocando y evitando ser chocados. Mientras tanto Joey y Nicole se metieron en un juego diferente. Se trataba de una gigantesca piscina con botecitos mecánicos que giraban y giraban alrededor de la piscina. Nicole iba bien divertida y por primera vez se encontraba bien agarrada del brazo de Joel, y así estuvieron todo el rato.
Al pequeño muchacho Russo, de doce años, el corazón se le quería salir por la boca de la pura felicidad. Aquella sería la noche más feliz de su vida y no quería que terminara nunca.
En aquellos momentos Manuel Fernando se encontraba con Ingrid sentado en la rueda moscovita y en un momento se encontraban en todo lo alto hasta poder ver toda Salinas nocturna, como un gran islote preñado de luces, como gigantescas luciérnagas.
Abajo se los oía gritar a Roberto y Pava Loca. Finalmente los viejos surfistas de LA FAE habían llegado y estaban ansiosos por treparse a la rueda moscovita, pero recién estaban en la fila. En sus manos tenían unas latas de pepsi cola, pero en su interior habían colocado cerveza.
Cuando finalmente cada grupo terminó de divertirse resultó que todos se encontraron en el centro de la feria, comprando carne en palito y de común acuerdo quedaron en entrar a la casa del horror.
Al principio Doménica no quería y Nicole estaba espantada, pero ahora que ya había cogido confianza cada vez que sentía miedo, se apretaba del brazo de Joey y no había alma que la pudiera soltar, porque así se sentía más segura.
La noche llena de estrellas se presentaba infinita y despejada de nubes. Todo el cielo negro como la tinta, se mostraba rutilante de fuegos lejanos, otras galaxias, otros mundos, otros centros del universo, donde giraban las vidas de otras especies.
Danni empezó a recordar que Tales de Mileto, un ingeniero de la segunda mitad del siglo VII a.C., de padres fenicios, afirmaba que el origen de la vida se hallaba en el agua. El semen era húmedo y todo lo que tenía vida estaba relacionado con los líquidos vitales, mientras que las piedras, el desierto, la arena y los cadáveres estaban secos, convertidos en polvo y muertos. Los católicos celebraban un día de fin de feriado con la imposición de la cruz de ceniza en la frente para recordarle al ser humano, que polvo eres y en polvo te convertirás.
De pronto sus pensamientos se interrumpieron cuando se percató que ya se hallaban en la cola para comprar los tickets para entrar a la casa del horror. Cuando comenzó el recorrido, Doménica se le apretujó bien hasta hacerlo sentir ternura por ella. Y finalmente le dijo:
No se preocupe, mi negrita, que nada le va a pasar. Esos monstruos son personas del circo que están disfrazados. De esa manera se ganan la vida.
¿En serio?- le respondió ella-.
Cuando terminó el recorrido, los chicos habían pasado por toda clase de pasadizos tortuosos, en completa penumbra o iluminados con luz roja, donde a cada rato eran sorprendidos por la aparición de un hombre disfrazado con una máscara, portando algún cuchillo o hacha en la mano, y con una máscara atroz gritaba espantosamente y embarrado con sangre artificial.
Cuando salieron de la casa del horror se dieron cuenta que ya era bien entrada la noche. Y los hermanos Russo decidieron ir a dejar a las chicas. Cuando las chicas los dejaron en Ballenita cada cual se fue a su pequeño rectángulo bien acolchado que tenían por cama y se metieron debajo de las sábanas para refugiarse del frío de la noche y de la madrugada.
Danni se quedó dormido rápidamente, pero Joey no podía dormir de tanta alegría que le rebosaba en el corazón. En el momento en que llegaron a la casa de Nicole, él había estado a punto de despedirse de ella con un beso en la boca.
Aquella noche salinera era simplemente demasiado magnífica para Joey, y ya estaba ansioso por saber lo que el destino del pueblo griego le deparaba en su viaje a Canoa. Joey se imaginaba durmiendo vestido junto a Nicole como había visto siempre a sus padres, sólo que ellos dormían en pijamas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)